Bicentenario de la Armada: las bitácoras que han marcado su historia
Hace 200 años el Almirante Padilla dirigió la batalla naval que dio origen a la Armada, un británico le dio un toque especial a la escuela, mientras que la frase de un nadaista se ha vuelto emblemática.
Pedro Mendoza
“Colombia es un país rodeado de agua por todas partes menos en el corazón de los marinos, donde la patria es amor”, decía el nadaísta colombiano Gonzalo Arango. Es tan importante esa frase para la Armada de Colombia, que se encuentra en uno de los pasillos del Buque Escuela ARC Gloria, para recordar en qué consiste su labor.
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“Colombia es un país rodeado de agua por todas partes menos en el corazón de los marinos, donde la patria es amor”, decía el nadaísta colombiano Gonzalo Arango. Es tan importante esa frase para la Armada de Colombia, que se encuentra en uno de los pasillos del Buque Escuela ARC Gloria, para recordar en qué consiste su labor.
Hoy, que se conmemoran sus 200 años, los marinos no solo rememoran esta frase, sino además, las bitácoras, esa especie de libro donde se apunta todo lo que sucede, en los portalones de los buques, para reconstruir las historias, imágenes y testimonios de lo que ha vivido la Armada en 200 años.
Se puede decir que todo comienza con el almirante José Padilla, ese héroe perdido en la historia del país y quien fue fundamental en la independencia. Un guajiro que sabía del mar y de las batallas, intrépido arrogante y conocedor de bajar las estrellas para marcar el rumbo en las cartas náuticas. Como dijo un historiador, le faltó prensa a la hazaña de Padilla.
El 24 de julio de 1823, en la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, se enfrentó la escuadra republicana dirigida por el Almirante José Padilla, comandante del Tercer Departamento de Marina y la realista, la escuadra de la Armada del Reino de España, bajo el mando de el Capitán de Navío Ángel Laborde, quien tras un intenso combate capítulo y emprendió la retirada.
“El resultado de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo en favor de las fuerzas de la Gran Colombia el 24 de julio de 1823, tuvo la mayor trascendencia, no solamente porque se trató de la victoria de la fuerza naval de una incipiente república sobre aquella de la segunda potencia naval de la época, sino porque permitió la conquista del control del mar Caribe y de las líneas marítimas que comunicaban a los territorios recién liberados con Nueva España, La Habana y la península Ibérica”, señala el Comandante de la Armada, Almirante Francisco Cubides, recordando por qué la Armada celebra su día todos los 24 de julio.
Las corazas de acero
La Armada de Colombia debe velar por la protección y seguridad de su territorio marítimo, es decir en los 982.660 kilómetros cuadrados en dos océanos, que equivalen al 82 % del territorio continental, por lo que los buques son su corazón, pero la tripulación, el alma.
“Desde los que participaron en las gestas libertadoras, pasando por aquellos que consolidaron la Independencia, por los que actuaron heroicamente en el Conflicto Amazónico con Perú́ en 1932 o por los que, como el destructor ARC “Caldas”, sostuvieron contacto con un submarino alemán durante la Segunda Guerra Mundial, o aquellos que se unieron a la Fuerza de Tarea No. 95, constituida por la ONU para intervenir en el conflicto de la península de Corea”, indica un libro que hizo la Fuerza de Superficie en Cartagena.
Esa historia se une con un presente en los escenarios marítimos y fluviales donde se desarrollan operaciones de protección, vigilancia y control marítimo, lucha contra crímenes transnacionales, desarrollo e investigación científica, conservación y protección del medio ambientem a lo que se suma el desarrollo de tratados de interdicción marítima con países aliados.
Actualmente la fuerza de superficie está conformada por 86 buques de mar y de río, que son tripulados por 2026 hombres y mujeres, que además están a cargo de Unidades de Guardacostas, helicópteros y aviones. Paralelo a esto está la fuerza submarina, que el 6 de noviembre de 1973 tuvo la primera inmersión en el ARC “Intrépido” fabricado en Livorno, Italia, clase Idget SX 506, que se sumergió en aguas de Bocachica, cerca de la bahía de Cartagena.
En la investigación científica también se destacan las nueve expediciones a la Antártida y desarrollos en ciencia y tecnología, como la primera fragata de diseño colombiano, en el astillero de Cotecmar.
El rey, las gaitas y el uniforme blanco.
El uso del uniforme naval, las tradiciones y el cumplimiento a las normas se aprende en las Escuelas de formación. Durante la presidencia de Alfonso López Pumarejo y bajo la dirección del oficial inglés Capitán Ralph Binney, se fundó la Escuela Naval de Cadetes en 1935. El Capitán implementó la impronta de la formación inglesa. Un uniforme con su reglamento, tradiciones y formación naval militar.
El mismo uniforme blanco que se usa en Colombia lo porta el Rey Carlos III. En 1974, siendo príncipe, arribó como tripulante de un barco de la Armada Real a Cartagena. La segunda fue en el 2014 cuando estuvo realizando varias actividades.
