A las 5:45 a.m. del 14 de noviembre de 1985, Leopoldo Guevara Sepúlveda vio desde la avioneta que piloteaba algo difícil de creer: Armero había desaparecido. “Era un espectáculo dantesco, fue algo increíble lo que se vio. Haga de cuenta una laguna grandísima llena de barro y la gente sumergida hasta el cuello, subiendo los brazos y pidiendo auxilio”.
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Guevara, quien para ese entonces era el presidente de la junta de la Defensa Civil de Venadillo, fue la primera persona en dimensionar la tragedia que había ocurrido la noche anterior en Armero, donde una gran cantidad de lodo, acompañado de rocas y escombros, que produjo la erupción del volcán Nevado del Ruiz, arrasó con el municipio donde murieron más de 22.000 personas y al menos 5.000 resultaron heridas.
Él fue uno de los cientos de rescatistas que en los siguientes días apoyo la búsqueda de las víctimas de la catástrofe natural más mortal en Colombia, que no solo replanteó la vulcanología en el país, sino que además evidenció la necesidad de regular la gestión del riesgo y de crear un sistema para la prevención y atención de desastres.
La alerta
Al alcalde de Armero, Ramón Rodríguez, también lo conocían como “Moncho” o “el loquito del volcán”. Meses antes de la tragedia había dedicado gran parte de su tiempo a advertir a las autoridades sobre el riesgo inminente que corría el municipio por una posible erupción del volcán.
Tocaba las puertas de la gobernación del Tolima y del Gobierno Nacional, y con el paso del tiempo se fue llenando de más argumentos. Primero, con los antecedentes de erupciones pasadas, en 1592 y 1845, de las que había registros de más de mil muertos, y luego con todo lo que se dijo en un debate en el Congreso de la República, dos meses antes de la tragedia, cuando se pidió prestarle atención al riesgo que corría el municipio a menos de 50 kilómetros del volcán.
“A él no le pararon muchas bolas, porque decían que eso no iba a pasar nada, que eso era fantasía y que lo que buscaba era protagonismo, pero ese era el tema de él”, recuerda Guevara.
Sin embargo, el alcalde no era el único atento a lo que pasaba en el volcán. Desde hacía meses, varios investigadores analizaban señales dentro del cráter Arenas, que llevaba 69 años inactivo. Entre estas se destaca actividad sísmica y el cambio del color de la nieve a amarillo. Por ello se hizo un mapa de riesgo, que evidenciaba la situación a la que se enfrentaba Armero, pero que no se alcanzó a presentar a tiempo.
La tragedia
El 13 de noviembre, recuerda Guevara, desde muy temprano comenzó a caer ceniza sobre Armero. En la tarde, sobre las 4:00 p.m., ya había material piroclástico y arena. “Por eso decidí viajar a Venadillo (a menos de 25 kilómetros) para organizar a mi equipo y en algún momento prestar alguna ayuda a los compañeros de Armero”.
Como en esa época no existían herramientas para monitorear el volcán en tiempo real ni sistemas de gestión de emergencias de reacción, la primera alarma fue con la frase con la que el presentador Hernán Castrillón Restrepo cerró el noticiero TV Hoy de la noche: “parece que hizo erupción el Nevado del Ruiz”.
Guevara señala que llamó al director de la Defensa Civil de entonces, Guillermo de la Cruz, para organizar una comisión que fuera Armero, pero no lo autorizó, por lo que se fue con otros compañeros en un carro particular a Lérida, donde ya había mucho temor. “Poco después de las 11:30 p.m. llegamos al cruce de la Y, donde se va a Armero o hacia el Líbano, y ya había mucho barro que estaba bastante caliente, y olor a azufre. Metros más adelante encontramos a cuatro personas sobre el capó de un carro a las que rescatamos, pero no pudimos avanzar más, porque no sabíamos si el puente a Armero seguía en pie”.
A las 4 de la mañana se decidió que Guevara sobrevolaría Armero desde una de las avionetas de fumigación. Junto al capitán Francisco Rivera, sobrevoló primero Lérida y luego Armero, donde vieron la imagen que se describió al principio.
Intentaron aterrizar, pero no lo lograron, por lo que lo hicieron en una inspección cercana llamada La Sierra. “Llegué a Telecom y todo el mundo quería hablar por teléfono, pero en esa época las comunicaciones eran críticas porque la comunicación era por clavijas. Yo decidí llamar a los números que de la Cruz me había dado y me comuniqué con presidencia”.
