El renacer del cerro El Venado

En los últimos cuatro años los pobladores de Yopal (Casanare) han presenciado la peor tragedia ambiental en el país. El inclemente sol ha causado que miles de animales mueran por las altas temperaturas y la escasez de agua. Diez de las once quebradas que están ubicadas en el cerro El Venado se han secado; sólo queda La Calaboza, que se ha convertido en una de las fuentes hídricas más importantes de la ciudad, ya que abastece a buena parte de la región, a pesar de que el sistema de acueducto es deficiente.

Pero detrás de la labor, que ha permitido que La Calaboza siga siendo uno de los yacimientos más prolíficos de Yopal, está Luis Emilio Lizarazo, un guardabosque que se ha encargado, desde la Fundación Cerro El Venado, de conservar, restaurar y embellecer el ecosistema del municipio. Han sido casi tres años dedicados a la reforestación, en los que se han sembrado 7.600 árboles de diversas especies: cedros, nogales, melinas, para conservar viva la fuente hídrica, y que prometen recuperar las otras diez quebradas que se han secado.

Cada 15 días Luis Emilio sube la montaña con algunos estudiantes del municipio para que cada uno de ellos siembre un árbol, una jornada que empieza muy temprano y que va hasta cuando cae el sol. “Cada árbol que siembran lo hacen con cariño, lo hacen con amor. Saben que van a tener un amigo”, que con el paso del tiempo irá creciendo y podrán contemplar a lo lejos de la cima. “Luis Emilio me ha enseñado a recuperar este tesoro tan grande, conocido como el cerro El Venado”, afirma Manuel Fernando Galvis, uno de los niños que han participado en esta jornada y que, en compañía de su profesora, Nubia Castillo, desean continuar con la tarea, comprometidos con la recuperación de la flora y la fauna del municipio, las cuales hacen parte del patrimonio natural de Colombia.

Para este guardabosque el cerro se ha convertido en su hogar, literalmente. Se ha mudado a la montaña con un morral y una hamaca, y sólo baja a la ciudad por los alimentos que han donado los pobladores del municipio, pues es la única retribución que recibe. “Realmente es una persona que está dando su vida, su quehacer diario, y no tiene una retribución económica”, asegura Jairo Vargas, empresario de la zona.

“La idea es recuperar las quebradas, traer la fauna, los animalitos nuevamente, y volver todo el cerro El Venado patrimonio de Yopal, patrimonio de Casanare y una flora de bastante admiración”, concluye Luis Emilio, quien nació en el Meta pero ha adoptado al departamento del Casanare como su primer hogar, y quien recibe la admiración de los habitantes por reducir la deforestación, la urbanización indiscriminada y los incendios forestales, pero, sobre todo, por concientizar a los ciudadanos sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. De eso está seguro Víctor Eduardo Gil, quien es integrante de la Defensa Civil de Casanare y no duda en admitir que Luis Emilio “es uno de los mejores ecologistas que he conocido y uno de los más entregados. Él vive de la montaña. Nunca había conocido una persona que viviera al lado de sus árboles y que los cuidara tanto como los cuida él”.

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En los últimos cuatro años los pobladores de Yopal (Casanare) han presenciado la peor tragedia ambiental en el país. El inclemente sol ha causado que miles de animales mueran por las altas temperaturas y la escasez de agua. Diez de las once quebradas que están ubicadas en el cerro El Venado se han secado; sólo queda La Calaboza, que se ha convertido en una de las fuentes hídricas más importantes de la ciudad, ya que abastece a buena parte de la región, a pesar de que el sistema de acueducto es deficiente.

Pero detrás de la labor, que ha permitido que La Calaboza siga siendo uno de los yacimientos más prolíficos de Yopal, está Luis Emilio Lizarazo, un guardabosque que se ha encargado, desde la Fundación Cerro El Venado, de conservar, restaurar y embellecer el ecosistema del municipio. Han sido casi tres años dedicados a la reforestación, en los que se han sembrado 7.600 árboles de diversas especies: cedros, nogales, melinas, para conservar viva la fuente hídrica, y que prometen recuperar las otras diez quebradas que se han secado.

Cada 15 días Luis Emilio sube la montaña con algunos estudiantes del municipio para que cada uno de ellos siembre un árbol, una jornada que empieza muy temprano y que va hasta cuando cae el sol. “Cada árbol que siembran lo hacen con cariño, lo hacen con amor. Saben que van a tener un amigo”, que con el paso del tiempo irá creciendo y podrán contemplar a lo lejos de la cima. “Luis Emilio me ha enseñado a recuperar este tesoro tan grande, conocido como el cerro El Venado”, afirma Manuel Fernando Galvis, uno de los niños que han participado en esta jornada y que, en compañía de su profesora, Nubia Castillo, desean continuar con la tarea, comprometidos con la recuperación de la flora y la fauna del municipio, las cuales hacen parte del patrimonio natural de Colombia.

Para este guardabosque el cerro se ha convertido en su hogar, literalmente. Se ha mudado a la montaña con un morral y una hamaca, y sólo baja a la ciudad por los alimentos que han donado los pobladores del municipio, pues es la única retribución que recibe. “Realmente es una persona que está dando su vida, su quehacer diario, y no tiene una retribución económica”, asegura Jairo Vargas, empresario de la zona.

“La idea es recuperar las quebradas, traer la fauna, los animalitos nuevamente, y volver todo el cerro El Venado patrimonio de Yopal, patrimonio de Casanare y una flora de bastante admiración”, concluye Luis Emilio, quien nació en el Meta pero ha adoptado al departamento del Casanare como su primer hogar, y quien recibe la admiración de los habitantes por reducir la deforestación, la urbanización indiscriminada y los incendios forestales, pero, sobre todo, por concientizar a los ciudadanos sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. De eso está seguro Víctor Eduardo Gil, quien es integrante de la Defensa Civil de Casanare y no duda en admitir que Luis Emilio “es uno de los mejores ecologistas que he conocido y uno de los más entregados. Él vive de la montaña. Nunca había conocido una persona que viviera al lado de sus árboles y que los cuidara tanto como los cuida él”.

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