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En el marco de la conmemoración de los 30 años de la tragedia de Armero –desastre natural que en 1985 causó la muerte de 25.000 personas y borró literalmente del mapa al municipio– la Gobernación del Tolima advirtió que pese a la magnitud de la tragedia, a la región aún le falta “mucha cultura del riesgo”.
Esa fue una de las conclusiones del acto de aniversario de la tragedia, efectuado en el auditorio de la Cámara de Comercio en Ibagué y que contó con la participación de integrantes de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres o el Servicio Geológico Colombiano.
“Tuvo que ocurrir una tragedia para que la prevención del riesgo se convirtiera en una prioridad”, sostuvo la administración departamental, que socializó el nuevo mapa de amenaza volcánica del Nevado del Ruiz, que busca consolidarse como una herramienta vital para el trabajo de prevención.
Dentro de las conclusiones más importantes, planteadas por los expertos en amenaza volcánica, la Gobernación sostuvo que “aún hay mucho por hacer, para lograr toda una cultura en gestión del riesgo y el trabajo debe ser permanente”.
El gobernador del Tolima, Luis Carlos Delgado, confirmó además que el presidente Juan Manuel Santos participará este sábado en los actos de conmemoración del desaparecido Armero y que aprovechará para hacer una audiencia pública de rendición de cuentas sobre la Ley de Armero, para contar en qué avance están las obras que integran el documento cargado de proyectos de desarrollo para esta zona que hace 3 décadas fue arrasada. (Lea: Santos encabezará actos para conmemorar 30 años de la tragedia de Armero)
“La ley de Armero, como todas las leyes en Colombia, inició de forma lenta pero a la fecha han sido grandes las obras que se han desarrollado y que serán vistas y explicadas este sábado por el mismo jefe de Estado”, sostuvo el funcionario.
La tragedia de Armero ocurrió el 13 de noviembre de 1985, cuando una erupción del volcán Nevado del Ruiz expulsó 35 millones de toneladas de material volcánico a una velocidad promedio de 60 kilómetros por hora, sepultando a la población, dejando alrededor de 25.000 muertos y afectaciones en los municipios de Chinchiná y Villa María en Caldas.
Semanas antes, las ciudades y pueblos cercanos al volcán habían comenzado a cubrirse en ceniza, y el 13 de noviembre de 1985, a las 9:45 de la noche, se produjo la erupción, que dos horas después sepultaría al pueblo.
Según habitantes y sobrevivientes de la tragedia, muchas muertes se habrían evitado si las recomendaciones dadas días antes por diferentes autoridades del orden nacional hubieran sido atendidas.