Habló hasta con el presidente Belisario Betancur, pero nadie le creyó, además llamó a Yamid Amat, quien impresionado por la información solo lo regañó. Finalmente, terminó hablando con el comandante de la Sexta Brigada del Ejército, quien decidió irse inmediatamente para el lugar.
“Cuando llegó el general en el helicóptero estaba llorando. Se sentó en una piedra. Luego de eso empezamos a hacer los helipuertos sobre la azotea del hospital y otro por el cementerio, cerca de donde después fue que se encontró a Omayra”, añadió Guevara.
Organización y rescate
Al principio hubo descoordinación, porque comenzaron a llegar varias entidades, entre la que estaba la Cruz Roja, la Policía Cívica y Bomberos, pero con el paso del tiempo se determinaron frentes de rescate y se agilizó el envío de los heridos a Lérida, donde se armó el primer hospital improvisado al que remitieron víctimas.
Al francés Piére Marie lo envió Médicos Sin Fronteras a Armero. “Cuando me dijeron que tenía que viajar a Colombia a buscar miles de personas bajo los escombros me estremecí”. Lo mandaron con dos máquinas deslizadoras que sirven para remover el lodo, pero “fue difícil por la temperatura de Armero y por la cantidad impresionante de lodo, el cual se secó rápidamente y quedaron miles de personas atrapadas, sin poder salir”.
Posteriormente, apoyaron con la instalación de brigadas de salud en Lérida y Líbano, así como levantaron una clínica para la atención en Mariquita. Fue un año atendiendo la devastación que dejó Armero.
Lo que quedó
De toda la tragedia, Guevara resalta una situación que les dio un respiro. Durante la emergencia él y su equipo se quedaron en lo que quedó del hospital de Armero, allí no solo encontraron agua y vitaminas con las que lograron mantener las fuerzas para apoyar por tres días los rescates, sino que además hallaron la sala de cirugía intacta, donde había mujeres recién paridas, sanas y salvas, con sus hijos en brazos.
La situación en Armero puso a todo el país a analizar la gestión de riesgos. Tal fue así que en enero siguiente, Guevara estuvo el primer congreso de desastres naturales en Chile, en el que se comenzaron a plantear los sistemas de atención, “porque no había nada, planes ni nada. Así se comenzó, incluyendo la capacitación de la gente, porque antes todo dependía de la iniciativa nuestra”.
El rescatista considera que si estos sistemas hubieran existido, se habrían salvado más vidas, incluida la de Omayra, quien careció de asistencia especializada y maquinaria que facilitara su rescate.
Al respecto, el Mayor Luis Fernando Vélez, director de la Defensa Civil del Tolima, asegura que se ha avanzado mucho después de la tragedia de Armero en planes de reducción de riesgos para evitar tragedias similares. Por ejemplo, con el volcán Nevado del Ruiz ahora tienen acceso a monitoreos constantes y constante comunicación con las comunidades cercanas.
“El año antepasado hubo una amenaza de erupción y hay se pudieron evidenciar los planes de respuesta de cada municipio del área de influencia del volcán, por el riesgo que se puedan formar lahares por las rondas ríos que nacen en el Ruiz. Estos pueden causar movimientos en masa o represamientos de agua que puedan generar otras condiciones. Todo eso lo tenemos monitoreado y acciones establecidas de acuerdo con las alertas que emita el Servicio Geológico para la evacuación de personas y más”.
Tras la tragedia de Armero también se creó el Sistema Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (SNGRD), que articula a diferentes entidades públicas, privadas y comunitarias en la atención del riesgo, la mitigación y la respuesta ante desastres. Además, el hecho dio pie para la consolidación de la Ley 46 de 1988, que dio origen a la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo (UNGRD).
Pese a esto aún queda mucho por trabajar. El actual director de la UNGRD, Carlos Carrillo, ha advertido que aunque se cuenta con un sistema de monitoreo volcánico robusto, falta garantizar respuestas efectivas, pues persisten problemas en los ordenamientos territoriales, así como siguen siendo comunes los asentamientos en zonas de riesgo. A esto se suma la falta de recursos económicos para atender emergencias de gran magnitud.
Este jueves 13 de noviembre, cuando se conmemoren los 40 años de la tragedia de Armero se reconocerán a más de 30 hombres y mujeres que participaron en las labores de búsqueda y rescate en 1985, incluyendo a Guevara, así como se espera que se acuerden nuevos compromisos para garantizar que desastres como este no se vuelvan a presentar.