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En los últimos dos años, alrededor de un millón de migrantes de diferentes nacionalidades han cruzado el tapón del Darién. La situación ha causado emergencias en diferentes momentos por cuenta del represamiento de personas en municipios como Necoclí y Acandí, que son claves en el tránsito hacia Centroamérica. La cuestión es que este año la situación cambió. Entre enero y febrero, 2.637 migrantes cruzaron la frontera, según Migración Panamá; es decir, menos del 90 % de los que han pasado en el mismo periodo en los últimos años. En contraste, lo que ha ocurrido es que ha aumentado el número de quienes decidieron regresar.
Esto último lo corroboran cifras de Migración Colombia, que esta semana reveló que 1.885 personas tomaron, entre el 15 de enero y el 28 de febrero de este año, las lanchas que ha dispuesto el Gobierno Nacional para trasladar a las personas que regresan por el Darién y que, ya en Colombia, son llevadas hasta Necoclí y Turbo para que puedan continuar con su tránsito, pero detrás de esto hay varios cuestionamientos por cuenta del éxodo que se pueda comenzar a presentar.
La reducción
Pese a que se esperaba que tras las elecciones en Venezuela aumentara el número de personas que saldrían del vecino país, lo que se evidenció en el segundo semestre del año pasado fue una fuerte reducción de quienes toman la selva en su camino a Estados Unidos. Por ejemplo, mientras que en enero transitaron alrededor de 36.000 por el tapón del Darién, en noviembre solo fueron cerca de 11.000. Esto se dio en paralelo al endurecimiento de las medidas en Panamá para los migrantes y la instalación de cercas dentro del Darién para regular el tránsito por un solo sector. A esto se sumó la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.
Con la cancelación del CBP One, que era la aplicación que permitía ingresar legalmente a los migrantes indocumentados a Estados Unidos, y la suspensión del Estatus de Protección Temporal (TPS), que se estaba entregando a los venezolanos, varios de los migrantes en tránsito, no solo de dicho país, han decidido retornar a sus lugares de origen.
El éxodo se comenzó a sentir en la frontera sur de México, en donde, primero, a los albergues para migrantes dejaron de llegar personas masivamente. “Hace dos meses se tenían casi que 2.000 personas al día y ahorita tenemos como 100″, dijo a CNN Olga Sánchez, directora del albergue Jesús El Buen Pastor de Tapachula.
Para Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, hay un desconcierto de los migrantes por el tono del presidente estadounidense, “principalmente por la criminalización. Lo que hicieron con el presidente de El Salvador (trasladar migrantes venezolanos a la cárcel de los pandilleros en el país centroamericano) es mediático y con el objetivo de impartir miedo sin medir las consecuencias. Es un mensaje muy fuerte para las personas que persiguen el sueño americano, especialmente para los venezolanos porque les dicen que los van a tratar diferente, no por ser delincuentes, sino simplemente por su nacionalidad”.
Luego, en febrero, el presidente de Panamá, José Raúl Mulino Quintero, resaltó que en ese mes ingresaron más de 2.000 migrantes a ese país por Costa Rica, por lo que ambos Estados acordaron un protocolo de retorno, que incluye la implementación de buses para el transporte “humanitario y regulado” de los migrantes al centro de atención de Lajas Blancas, en el tapón del Darién.
De acuerdo con Elías Cornejo, coordinador del servicio de migrantes de Fe y Alegría Panamá, en su país se evidenció una situación similar a la del sur de México desde diciembre, es decir, que comenzaron a llegar muchos menos migrantes, que iban del sur al norte del continente. Mientras, las últimas semanas indican que por lo menos 2.000 personas llegaron a Lajas Blancas, buscando cruzar a Colombia.
“Nosotros calculamos que hasta mayo se movilizarán entre 7.000 y 10.000 personas. Ya han pasado más de 2.000 por las nuevas políticas, pero creemos que muchas más saldrán en los próximos meses de México. Esto es bastante difícil, porque ya se encuentran en condiciones vulnerables, pero deben gastar lo que no tienen para hacer la migración inversa”, añade Cornejo.
El panameño añade que no hay que olvidar que, en medio de esto, el presidente Mulino anunció el cierre de los albergues para migrantes, lo que dificultaría los procesos de quienes hacen la migración a la inversa que, a diferencia del viaje de ida, ahora también deben costear el tránsito por Panamá hacia la frontera con Colombia.
De La Miel a Capurganá
Tiktok ha vuelto a ser importante para quienes realizan la migración inversa. Al tratarse de una situación relativamente nueva y que no se da de manera masiva, muchas son las especulaciones que se forman, por lo que los migrantes que buscan volver a su país ahora buscan las experiencias de quienes han vuelto, así como esperan transporte humanitario, ante la negativa de cruzar nuevamente la peligrosa selva del Darién.
