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Clamor de justicia en Samaniego

Mientras las autoridades avanzan en la investigación, en la zona se habla de presencia del Eln y del temido grupo de los Contadores.

Marcela Osorio Granados
19 de agosto de 2020 - 03:00 a. m.
Las honras fúnebres de los jóvenes asesinados se realizaron este lunes. / AFP
Las honras fúnebres de los jóvenes asesinados se realizaron este lunes. / AFP
Foto: AFP - LEONARDO CASTRO

Las calles de Samaniego parecían este martes más vacías que de costumbre. Tras las honras fúnebres de los jóvenes masacrados la noche del sábado en una casa de la vereda Santa Catalina, del municipio nariñense, reinan sobre todo la incertidumbre y la confusión. Sin información clara sobre los autores materiales del hecho, lo que hay por el momento son distintas hipótesis sobre cómo ocurrieron los hechos sin saberse tampoco las razones por las cuales habrían disparado indiscriminadamente contra los jóvenes.

Se sabe, por los relatos de algunos de los sobrevivientes, que por lo menos cuatro hombres encapuchados llegaron a la vivienda y atacaron al grupo de personas que asistían a una celebración.

De ahí han surgido versiones distintas sobre lo ocurrido la noche del 15 de agosto: mientras hay quienes señalan que los hombres llevaban una lista con algunos nombres anotados y preguntaron por varias personas, otros dicen que simplemente comenzaron a disparar en contra de los asistentes, sin mediar palabra.

Lo cierto es que, ante la incertidumbre, para muchos lo mejor ahora es el silencio. “Con tantas cosas que pasan acá, tanta violencia y gente que se mueve, uno ya no sabe quiénes son los que están detrás. Hay miedo, la gente prefiere no decir nada ni preguntar porque acá no manda la ley”, señala un habitante del municipio.

(También lea: Ante la violencia, Samaniego acude a la resistencia social)

Entretanto, los 12 investigadores designados por la Fiscalía General de la Nación para llevar el caso, siguen las pistas y escudriñan los relatos de quienes sobrevivieron, para tratar de entender los móviles del crimen.

Aunque el Eln aseguró a través de una carta, firmada por la delegación de paz en La Habana, que no estuvo detrás del crimen, quienes conocen las dinámicas de violencia del departamento sostienen que se trata de una zona que tiene una fuerte presencia del grupo guerrillero cuyos hombres, como lo dijo el mismo defensor del Pueblo, Carlos Negret, se mueven abiertamente por el municipio.

“Esa zona es de influencia del Eln desde hace mucho tiempo. En algunas áreas han establecido laboratorios de cocaína y controlan todo lo que pasa allá”, explica Camilo González Posso, director de Indepaz, al señalar que en los últimos tiempos estructuras de grupos como el Clan del Golfo o los denominados Contadores, han tratado de abrirse camino a sangre y fuego en el departamento, donde operan por lo menos otras 10 estructuras ilegales.

“Es claro que en esa zona también hay reclutamientos, y precisamente una de las hipótesis sobre lo ocurrido en Samaniego habla de que los jóvenes estaban siendo presionados para que se inclinaran o entraran a colaborar”, sostiene González.

Sobre los Contadores, a quienes el Eln señala como los responsables de la masacre, se sabe que tienen su origen en la costa Pacífica nariñense como una estructura criminal propiamente con algunos integrantes de las antiguas Farc que no se sumaron al proceso de paz. “Se empiezan a fortalecer con el debilitamiento del frente Óliver Sinisterra y en este momento los Contadores tienen vínculos con carteles mexicanos. Se han fortalecido por esa inyección de capital y de armas producto del intercambio con México”, explica Alejandro Restrepo, investigador de la Fundación Paz y Reconciliación.

Señala que en este escenario de conflicto también hay que tener en cuenta la disputa que se viene extendiendo desde el sur del Cauca entre el grupo de los Patiño y el Eln. “La guerrilla del Eln ha enviado panfletos a la comunidad, ejerciendo control y haciendo restricción de movilidad. Cuando se presentan este tipo de violencias como las masacres, en la mayoría de los casos son un indicador de la disputa entre las distintas estructuras armadas. Eso es lo que se está extendiendo en la cordillera nariñense”, detalla insistiendo en que en estos casos la militarización del territorio no logra garantizar una mejora en la seguridad ni una disminución de hechos violentos.

Y en medio de tantos actores armados y grupos con nombres nuevos que van apareciendo de tanto en tanto en la zona, los familiares de los ocho jóvenes masacrados y los habitantes de Samaniego solo reclaman justicia para sus muertos, con la esperanza de que dando con los culpables se pueda detener de alguna forma la espiral de violencia que vive desde hace ya unos años el municipio: “Uno sabe que las cosas no van a cambiar de la noche a la mañana, porque acá los violentos siempre han mandado la parada, pero por lo menos uno espera que la situación no se ponga peor de lo que ya está”.

Marcela Osorio Granados

Por Marcela Osorio Granados

Especializada en temas de política, paz y posconflicto. Magíster en Estudios Políticos del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) de la Universidad Nacional de Colombia. Periodista con 15 años de experiencia en prensa, periodismo digital y creación y presentación de productos audiovisuales.@marcelaosorio24mosorio@elespectador.com

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