Una encuesta del The New York Times arrojó que tan solo el 6 por ciento de los colombianos no tiene ningún interés en "el deporte más hermoso del mundo", y según estudios del Ministerio del Interior el 70 por ciento de los nacionales creen que el fútbol es un elemento “muy importante” en sus vidas.
Así mismo, la BBC de Londres señaló que si “si un genio perverso obligara a los colombianos a elegir entre la pronta firma de un acuerdo de paz con la guerrilla de las Farc, o una victoria en la final del Mundial Brasil 2014, muy probablemente, la inmensa mayoría optaría por la gloria futbolera”.
Con los apretados resultados de las elecciones presidenciales del 25 de mayo, quedó claro que el actual proceso de paz divide a todo el país. Sin embargo, el tema ha sido olvidado por estos días para dedicarse de lleno a la actuación de la Selección Colombia en el Mundial Brasil 2014, después de 16 años de ausencia.
Colombia es una nación apasionada por el fútbol, que ha cambiado el orden de sus prioridades desde el primer partido del mundial, por ejemplo la selección nacional se enfrentó a Grecia un día antes de las elecciones, olvidándose, casi por completo del álgido debate presidencial que había copado la intención del país días antes.
Son varios los analistas que creen que con el excelente desempeño de Colombia en Brasil 2014, podría llegarse a la terminación del conflicto definitivamente.
"He aquí una predicción: si Colombia ganara la copa del mundo, en menos de quince días se firmaría un acuerdo de paz duradero que le pondría fin a una guerra civil de décadas", afirmó poco antes del inicio del torneo Matthew Brown, autor de "De las fronteras al fútbol: una historia alternativa de América Latina desde 1800".
Brown agrega a la BBC que “una victoria de Colombia en el Mundial muy probablemente generaría una oleada de sentimiento nacional demandando una rápida y feliz conclusión de ese proceso de paz".
Y es que incluso Iván Márquez, jefe de la delegación de la guerrilla de las Farc en los diálogos que adelantan Gobierno y subversión, se ha contagiado con la “fiebre amarilla” y se ha puesto la camiseta del equipo nacional.
No obstante, Colombia no es el único país que se involucra más de la cuenta con el fútbol. Recordemos el caso de Argentina, cuando ganó el mundial de 1978, la dictadura encontró con este triunfo una excusa más para legitimar sus actos ilegales.
En Colombia el fútbol ha servido de enganche en campañas gubernamentales para promover la paz, un claro ejemplo son los comerciales de desmovilización.
"Guerrillero, Colombia le está guardando el puesto para que viva la fiesta más grande del fútbol en libertad. Desmovilícese", manifiesta una publicidad creada en el marco del mundial brasileño.
Y es que son distintas campañas impulsadas por el fútbol que pretenden unificar a las personas y apaciguar la violencia en Colombia, como el sentimentalismo expresado en una “Carta abierta a James Rodríguez” elaborada por una asociación de más de 113 comunidades y organizaciones afrodescendientes, indígenas y campesinas colombianas.
“Es usted y toda la selección, la expresión de lo que nosotros deseamos para nuestro país, pluralidad en un proyecto de nación, un país en que la diferencia es complementaria. Esa es la alegría que nacerá de una democracia incluyente, una democracia con respeto a las fuentes de la vida, como las aguas y los árboles, los páramos, y los seres humanos; una democracia donde a nadie se le mate, se le torture, se le desaparezca, se les desplace por pensar en un nuevo país, más justo para todas y todos; una democracia en donde todos somos importantes, incluso, nosotros, los habitantes rurales, así como en la selección todos aportan”, este es un fragmento de la carta de la asociación CONPAZ enviada al mejor jugador del Mundial hasta el momento.
Es claro, que cuando juega Colombia el país solo tiene cabeza para el fútbol.