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David Alejandro Villa Mendoza, colombiano de 18 años, fue asesinado y calcinado en Brasil. El joven barranquero había viajado el mes pasado a ver un partido de Atlético Nacional por la Copa Libertadores. Su cuerpo fue hallado el 10 de mayo en la ciudad de Ponta Porá, cerca de la frontera con Paraguay. Viajó con tres amigos, pero se separó de ellos por algunas horas antes de su desaparición.
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Fernanda Mendoza, su madre, relató que el joven fue identificado por sus amigos gracias a una gorra verde con distintivos de la barra y por una parte del rostro que no fue alcanzada por el fuego. Confirmó que recibió una fotografía del cadáver el 14 de mayo. “Me mandaron una foto preguntándome si él era mi hijo. Reconocí su cara y lamentablemente sí era él. Me hicieron reconocimiento que el cuerpo era de mi hijo, que fue totalmente quemado”, dijo a El Tiempo.
David era barrista de la hinchada “Tatico Nacional” desde los 12 años. Según su madre, viajó de forma informal con sus amigos, “colgándose de mula en mula”, como suelen hacer los jóvenes barristas.
El grupo se quedó en Brasil tras el partido entre Atlético Nacional y Sport Club Internacional. Durante su estancia, se desplazaron por varias zonas hasta llegar a Ponta Porá. Allí, el joven fue reportado como desaparecido el 10 de mayo. Al día siguiente, las autoridades encontraron un cuerpo calcinado en el sector conocido como Favelinha.
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La Policía Civil de Ponta Porá capturó a un sospechoso, de 25 años, quien fue visto con David poco antes del crimen. El detenido dijo conocerlo solo de vista y aseguró que solían reciclar materiales y consumir drogas juntos. La principal hipótesis que maneja la familia es una riña entre barras bravas, aunque la información sigue sin esclarecerse.
Fernanda Mendoza insiste en que su hijo fue asesinado por razones relacionadas con el fútbol. Los amigos que viajaron con David ya regresaron a Colombia, pero no han ofrecido detalles de lo ocurrido. La madre ahora se enfrenta a repatriar las cenizas del joven. Los costos del proceso oscilan entre 25 y 45 millones de pesos. “Lo que yo quiero es tener la posibilidad de despedirme de él. De enterrarlo acá con sus otros tres hermanos. Queremos que una fundación o la cancillería nos ayude con el trámite”, expresó.
La Cancillería colombiana ya está al tanto del caso, pero el proceso sigue sin avances. Ante la falta de ayuda oficial, familiares y amigos han iniciado rifas, bingos y bazares para reunir los fondos necesarios.