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En el estado de Anzoátegui (Venezuela) cayeron el sábado pasado los hermanos Nelson Orlando y Héctor Germán Buitrago Parada, los últimos comandantes de las Autodefensas Campesinas del Casanare (ACC). Ambos tenían circular roja de la Interpol por más de una veintena de delitos cometidos en las últimas dos décadas. El ministro del Interior del vecino país, Tarek El Aissami, confirmó la noticia de la operación conjunta entre autoridades antidrogas de Venezuela y Colombia, tal como ocurrió en noviembre pasado, cuando fue detenido el narco Maximiliano Bonilla, alias Valenciano.
En abril de 2010, en inmediaciones de la represa del Neusa (Cundinamarca), había caído también el llamado Marulanda de las autodefensas, Héctor José Buitrago, alias El Tripas, padre de Nelson Orlando y Héctor Germán, conocidos desde hace años con los alias de Caballo y Martín Llanos respectivamente. Los tres protagonizaron una guerra en Casanare y Meta hace una década, cuando el bloque Centauros de Miguel Arroyave quiso copar a sangre y fuego sus territorios. Sin cifras oficiales, se habla de unos tres mil muertos.
El presidente Juan Manuel Santos aplaudió el trabajo de inteligencia de la Policía y la coordinación con las autoridades venezolanas para producir la captura número 28 de distintos narcotraficantes fuera de Colombia. Los Buitrago, por diferencias con el proceso, nunca dejaron sus armas ni se sometieron a la desmovilización de las autodefensas. Siguieron su guerra a la sombra, mientras corrompían la política de los Llanos. Así quedó evidenciado en la condena del exgobernador de Casanare Miguel Ángel Pérez, por la financiación de su campaña por parte de la organización de los Buitrago.
Lo mismo ocurrió con seis alcaldes de Casanare, que pactaron la entrega del 10% de sus contratos para las ACC. Todos ellos fueron condenados, así como la cúpula de este grupo ilegal por el crimen de una comisión judicial en San Carlos de Guaroa (Meta) en 1997, y también porque constituyeron “una organización delictiva dedicada a la elaboración y el tráfico de estupefacientes en los ámbitos nacional e internacional”, según reza la sentencia que en agosto de 2004 profirió la Sala Penal del Tribunal Superior de Bogotá. La Fiscalía también les abrió investigación por la masacre de Mapiripán de julio de 1997.
En 2004, acorralado por la organización de Arroyave, Martín Llanos huyó del país. Mientras reposaba su guerra, los segundos de Arroyave lo asesinaron en una celada. De vuelta a Colombia trató de hacer alianzas, pero sus ejércitos estaban más disminuidos. Entre Ecuador, Venezuela y Bolivia se escondió. El capítulo de la parapolítica en los Llanos está aún por escribirse si los hermanos Buitrago deciden contarle lo que saben a la justicia. Se sabe que su clan criminal tuvo acercamientos con los narcotraficantes Pedro Oliverio Guerrero, alias Cuchillo, y Daniel El Loco Barrera.
Martín Llanos heredó el ejército privado que a principios de los años 80 creó su padre junto con Henry Pérez, Ramón Isaza y Gonzalo Rodríguez Gacha, quien según el testimonio del patriarca de los paramilitares en los Llanos fue quien le regaló los fusiles para armarse contra la guerrilla. A sus 45 años, Llanos está ad portas de ser enviado a Colombia —se estima que el trámite se daría este jueves— junto con su hermano, para enfrentar a la justicia. El director de la Policía, general Óscar Naranjo, señaló que estos arrestos ponen fin “a la época de los paramilitares puros. Hoy nos queda el desafío de someter a unos vulgares narcotraficantes”.
“Es como cuando un papá es médico y un hijo le sale médico. Lo mismo me pasó a mí: yo era autodefensa y mis hijos son autodefensa”, fue la declaración que les entregó a las autoridades el viejo Tripas cuando fue detenido por segunda vez, en 2010, porque en 1996 había sido capturado, pero sus hijos Caballo y Llanos lo rescataron. Según el presidente Santos, Caballo fue el primero en ser identificado en Venezuela. Lo propio hicieron con su hermano, porque tenían unos ojos muy parecidos. Se confirmó luego de las pruebas decadactilares.
Las ACC se asentaron en la región de Tauramena y Aguazul (Casanare), un lugar estratégico para el control de las multimillonarias regalías del petróleo. El sábado pasado sus últimos dos comandantes fueron sometidos por las autoridades. ¿Le contarán a la justicia de sus relaciones con la clase política y altos mandos militares en los Llanos?