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Don vítor no permitió en la infancia de sus hijos varias cosas que cualquier campesino en la sabana hubiera hecho. Sus hijos no portaron cuchillo en la cintura: solo hasta cuando tuvieron volantones.
No fueron a fiestas de la vereda solos.
Don Vítor no permitió en casa refranes o groserías de sus hijos. Don Vítor les inculcó el respeto por los mayores, por lo ajeno y por la sociedad.
No permitía que sus hijos entraran en conversas de los mayores. “Vaya a ver si la marrana puso un huevo”, decía cuando uno de chino estaba por ahí cerca de donde los mayores estaban hablando.
Inculcó no repetir lo que se oía en la vereda. Dicen que fue muy buen hombre de trabajo’e llano, aunque no tuvo ganao ni bestias.
Jembrero hasta con la sombra. No fue bueno por los puños. Le enseñó a sus hijos que la palabra DON es un acto de respeto. Aún es buen conversador. Fue descuidado con la fiel, entregada y abnegada mujer que Dios le dio: la profe Carmen.
Don Vítor es un bojote de errores, pero más errores debo tener yo como hijo.
Don Vítor es mi papá y en el mes del padre saco este campito pa’ saludarlo y pedirle a Dios por su bienestar.
¡Dios guarde al llanero campesino!
*Cantautor llanero