Montería está estrechamente atado al río Sinú. Sus calles, su cultura y su desarrollo se han forjado sobre este afluente que atraviesa la ciudad de norte a sur. Un estudiante, trabajador o cualquier habitante que viva en barrios como Caracolí o Vallejo, en el occidente de la ciudad, podrán tomar una embarcación y llegar al centro con facilidad a través del agua, por lo que la movilidad se ha planteado alrededor del río.
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La promesa de Businú, el primer sistema de transporte fluvial en Colombia, es aprovechar el afluente como una vía rápida y sostenible para complementar el sistema estratégico de transporte público. La cuestión es que la ciudad lleva años intentando consolidar esta idea.
El proyecto de transporte fluvial ha sido un sueño largamente discutido. Desde 2015, han analizado la idea de habilitar una ruta de transporte por el río, pero la ejecución ha enfrentado múltiples obstáculos. En 2020, el Instituto Nacional de Vías (Invías) destinó $9.000 millones para hacer los primeros cuatro embarcaderos, pero por la pandemia, en 2021, los costos de los materiales aumentaron, por lo que entró en conflicto la interventoría y el contratista. Para resolverlo, recurrieron a un componedor, para dar inicio a la construcción de tres embarcaderos: Rancho Grande, Calle 22 y Centro Verde.
“El proyecto resume y consolida el esfuerzo de muchos. Finalmente es para que la ciudad crezca y es lo que se necesita de lo público, que se respete lo bueno y que se construya sobre lo construido”, dijo el alcalde de Montería, Hugo Kerguelén.
Las embarcaciones y su operación
Para la fabricación de las embarcaciones del Businú, la alcaldía suscribió un convenio con la Corporación de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo de la Industria Naval Marítima y Fluvial (Cotecmar), una entidad pública especializada en la construcción naval, a través de un contrato interadministrativo, con lo que, según la alcaldía, ahorrarán cerca de tres meses del proceso de contratación.
Las embarcaciones tendrán capacidad para 36 pasajeros, será de fácil acceso para personas con movilidad reducida, contarán con aire acondicionado, baño y un espacio para bicicletas. Se espera que para julio de 2025 se pueda ver las primeras estructuras en desarrollo y que al menos una embarcación se entregue en el segundo semestre de este año.
Businú no operará de manera aislada, será intermodal, es decir, tendrá la posibilidad de conectar con el proyecto de bicicletas públicas que están en diferentes ubicaciones y a los buses eléctricos que planean implementar. Además, su operación y mantenimiento estarán integrados al Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) de la ciudad, garantizando su sostenibilidad y eficiencia a largo plazo.
El pasaje tendrá el mismo costo que el del transporte público terrestre, $3.000, pero con la ventaja de que reducirá el tiempo de traslado de 50 minutos a 35 minutos por el río. Y al conectar diferentes puntos de la ciudad, se potenciará la oferta turística, por la vista que se tiene desde la embarcación.
Los principales actores en el río
Si bien el río Sinú es navegable y ha sido utilizado por pescadores, areneros y operadores de planchones, su transformación en una vía de transporte público requiere enfrentar varios factores y actores. Uno de ellos es la convivencia con las actividades que ya se desarrollan en el río. Si bien el río Sinú es navegable y ha sido utilizado por pescadores, areneros y operadores de planchones, su transformación en una vía de transporte público requiere enfrentar varios factores y actores.
Uno de ellos es la convivencia con las actividades que ya se desarrollan en el río. Los areneros, a lo largo de los años han extraído material del lecho del río para abastecer la demanda de arena en la construcción. Desde la Ronda del Sinú, a las orillas del río se puede ver a estos trabajadores cargando sus canoas de arena, que después de ser extraída del fondo del río, es transportada hacia las zonas urbanas para su venta o distribución.
Cerca a los areneros, la movilidad es más lenta, donde se ven a los trabajadores descargar con palas a los camiones tipo volquete el resultado diario en el agua. “Es un proyecto bueno (Businú) que de todas maneras va a traer turismo, pero podría afectar las cosas de las arenas, porque no van a sacar arena de ahí, porque cuando pase (las canoas) las hunde”, explicó Darwin Torrecilla, operador de un planchón.
Por su parte, Kerguelén señaló que es necesario establecer reglas claras para no generar conflictos en la navegación. Además, reconoció la preocupación de los areneros, ya que sus canoas suelen ir al límite de carga, lo que las hace vulnerables al oleaje generado por embarcaciones a motor. “Cada vez que se acerquen a una zona de areneros deben guardar su velocidad”, explicó. Además, señaló que ahora deberán cumplir normas como “guardar 30 cm entre la lámina de agua y la carga” para evitar inundaciones, destacando que este es un proceso de socialización y adaptación, ya que ahora se requiere organización.
Si todo avanza según lo planeado, la primera embarcación de Businú empezará a operar en el primer semestre de 2026, en una fase piloto que permitirá evaluar el funcionamiento y hacer ajustes. A largo plazo les gustaría abrir 12 embarcaderos y aumentar las embarcaciones sobre el río Sinú.
“Las ciudades no pueden desconocer su ADN y las mayores equivocaciones de las ciudades es ese. Nosotros somos agua, somos fauna, somos flora, entonces desde ese punto de vista nosotros tenemos que rescatar esa agua que tenemos. Por mucho tiempo Montería vivió de espaldas al río, hoy es importante que viva de frente al río viendo lo que tiene y las posibilidades que tiene el río” concluyó Kerguelén.