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Open Street Maps (OSM) es un movimiento global que, en pocas palabras, se dedica a levantar mapas, de acceso libre y público, que pueden ser utilizados para mejorar la respuesta ante desastres naturales o para combatir problemáticas sociales.
En Colombia, esta tarea la adelanta una comunidad de voluntarios y apasionados por los temas digitales que, desde hace unos 10 años, viene trabajando en levantar mapas para una variedad de situaciones.
En un principio se trató de un colectivo de aficionados, por llamarlo de cierta forma. Y, con el tiempo, fue mutando hacia una organización más cohesionada, con mayores recursos, experiencia y conocimiento.
Hoy, el movimiento Open Street Maps es una fundación legalmente establecida en Colombia y cuya participación es fundamental en la respuesta a una variedad de hechos, desde la crisis humanitaria en La Guajira, pasando por la evaluación de los daños después de la avalancha en Mocoa, hasta el mapeo de la zona de influencia de la represa de Hidroituango.
“En el mundo tenemos unos tres millones de maperos activos. En el país, somos unos 139, más 27 pilotos voluntarios de drones para fines humanitarios. Hemos escalado nuestra capacidad de respuesta y hoy contamos con un servidor propio, mediante el cual Colombia se está consolidando como el nodo regional del análisis de estos datos en Latinoamérica”, cuenta Juan Carlos Pachón, uno de los miembros más antiguos del movimiento OSM en el país.
La Fundación OSM ha estado presente en la respuesta ante eventos como la avalancha de Salgar, en Antioquia; la de Mocoa, la ruptura del Canal del Dique y este año se encuentra elaborando un mapeo exhaustivo de las zonas aledañas al proyecto Hidroituango.
En un mundo en donde la información es poder, los datos que pone en línea el movimiento OSM pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte: la llegada oportuna de ayuda humanitaria a una zona de desastre natural o la posibilidad de reconstruir eficiente y rápidamente la infraestructura de un lugar afectado por una avalancha, por ejemplo.
El trabajo de la Fundación incluye levantar datos topográficos que identifiquen carreteras, caminos, trochas, zonas seguras, en caso de una inundación (o proclives a ser inundadas), conteo de viviendas, rutas de emergencia y una variedad de elementos que terminan siendo el insumo básico con el que se planea una respuesta de emergencia.
“Hoy nos hemos ganado la confianza institucional y somos un lugar de consulta dentro del protocolo de instituciones como la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGDR)”, asegura Pachón.
La base conceptual del movimiento OSM es que todo el material que produce queda disponible para el público, por un lado. Por otro, los usuarios pueden contribuir a incrementar la información de un mapa de varias formas: en el fondo, se trata de una tarea colaborativa, una especie de wiki, pero con datos geográficos y de georreferenciación en entornos que pueden ser de difícil acceso.
Estos dos pilares han convertido al movimiento en un aliado natural de instituciones humanitarias y autoridades a nivel global: información pública, recolectada colectivamente, para el bien común. Toda la utopía liberadora de Internet en un solo lado.
“Cuando sucede un desastre algunas personas colaboran con el envío de cobijas, comida, mercados. Muchos no pueden hacer esto, pero sí pueden contribuir con el levantamiento de información para mejorar la respuesta y la atención de los organismos. Esto también se vale, es útil y necesario”, afirma Pachón.
Movimientos como OSM se nutren de información de libre circulación, algo que implica que la licencia del contenido permita la utilización y adaptación del mismo.
Por desgracia, según el experto, en el país muy pocas instituciones tienen consciencia sobre la importancia de que la información pública también esté disponible de forma libre.
Esta discusión también implica que los datos libres no solo puedan ser consultados por el público, sino que estén compilados en formatos que faciliten su acceso y permitan su indexación en motores de búsqueda, por ejemplo.
Para finalizar, Pachón asegura que el gobierno de Bogotá ha dado algunos pasos hacia este fin, pero que la mayoría de las instituciones públicas en Colombia están muy atrasadas en este campo.