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El general de los derechos

Este miércoles se cumple un siglo del crimen impune del caudillo liberal Rafael Uribe Uribe. Homenaje al líder, educador y periodista que en 55 años dejó memoria en Colombia.

Redacción País
15 de octubre de 2014 - 05:58 p. m.
El general Rafael Uribe Uribe.    / Archivo El Espectador
El general Rafael Uribe Uribe. / Archivo El Espectador

Hace 100 años, a la una y media de la tarde del jueves 15 de octubre de 1914, nació la leyenda. A 25 metros de la Plaza de Bolívar, sobre la acera oriental del Capitolio, a golpes de hachuela cayó herido de muerte el general Rafael Uribe Uribe. Dos carpinteros ebrios que obraron instigados por las pasiones políticas acabaron con la vida de este hombre histórico. Un defensor de las ideas liberales que en 55 años de vida cumplió un notable destino como educador, periodista, parlamentario o guerrero, dejando en alto su nombre en la memoria de Colombia.

“Al fin la política mató a Rafael”, fue el comentario de su esposa Sixta Tulia Gaviria cuando lo llevaron a su casa, distante a pocas cuadras del sitio del atentado, con cuatro heridas en el rostro y la cabeza. Después de una agonía de 12 horas, según el dictamen de la autopsia, una hemorragia le produjo la muerte. Los asesinos, Leovigildo Galarza y Jesús Carvajal, fueron condenados a 20 años de prisión. Galarza cumplió su pena en Tunja y nunca más se supo de él, Carvajal murió en prisión en Ibagué. Nadie más fue procesado.

Aunque se indagó a 42 personas más porque siempre fue blanco de amenazas, quedó la duda histórica en torno a sí existió autoría intelectual en el asesinato. Su última pelea política fue contra sus propios copartidarios del liberalismo que habían optado por migrar hacia el partido Republicano, mientras él organizó el Bloquismo, que defendió desde su curul de senador por Antioquia. Sin embargo, desde los 17 años, cuando tomó las armas en la guerra civil de 1876, nunca dejó de ser un combatiente por sus convicciones sociales y políticas.

Nacido el 12 de abril de 1859 en la hacienda El Palmar del municipio de Nueva Caramanta —después Valparaíso— , en el suroeste de Antioquia, Rafael Uribe Uribe estudió en Medellín, pero hacia 1873 se trasladó junto a su familia a Buga, entonces perteneciente al Estado Soberano del Cauca. Tres años después, en esta próspera región tuvo su primer encuentro con la historia. En agosto de 1876 en Los Chancos, un valle situado entre Buga y Tuluá, se libró la batalla decisiva de la guerra civil del mismo año y Uribe Uribe tuvo su estreno de coraje.

En apoyo de las fuerzas liberales comandadas por el general Julián Trujillo, defensor del gobierno de Aquileo Parra, el joven Uribe salió herido en una rodilla. Recibió una ración de ayuda, pero años después, recordando este trascendental episodio, recalcó que Trujillo ganó en Los Chancos la presidencia de Colombia, se apresuró a proclamarlo Rafael Núñez y con él regresaron al poder los conservadores. No obstante, en aquel tiempo le valió ser becado en Bogotá, donde concluyó su bachillerato y luego se hizo abogado en 1880.

Al año siguiente volvió a Medellín y comenzó a desarrollar su talante político. Primero como profesor en la Universidad de Antioquia y después como periodista. En esta última actividad encontró el socio ideal, Fidel Cano Gutiérrez. Entre 1881 y 1884, con él fundó tres periódicos: La Unión, La Consigna y El Trabajo. Según su biógrafo Javier Henao Hidrón, en octubre de 1884 creó la Asociación de la Prensa, primer gremio de periodistas en Colombia. Al año siguiente regresó la guerra y pronto Uribe Uribe se sumó a las fuerzas liberales.

