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El ICBF regional Tolima recibió 419 niños de Armero en 1985

Así lo aseguró Yesid Arciniégas Rincón, quien se desempeñaba como director regional del ICBF cuando ocurrió la tragedia. Afirmó que no entregó niños en adopción a familias extranjeras.

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Olga Lucía Garzón Roa
14 de noviembre de 2015 - 01:06 a. m.
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Unas 236 familias en el país aseguran que sus hijos, nietos o hermanos, menores de edad, sobrevivieron a la avalancha que se produjo tras la erupción del volcán Nevado del Ruiz hace 30 años. Aseguran haberlos visto en noticieros, fotografías de prensa o que testigos dicen que los vieron. Pero nunca volvieron a sus hogares.

Por esa razón, la Fundación Armando Armero se ha dado a la tarea de recolectar estos casos y hoy intenta, a través de un banco de ADN, cotejar las muestras de quienes se buscan entre sí para saber si son familia. La organización dice que, al parecer, el ICBF cometió irregularidades con los menores que llegaron a sus sedes tras sobrevivir a la tragedia y los dio en adopción.

El Espectador habló con Yesid Arciniégas Rincón, quien se desempeñaba como director del ICBF, regional Tolima, el 13 de noviembre de 1985. Hoy el jefe de Patología en la clínica Tolima, de Ibagué, dice que en esa ciudad solo se dio en adopción a un niño.

¿Cómo recuerda ese 13 de noviembre de 1985?

Después de la avalancha de Armero, el Ejército y la Policía bloquearon las entradas a la zona del desastre. Los únicos que podían acceder eran los rescatistas de todas las entidades de emergencia y fueron ellos quienes recuperaron la zona de la catástrofe. En el caso de la regional Tolima, 419 niños nos fueron entregados.

¿Cómo se organizó el recibimiento de los niños y qué sucedía con ellos una vez estaban en manos del ICBF?

Había un sitio de recepción en Lérida, integrado por abogados, trabajadoras sociales, auxiliares y nutricionistas en correlación con las autoridades de salud. A cada niño se le abría una historia clínica y social. Los lesionados eran trasladados al hospital Federico Lleras de Ibagué. Fueron ocho días sin interrupción, las 24 horas, haciendo esta labor. Algunos fueron reclamados allí por sus parientes. Una semana después, los que todavía estaban con nosotros, fueron trasladados a la sede del ICBF de Ibagué, donde muchas familias, de manera espontánea y generosa, se ofrecieron a aceptar a algunos niños en calidad de Hogar Amigo, sin mediar remuneración económica, ni siquiera interés de adopción.

¿Cuál fue el destino de estos niños?

Muchos menores de 4 años en adelante daban razón sobre su familia, quiénes eran, dónde vivían y se iban ubicando a medida que iban reconociendo y encontrándose con parientes.

¿Y los más pequeños?

Se entregaban por referencias de amigos o familiares que los reconocían. De esta forma fueron saliendo. La gente seguía llegando a verlos, a identificarlos.

Se dice que hubo una feria de niños por parte del ICBF.

No fue una feria. Semanalmente los menores se exponían ante personas que buscaban niños extraviados. También se daban avisos radiales y la prensa asistía. Tomaban videos y fotos que publicaban. Esta fue una de las formas usadas para lograr que recuperaran sus hogares.

¿Cómo garantiza que los niños fueron entregados a sus familiares reales?

Para la época todavía no se hacían pruebas de ADN, se usaba la parte testimonial, es decir, se escuchaban varias personas sobre un mismo niño, con el objeto de corroborar su origen.

Muchas personas vieron a sus hijos vivos en imágenes de prensa, pero nunca los hallaron. ¿Cree que pudo el ICBF equivocarse en la entrega de los menores?

Eso tenía un proceso. Había abogados interviniendo en la parte jurídica. Nadie puede decir que alguien llegaba y decía: “este niño es mío” y se lo llevaba.

¿Pudo prestarse esto para que incluso fueran sacados del país de manera irregular?

Sacar un niño del país no es nada fácil. Si, por ejemplo, una madre va a viajar al extranjero y resulta que no le pidió la autorización al padre, o viceversa, simplemente el niño no sale. Ese permiso debe estar autenticado ante notario, y si el niño es adoptado, al momento de salir debe presentar copia de la sentencia.

¿Pero se dieron niños en adopción?

En mi regional, hablo de Ibagué, solamente hubo una adopción. Recuerdo que fue un niñito de un año y medio que no fue reconocido por nadie. Tal vez estaba de paso con sus padres en Armero porque ninguna persona dijo haberlo visto o conocerlo. Él fue adoptado por una familia colombiana capaz de protegerlo. Hubo dos niños más que tampoco encontraron familia y fueron protegidos probablemente hasta los 18 años.

Hay testimonios de padres y de niños, hoy adultos, que fueron llevados al extranjero, entregados por el ICBF.

En el Tolima no. Nunca oí hablar de eso. Eso hubiera sido un escándalo. Y claro que en la época hubo adopciones por parte de extranjeros, pero de niños que no eran de Armero.

Se han conocido a través de la prensa varios casos de jóvenes que han llegado de otros países a Colombia en busca de sus raíces, después de que sus padres adoptivos les han confesado su condición de adoptados y de víctimas de la tragedia. ¿Cómo se explica? ¿Por qué negar que se otorgaron adopciones a extranjeros?

Yo les respondo por lo que yo recibí, pero hubo migraciones hacia Guayabal y Mariquita y allá el ICBF nacional organizó otro grupo. Allá llegó mucha gente. Incluso hubo personas que las sacaron hasta Bogotá. Tengo familiares que fueron ayudados allá en Bogotá.

¿Entonces las adopciones se pudieron otorgar en estos municipios?

Puede haber casos, pero no lo puedo corroborar. Es curioso que la gente hable pero no dice nada concreto. No hay pruebas formales.

Se habla de irregularidades en el ICBF. ¿Qué puede decir?

Eso siempre se ha dicho como charla en cafés, como comentario de esquina por gente que no tuvo información directa de lo que pasaba.

¿Conoce la labor de la Fundación Armando Armero?

No la conozco, pero ahora que usted me cuenta puedo decir que me parece excelente. Si hay gente buscando familiares y puede confirmarse la identidad a través de ADN, excelente.

¿Sabe que la fundación ha denunciado más de 236 casos de niños perdidos?

No tengo noticias de esto.

¿Qué pasó con el libro rojo?

No conocí un libro rojo. Lo que se hizo fue un documento, un gran expediente donde reposa cada historia. Fue una gran labor.

¿Qué puede decirles a cientos de padres que buscan a sus hijos y a los hijos que buscan a sus padres?

Yo puedo decirles que protegimos a los niños hasta que los entregamos a sus familiares. Fue una situación eficiente y ejemplar en cuanto a la responsabilidad del ICBF respecto a su deber de proteger a los niños que resultaron abandonados transitoria o definitivamente. Yo mismo fui perjudicado porque tenía un sobrino de 17 años que salió de su casa en Armero, y nunca se volvió a saber de él.

(Vea acá el especial de El Espectador sobre los 30 años de la tragedia de Armero)

Por Olga Lucía Garzón Roa

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