A Lajas Blancas llegaron alrededor de 2.000 personas, según organizaciones del lado panameño del tapón. Allí ya hay nuevas rutas, así como ya se reconfiguró el negocio del transporte para el regreso. En redes sociales, los migrantes señalan que de Lajas Blancas hay que tomar un bus hasta Llano Cartí o Puerro Obaldía, para desde allí caminar o tomar una lancha hasta La Miel, desde donde sale una embarcación directa hasta el corregimiento de Capurganá, en Acandí, desde donde se están trasladando a los migrantes a Necoclí y Turbo.
Por subirse a las lanchas les están cobrando hasta 230 dólares, por lo que en el camino se han ido quedando los que no tienen recursos para devolverse.
Habitantes de Capurganá señalan que no solo están llegando por el mar sino también caminando, por lo que estiman que a este punto están entrando alrededor de 60 y 70 personas que día a día se aglomeran en la sede de Migración Colombia a la espera de ser censados y enviados a Necoclí y Turbo. De allí salen las cifras que esta semana entregó Migración y que evidencian que de los 1885 migrantes que han retornado, 1585 son venezolanos, seis peruanos, dos chilenos y dos nigerianos. Además, 298 son menores de edad.
Al respecto, el personero de Acandí, Karim Arriaga, ha señalado que lo que se ha buscado es que los migrantes no se queden en estos municipios fronterizos, sino que así como llegan se les pueda brindar asistencia humanitaria de las personerías y las alcaldías para que puedan seguir su tránsito. El problema radicaría en que si aumenta la migración inversa, los municipios puedan atender la demanda.
Por su parte, el secretario de Gobierno de Necoclí, Johann Eduardo Watcher, añade que existe un riesgo, pues es cierto que ha aumentado el número de personas que están regresando, pero por ahora todo avanza con normalidad, debido a que están fluyendo los migrantes que han llegado al puerto del municipio.
El tema que ha abierto debate fue el accidente que se registró el pasado 21 de febrero en los límites entre Colombia y Panamá, donde una embarcación que transportaba migrantes naufragó, lo que dejó como resultado una niña muerta, por lo que se ha pedido tomar acciones contundentes para atender a los migrantes.
Al respecto, el experto Ronal Rodríguez añade que no cree que se presenten picos migratorios como los que se vieron en el pasado por el Darién, ni de caminantes, pero considera que es importante tener en cuenta que ahora los migrantes, especialmente los venezolanos, tratan de pasar desapercibidos en el tránsito, a lo que se suma que en Colombia en este momento no hay instrumentos para conocer en cifras cómo se está dando la migración, por lo que se requiere que este gobierno se comprometa a atender el fenómeno.
“Se desconoce un poco la dinámica venezolana y que sigue siendo un país en emergencia humanitaria de la que siguen saliendo personas. Además hay unos reflujos debido al endurecimiento de la legislación en China contra los migrantes, la xenofobia que ha ido en aumento en Perú y las condiciones de seguridad que se presentan en Ecuador”, indicó Rodríguez.
En los municipios cercanos al Darién, los consejos comunitarios de la zona pidieron prestar atención al flujo, pues temen que las rutas de regreso de los migrantes sean cooptadas nuevamente por actores armados, así como piden que se tomen acciones preventivas para que no se repitan situaciones como las que se vieron durante los más altos picos migratorios por el Darién, en los que cientos de personas terminaron asentadas en carpas sobre la playa.
Sobre el tránsito dentro de Colombia, el presidente panameño Mulino abrió la posibilidad de que se envíen vuelos humanitarios a Cúcuta con migrantes venezolanos, debido a que ese país no tiene relaciones con Venezuela, pero desde Colombia, el alcalde de la capital nortesantandereana, Jorge Acevedo, aseveró que su ciudad no tiene cómo recibir a estas personas.
“Si esta operación se llega a dar, el Gobierno Nacional debe garantizar los recursos necesarios para atender a esta población. Cúcuta ya está desbordada por la crisis en el Catatumbo y no cuenta con la capacidad suficiente para recibir un flujo adicional de migrantes sin apoyo financiero y logístico”, manifestó el mandatario.
A la espera de una nueva reunión entre Petro y Mulino, Rodríguez señala que es importante tener en cuenta que ante las condiciones tanto en Estados Unidos como en la región, habrá un reacomodamiento para la que el país no está preparada. “En Colombia el presidente le da la espalda al tema. Hay una inercia, pero no una política. Los anuncios son insuficientes y no hay voluntad política en esta coyuntura, en la que los gobernantes locales han dejado de hablar de la migración, porque sienten que les quita votos”.
