“Deberíamos morir de viejos”: indígenas Awá

Camilo Taicus y Luciano Pascal García, miembros de la comunidad awá, fueron encontrados sin vida el 31 de agosto en un camino veredal del corregimiento de Llorente, en Tumaco (Nariño). Los hechos que llevaron a la muerte de cada uno habrían ocurrido el pasado 29 de agosto: el primer día del cese del fuego bilateral y definitivo entre el Gobierno y las Farc.

Ambos eran líderes notables de la comunidad. El primero había sido vicepresidente de la Unidad Indígena del Pueblo Awá (Unipa), y el segundo, había acompañado por varios años a la Guardia Indígena, una fuerza que ha realizado diferentes procesos de control territorial y autonomía.

Sin embargo, aunque podría haber algunos indicios, las autoridades indígenas Awá no saben a ciencia cierta por qué los mataron. “No tenemos la certeza de quiénes y por qué pretenden exterminarnos, pero sí sabemos que desde hace ya muchos años venimos siendo víctimas de todos los grupos armados legales e ilegales que existen en Colombia”, señala la comunidad en un comunicado.

Los awá también han levantado su voz de protesta por nuevas amenazas que han recibido miembros de su comunidad, como la ocurrida el pasado 31 de agosto, cuando un grupo de hombres armados, según dicen, llegaron a la casa de uno de los líderes en el resguardo Piedra Sellada, en Tumaco. No lo encontraron, pero dijeron que regresarían.

“Reafirmamos la responsabilidad por omisión del gobierno nacional en estos crímenes, debido a la falta de voluntad política para actuar pertinentemente y buscar proteger física y culturalmente a nuestro pueblo indígena awá”, señalan.

Asimismo, exigen un pronunciamiento desde el gobierno y las Farc sobre los hechos de muerte que se presentaron recientemente y que se evalúen los riesgos a los que están sometidos para no tener que ver partir de manera violenta a más miembros de su comunidad.

“Los indígenas deberíamos morir de viejos, después de cumplir con la misión que nos haya puesto la vida, de haber conocido hijos, nietos y hasta bisnietos. Eso sería lo ideal”, señala una comunidad que en varias ocasiones ha tenido que firmar con la sangre de sus gentes la historia violenta del país.

Camilo Taicus y Luciano Pascal García, miembros de la comunidad awá, fueron encontrados sin vida el 31 de agosto en un camino veredal del corregimiento de Llorente, en Tumaco (Nariño). Los hechos que llevaron a la muerte de cada uno habrían ocurrido el pasado 29 de agosto: el primer día del cese del fuego bilateral y definitivo entre el Gobierno y las Farc.

Ambos eran líderes notables de la comunidad. El primero había sido vicepresidente de la Unidad Indígena del Pueblo Awá (Unipa), y el segundo, había acompañado por varios años a la Guardia Indígena, una fuerza que ha realizado diferentes procesos de control territorial y autonomía.

Sin embargo, aunque podría haber algunos indicios, las autoridades indígenas Awá no saben a ciencia cierta por qué los mataron. “No tenemos la certeza de quiénes y por qué pretenden exterminarnos, pero sí sabemos que desde hace ya muchos años venimos siendo víctimas de todos los grupos armados legales e ilegales que existen en Colombia”, señala la comunidad en un comunicado.

Los awá también han levantado su voz de protesta por nuevas amenazas que han recibido miembros de su comunidad, como la ocurrida el pasado 31 de agosto, cuando un grupo de hombres armados, según dicen, llegaron a la casa de uno de los líderes en el resguardo Piedra Sellada, en Tumaco. No lo encontraron, pero dijeron que regresarían.

“Reafirmamos la responsabilidad por omisión del gobierno nacional en estos crímenes, debido a la falta de voluntad política para actuar pertinentemente y buscar proteger física y culturalmente a nuestro pueblo indígena awá”, señalan.

Asimismo, exigen un pronunciamiento desde el gobierno y las Farc sobre los hechos de muerte que se presentaron recientemente y que se evalúen los riesgos a los que están sometidos para no tener que ver partir de manera violenta a más miembros de su comunidad.

“Los indígenas deberíamos morir de viejos, después de cumplir con la misión que nos haya puesto la vida, de haber conocido hijos, nietos y hasta bisnietos. Eso sería lo ideal”, señala una comunidad que en varias ocasiones ha tenido que firmar con la sangre de sus gentes la historia violenta del país.