Las cotizas, los sombreros criollos, los contrapunteos y los cantos de vaquería son parte de las tradiciones llaneras que unen a los colombianos con los venezolanos. Específicamente en Arauca, conservar esta esencia cultural se ha convertido en una causa común entre comunidades, familias e instituciones que buscan la continuidad de su legado.
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“La identidad llanera no es una fiesta, es un modo de vida”, dijo Orlando Ardila, presidente de la Asamblea Departamental de Arauca. “Hoy en día ya no es necesario hacer una soga con la piel de la res ni una parihuela con troncos y sogas, pero esas prácticas eran el día a día de nuestros abuelos. Ahora se están viendo solo en conversatorios o en los eventos culturales, y eso no puede ser lo único que quede”.
Arauca es un departamento fronterizo, marcado por la explotación petrolera, pero también por la violencia de las guerrillas y el desplazamiento y la migración, tanto por las tensiones que se han generado por los actores armados, que han llevado a familias completas a salir, como los jóvenes que se van a ciudades como Bogotá, Medellín y Bucaramanga en busca de una mejor educación. Y aunque algunos regresan para continuar con las ganaderías familiares, son más los que no vuelven, lo que ha reducido la capacidad del relevo generacional tanto en Arauca como en otras ruralidades del país.
Según Ardila, se gradúan apenas la mitad de los jóvenes que inician estudios superiores fuera del departamento, y los que regresan no siempre encuentran oportunidades laborales. Por eso, “el hijo del campesino que trabajó duro para educarlo, probablemente ya no quiera volver a su finca”.
Por ello han buscado entretejer otros arraigos, como el de la llaneridad, lo cultural, lo que caracteriza a la región. “Ya no hay necesidad de hacer una campechana, un chinchorro hecho de cuero o de escarmenar un caballo para domarlo. Hoy hay niños que nunca han visto una soga hecha a mano. ¿Cómo van a entender lo que fue ser llanero si no lo ven, si no lo tocan?”, añadió Ardila.
Por ello, para mantener las costumbres, en algunas instituciones educativas en el municipio de Tame han implementado programas educativos enfocados a resaltar la llaneridad, para mantener el legado de algunas de sus costumbres.
Por otra parte, en el piedemonte araucano refuerzan la asociatividad, lo que les sirve como plataforma efectiva para sacar adelante proyectos económicos de jóvenes en la región. Ya se han consolidado asociaciones de paneleros, de cacaoteros y de lecheros, así como donde se siembra caña, se mantiene entre dos y tres trapiches comunitarios.
La transformación de materias primas también es una apuesta de reactivación económica y de generación de empleo. Llevan más de 100 años enviando ganado en pie. Y hoy les están abriendo puertas para el desposte y procesamiento de derivados cárnicos.
Sumado a esto, y aprovechando que desde 2001, por una ordenanza se declaró el 25 de julio como el Día Departamental del Llanero, desde la Gobernación se ha promovido el espacio como un homenaje a los valores, oficios y costumbres del llano. La fecha fue elegida porque ese día se conmemora la participación de los lanceros llaneros en la Batalla del Pantano de Vargas. “No hay otra que comprometa tanto al llanero con la historia de Colombia”, dijo el historiador Alberto Sabogal.
En 2018, la Ley 1907 transformó esa celebración en un evento de alcance nacional para salvaguardar la identidad cultural llanera: paisajes, expresión folclórica, música, el deporte del coleo y su gastronomía.
Por lo tanto, el fortalecimiento de esas tradiciones se convirtió para Arauca en motor turístico y para sus mismos habitantes en una oportunidad de crecimiento. Adriana Soto, secretaria de Cultura y Turismo, explicó que hoy promueven tres rutas principales: los cantos de trabajo de llano, la ruta del cacao (en municipios como Arauquita, Saravena y Tame) y el avistamiento de aves. “No solo promovemos el evento cultural, sino el rancho, el caballo, el canto y la caminata con el ganado. Todo lo que se vive en la zona rural”, expresó.
Más de 400 vendedores se inscribieron en la última celebración cultural, generando más de 1.000 empleos directos e ingresos cercanos a los $2.000 millones. “Cada sombrero, camisa o alpargata es una forma de visibilizar lo nuestro”, agregó Soto.
Para mujeres como Yadira Machado este tipo de conmemoraciones se convierten en oportunidades para sus emprendimientos, con la venta de dulces tradicionales como el de leche, cortaditas y mamón. “Este espacio es una ayuda para nuestro emprendimiento, para hacerlo más visible y para nuestra economía también”, afirmó.
Sin embargo, la llaneridad no ha estado marcada por tener una representación femenina. “Antes la mujer no se sentía representada en muchas de las actividades del llano, porque el mismo machismo imponía que solo el hombre era el fuerte, el llanero”, aseguró la diputada Maricel Ortiz. Pero el panorama ha cambiado. Las mujeres ahora cabalgan, cantan, organizan, cocinan y lideran muchos de estos espacios. “Ahora se ve a las mujeres en la cabalgata, en jean o en pantalón, montando igual que los hombres. Antes no podían hacerlo, y luego montaban de lado con vestidos”.
Además, la diputada resaltó el valor de la gastronomía como legado femenino: “Aquí en Arauca pueden probar las mejores hallacas, el picadillo… hay una competencia entre matronas por quién prepara el mejor plato. Eso también es llaneridad”.
Lo que se hace visible en Arauca es que defienden la cultura llanera como trabajo, como memoria y como legado. Muestran su amabilidad, su disposición a ofrecer lo mejor de su tierra y a compartir con orgullo lo que son y lo que tienen. “Eso es parte precisamente de nuestra cultura, de nuestra identidad, de lo que significa ser llanero: darle la mano al que llega”, concluyó el gobernador Renson Jesús Martínez.