Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Se trataba de explosivos de fabricación norteamericana que venían siendo usados desde la II Guerra Mundial y en la Guerra de Vietnam. Documentos desclasificados del Departamento de Estado, para consulta pública en los Archivos Nacionales de Washington, admiten “bombardeos al estilo Vietnam” realizados por aviones de la Fuerza Aérea de Colombia, que dejaron cráteres de 20 metros de diámetro y diezmaron a los alzados en armas.
La versión de las Farc, según testimonios revelados en el aniversario 42 del ataque, en mayo de 2006: “Marquetalia fue atacada con poderosas cargas explosivas y bombas de napalm que dispersaron entre los guerrilleros el virus de la ‘peste negra’”. La misma guerrilla aseguró vía internet que, así los asesores estadounidenses y las Fuerzas Armadas lo nieguen, “ahora en las bombas se usan sustancias químicas y biológicas prohibidas por los protocolos internacionales”.
El Derecho Internacional Humanitario obliga a los ejércitos a cumplir normas de fabricación, prohíbe el uso de químicos y venenos, tendiendo a restringir la capacidad destructiva de los explosivos y a proscribir su uso en lugares donde pueda ser afectada población civil. Durante décadas se usaron las llamadas “bombas racimo”, cuya aerodinámica y capacidad de daño parecían fuera de control. Diez de estas se habrían lanzado el 1º de marzo de 2008 para acabar con el campamento y la vida de alias Raúl Reyes, el llamado canciller de las Farc.
Apenas el año pasado Colombia destruyó la totalidad de ese tipo de artefactos en poder de las Fuerzas Armadas, en desarrollo del proceso de ratificación de la Convención sobre Municiones. La primera fase culminó con la destrucción de las últimas 41 bombas tipo CB259K el 7 de mayo en Marandúa, Vichada. Al acto asistió la Encargada de Negocios de la Embajada de Noruega, Yngvild Berggrav, quien manifestó que “Colombia es el primer país que ha destruido bombas después de la firma del Tratado”. La segunda, concluyó el 24 de noviembre en el mismo municipio, con la eliminación de las últimas 31 bombas tipo ARC-32.
A pesar de las medidas, existe un mercado negro producto de sobrantes de la época de la guerra fría y de conflictos específicos. Aquí el Cartel de Medellín acusó al Cartel de Cali de haber comprado bombas aéreas de 500 libras a militares de El Salvador para realizar atentados entre mafiosos. También se especula que en cinco décadas de guerra, en Colombia se han usado tantas o más bombas que en una guerra mundial.