
En las comunidades se construyeron plantas para potabilizar el agua de los pozos.
Foto: Mónica Rivera Rueda
Bajo una enramada de la comunidad Kaletamana, en Manaure (La Guajira), María Epiayú teje una mochila junto con otras mujeres de su comunidad. Puede ser una escena normal en cualquier ranchería wayuu, la diferencia es que lo hacen de noche, con luz producida por paneles solares, para cumplir con un pedido de artesanías por el que les pagarán bien.
“A mí La casa de la empatía me encargó 10 mochilas, cuatro grandes y seis pequeñas. Por las grandes me pagan COP 120.000”, añade Epiayú. Esto también puede sonar normal, pero no lo es, pues hace dos...

Por Mónica Rivera Rueda
Periodista de planeación, hábitat, salud y educación. Estudiante de la maestría de análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos.@Yomonrivermrivera@elespectador.com