El Espectador tuvo acceso al diario del Capitán Ralph Douglas Binney, el cual título “Colombian Adventure”, narra su viaje a Cartagena, su comando y cómo fue ser el primer director de la Escuela Naval de Cadetes, en 1935.
“Nuestro primeros cadetes subieron a bordo esta mañana, 4 ex grumetes y un joven del Magdalena. De inmediato comenzaron a usar el uniforme de trabajo que consistía en zapatos de suela de cuero, tacón de caucho y cubierta de lona marrón, importados de Inglaterra; medias azules de lana a la rodilla; pantalones cortos o “bermudas” de dril blanco; camisa blanca de manga corta y cuello abierto, hecha de un material inglés grueso, poroso y fresco, y una gorrita blanca muy flexible con una cinta azul que se cruzaba atrás para formar una cola. Ellos serán de mucho ayuda para la llegada de los demás”.
El Contralmirante Camilo Gutiérrez, director de la Escuela Naval de Cadetes, indicó a este medio que esa influencia de la Real Armada Británica sigue presenten en el diario oficio de navegar. “El Capitán de Navío Ralph Douglas Binney está ligado a nuestra historia, llegando con la Misión Inglesa como Director de la Escuela Naval en 1935, por tal motivo es el nuestro primer director encargado de la formación de los férreos marinos que al transcurrir nuestra historia han llevado las riendas y el futuro de la Marina”
El Almirante Gutiérrez es un hombre de mar y de vela. Tiene bajo su responsabilidad la formación de los futuros oficiales de la Armada, 111 cadetes femeninas y los 637 cadetes masculinos, que completan en cuatro años su formación naval militar.
Por la tradición inglesa la Escuela Naval, es la única en el país que tiene en su banda de guerra, gaitas. “Este instrumento musical tradicional escocés fue incorporado a la Armada Nacional por el Capitán Ralph Douglas Binney y es entonado para rememorar la valentía y el coraje de los hombres de honor que le sirven con el cuerpo, alma y corazón a su patria.”
El mar no es como lo pintan los poetas.
“Hace 200 años el Almirante Padilla disparó sus cañones para darnos la libertad. Hoy, dos siglos después, los disparamos para preservarla” dijo el Almirante Francisco Cubides, comandante Armada de Colombia, al terminar la versión número 64 de la Operación Multinacional Unitas 2023, catalogada por las Armadas como el ejercicio naval de mayor duración en el mundo desde su primera edición en 1959.
Fueron más de 4.500 marinos de diferentes naciones que navegaron en el Caribe colombiano, formando una Fuerza de Tarea Multinacional que les permitiera fortalecer la interoperabilidad, seguridad y defensa en el hemisferio. Atracaron buques y tripulaciones de Alemania, Brasil, Canadá, Corea del Sur, Ecuador, España, Estado Unidos, Francia, el Reino Unido, entre otros.
Fue un despliegue de capacidades con 22 buques de guerra, tres submarinos y más de 30 aeronaves, desarrollando diferentes ejercicios en el mar. En la celebración de este Bicentenario, una fragata colombiana disparó un misil e hizo el lanzamiento de un torpedo.
En la historia de las Unitas, el poeta Gonzalo Arango fue invitado a cubrir un ejercicio naval en el Caribe en la década de los sesenta. Un reportaje publicado por la Editorial Universidad de Antioquia, cuenta la experiencia del marino de tierra.
“El mar no es como lo pintan los poetas. Si dice que es hermoso y azul como los ojos de la amada, sencillamente es un mentiroso. Y estoy seguro de que ese tal poeta no sabe del mar, sino por las postales a fotocolor o por el hechizante espejismo que reverbera en la playa… Conocí su dimensión aterradora en una aventura que duró diez días en los que alterné las emociones más fabulosas con las más desgraciadas. Una odisea de gloria y espanto, y no me arrepiento ni un milímetro de espuma”.
El poeta narro su periplo a bordo del ARC Antioquia, escribió que el tiempo del mar es otro tiempo; “no se mide en horas, sino en esperas”.
La gloria es de Dios y el Gloria es de los colombianos.
En estos doscientos años las velas son también protagonistas, los veleros de las Armadas de Argentina, Chile, Portugal y República Dominicana que se unieron al ARC Gloria. Un tiempo para reconocer la historia en los mástiles y las jarcias de los buques escuela de países amigos que se mueven por el viento y sin el temor a las olas. Visitantes llegan a sus cubiertas a conocer de mares y leyendas, del viento y la sal y si es verdad aquello que en cada puerto hay un amor.
Se cierra la bitácora con una última indicación, una mujer que le canta al marino de guardia. “Háblame del mar, marinero, cuéntame que sientes allí junto a él, desde mi ventana no puedo saberlo, desde mi ventana el mar no se ve”.