Tras la batalla de La Humareda en junio de 1885, que llevó al triunfante presidente Rafael Núñez a anunciar que la Constitución de Rionegro había dejado de existir, a Uribe Uribe no le quedó otro camino que regresar a las actividades agrícolas y secundar a Fidel Cano en su nueva aventura periodística. El Espectador, fundado el 22 de marzo de 1887 con un lema que 127 años después se sigue leyendo en sus páginas: “El Espectador trabajará en bien de la patria con criterio liberal y en bien de los principios liberales con criterio patriótico”.

Cuando el régimen de La Regeneración impuso la ley 61 de 1888, que recortó las garantías fundamentales y en vigoroso editorial Fidel Cano la bautizó la Ley de los Caballos, Uribe le dedicó siete discursos en la Cámara para apoyarlo. En 1891 estuvieron juntos en el Directorio Liberal de Antioquia. Dos años más tarde, en aplicación de esa ley, Uribe fue expulsado de su departamento. Fidel Cano fue confinado 18 meses en la cárcel de Envigado. Enarbolando de nuevo las banderas del liberalismo, más temprano que tarde Uribe regresó a la guerra.

Esta vez fue la confrontación de 1895, que en 60 días resolvió en su favor el autoritario gobierno de Miguel Antonio Caro. Después de cinco meses en la cárcel de Cartagena, en mayo de 1896 reincidió en la política y salió elegido representante a la Cámara. Único liberal contra 60 conservadores. En solitario, defendiendo la igualdad o la tolerancia y, a partir de 1898, desde su periódico El Autonomista, buscando que el liberalismo tuviera un espacio en Colombia. Cuando esta causa se hizo imposible, volvió el fragor de la guerra.

En esta ocasión, la fratricida guerra de los Mil Días entre 1899 y 1902, que arruinó al país, dejó miles de víctimas y en el descrédito a los partidos políticos. Un agitado momento de la historia nacional en el que Uribe, de la misma manera como protagonizó actos de heroísmo en la batalla o de confrontación personal con otros líderes de la insurrección, tuvo la grandeza de entender la urgencia de la paz y después advertirle al país lo que un año después habría de suceder con Panamá y la desafortunada intervención de Estados Unidos.

En 1905, en medio de las críticas de sus copartidarios, Uribe Uribe aceptó ser ministro plenipotenciario del gobierno conservador de Rafael Reyes ante Chile, Argentina y Brasil. Por un tiempo se alejó de las pasiones políticas en Colombia y estudió a fondo los avances sociales de otras naciones. Regresó al país en 1907 y casi de inmediato volvió al Congreso. Cuando cayó el gobierno de Reyes en 1909 y la constituyente del año siguiente le abrió paso a la Unión Republicana, Uribe emprendió su última lucha periodística y política.

En 1911, firme en su curul de senador, fundó el periódico El Liberal y, ante la arremetida de la iglesia Católica, un año después publicó su libro De cómo el liberalismo político de Colombia no es pecado. Además, fue cuando organizó el Bloquismo para oponerse a sus copartidarios que habían decidido migrar hacia la Unión Republicana. En las elecciones de 1914, mientras aquellos apoyaron a Nicolás Esguerra, él decidió sumarse a la causa de José Vicente Concha, quien salió ganador. Desde ese momento se multiplicó el número de sus enemigos.

Lo demás fue el itinerario de un crimen anunciado. La prensa liberal no le dio tregua. Los conservadores nunca dejaron de fustigarlo. La iglesia lo señaló desde los púlpitos. Hasta la Policía lo abandonó a su suerte. Fiel a sus convicciones, hasta el 15 de octubre de 1914, Uribe Uribe defendió a la clase trabajadora pese a que sus detractores alcanzaron a decir que la perseguía. Cuando Galarza lo atacó con la hachuela se le oyó decir: “usted es el que nos tiene fregados”. El odio, la calumnia y la envidia segaron la vida de un liberal verdadero.

Por Redacción País

 

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