Debajo de cultivos de coca yacen los restos de recolectores de la planta. Entre 1999 y 2004 centenares de raspachines -el eslabón más débil de la cadena del narcotráfico- fueron masacrados por paramilitares o guerrilleros que los acusaban de recolectar "la mata" para el enemigo. Un número indeterminado de cuerpos quedó sin identificar en estos campos cocaleros.