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Cuando la gestación y la muerte caminan de la mano

En Colombia, el 19.5 por ciento de las mujeres menores están o han estado embarazadas. Esta es la radiografía de una dramática realidad.

Ximena Norato*
18 de agosto de 2013 - 09:00 p. m.
Las  cifras que arrojan las investigaciones sobre los embarazos de adolescentes en Colombia   son el doble del promedio del resto de América Latina. / Archivo
Las cifras que arrojan las investigaciones sobre los embarazos de adolescentes en Colombia son el doble del promedio del resto de América Latina. / Archivo
Foto: DAVID CAMPUZANO

En 1994 tuvo lugar en El Cairo la Conferencia Internacional sobre Población y Desarrollo (CIPD) donde 179 países aprobaron un Programa de Acción con un horizonte de 20 años, que concluye en 2014. La cercanía a esta fecha, los logros alcanzados, las brechas no superadas y los desafíos en cuanto a población y desarrollo, son los temas que congregan a delegaciones de más de 30 países en la Primera Reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo en Montevideo, y que fue inaugurada el pasado lunes 13 de agosto por el presidente de Uruguay, José Mujica.

Si bien se han alcanzado importantes logros, como la reducción de la fecundidad, aún hay metas clave insatisfechas y que no se cumplirán para 2014, y estas tienen que ver con los derechos sexuales y reproductivos: reducción del embarazo adolescente, mortalidad materna, la demanda de acceso a la planificación familiar y la interrupción voluntaria del embarazo.

Según Esteban Caballero, director regional adjunto del Fondo de Población de Naciones Unidas - UNFPA, un factor que influye de manera determinante en este fracaso tiene que ver con el sistema de creencias y valores de la sociedad: “Tenemos una cultura en la que no que se quiere admitir que los adolescentes se inician sexualmente relativamente a una edad temprana, que son seres sexuados”. Caballero advierte que si tenemos esto claro, lo siguiente es adecuar las instituciones para brindarles todos los servicios en salud sexual y reproductiva, y como familias y sociedad enseñarles a compaginar su vida sexual y reproductiva con las otras aspiraciones que tienen.

“También hay factores legales en los países que prohíben la distribución de anticonceptivos a menores de edad; en otros se objeta la enseñanza de la educación sexual en las escuelas. Y en la gran mayoría hay una incapacidad en los servicios de salud con personal capacitado para asesorar a los adolescentes”, concluye Caballero.

En Colombia, el 19,5% de las adolescentes están o han estado embarazadas. Esta cifra duplica los promedios de América Latina y reta al país a enfrentar esta problemática desde una perspectiva política, económica y social. “La fecundidad adolescente de las mujeres entre 15 y 19 años en América Latina y el Caribe, frente al mundo no es muy halagadora”, expresa Caballero. De cada 1.000 nacimientos en la región, 80 son de madres adolescentes.

El embarazo adolescente está estratificado, explica Caballero. El porcentaje aumenta de manera relevante en los quintiles más pobres y, esta diferencia, podría ser hasta tres veces más que en los quintiles más altos de la población. El director regional adjunto de UNFPA afirma que en la población rural e indígena puede ser aún más.

 

Por cada año adicional de escolarización las tasas de fecundidad bajan entre un 5% y un 10% y, aunque no es la única respuesta y los países deben brindar la información, el conocimiento y el acceso universal a los servicios de salud sexual y reproductiva, la educación sobresale como un factor protector para que las mujeres tengan la capacidad de planear su vida.

Un embarazo adolescente tiene consecuencias, tales como la transmisión intergeneracional de la pobreza. “La hija de un pobre que quede embarazada puede abandonar la escuela y no termina la educación, tiene menos formación y menos posibilidad de generación de ingresos. Puede ser discriminada e, incluso, tener que abandonar su hogar. Así se abren puertas para ser presa de la explotación sexual y sumar condiciones de vulnerabilidad”, concluye Caballero.

En Colombia, en el 2010, el embarazo adolescente empezó a disminuir (de 20.5%.en 2005 a 19.5%, en 2010). Este cambio de tendencia es más notorio en ciudades como Cali (disminuyó 5.8 puntos), Medellín (5.7 puntos), y Bogotá (5.1 puntos), (ENDS 2010); lo cual es consecuencia del compromiso de sus gobiernos con estrategias efectivas de prevención del embarazo: 1) Garantizando el acceso a servicios de salud para adolescentes, que incluyan métodos de anticoncepción; 2) promoviendo la educación sexual en espacios educativos y en campañas de comunicación masiva, y 3) creando oportunidades de desarrollo para los proyectos de vida de adolescentes y jóvenes.

El país cuenta con cerca de 800 servicios de salud amigables para adolescentes, en los 32 departamentos. Sin embargo, ciudades como Barranquilla, donde aumentó el embarazo 4.2 puntos, y regiones como el Litoral Pacífico (4.5), y Orinoquía y Amazonía (4.4), dan cuenta de que persisten grandes desigualdades de desarrollo y de acceso a la información y a los servicios en el interior del país.

 

Muy ligada al embarazo adolescente, la muerte materna tiene en este grupo etario a gran parte de sus víctimas. Las adolescentes tienen al menos 4 veces más posibilidades de morir que las mujeres mayores de 19 años.

En América Latina y el Caribe, la primera causa de muerte para las mujeres entre los 15 y 19 años está relacionada con el embarazo. Se registran 80 muertes por cada 100.000 nacidos vivos.

Esto nos habla de una proyección de unas 8.800 muertes. Las complicaciones del embarazo y el parto son las principales causas de muerte y la ausencia o mala dotación de centros de salud para brindar toda la atención que requiere una madre gestante, es un factor que incide de manera preocupante.

Esteban Caballero, cree que este objetivo de desarrollo del milenio, no se va a lograr porque “no atamos todas las determinantes, como el acceso geográfico y los diferentes atrasos”, retraso en detección de los síntomas de parto, en llevarla al centro de salud, en la atención y atraso a la remisión a la emergencia obstétrica.

 

Según la Organización Mundial de la Salud – OMS, en 2008, el 12% de las muertes maternas fue por abortos inseguros (1.100 muertes). “Es inmoral que en el mundo mueran mujeres por abortos inseguros. Cada muerte es una derrota imperdonable”, asegura Luis Almagro, Ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, país que acaba de despenalizar el aborto. Las altas tasas de embarazos no planeados, inducen la decisión del aborto. De cada 1.000 nacimientos hay 31 abortos inseguros en la región, según estudios de 2008, esto supone que hay 4,2 millones de abortos practicados cada año y la mayoría de ellos en condiciones clandestinas.

La planificación familiar contribuye de manera efectiva a evitar embarazos no planeados y con estos las tasas de embarazos adolescentes, la mortalidad materna, y el aborto inseguro. No obstante, se calcula que en los países en desarrollo hay 222 millones de mujeres que desean prevenir el embarazo pero no usan activamente métodos anticonceptivos, lo que ocasiona más de 80 millones de embarazos no planeados y 20 millones de abortos inseguros que pueden terminar en la muerte.

Según Esteban Caballero, la causa principal de aborto es, “el no uso de anticonceptivos, la falta de información sobre cómo acceder a ellos es el paso previo a la decisión de terminar con un embarazo”, claramente, en los países donde no es legal, este procedimiento tiene alto riesgo de llevarse a cabo en situaciones peligrosas. “Somos conscientes de que la penalización acentúa las condiciones de inseguridad”, afirma Caballero.

 

* Directora de la agencia Pandi

Por Ximena Norato*

 

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