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La rutina de Sandra antes de que se decretara la emergencia sanitaria en Colombia ya era exigente. Se levantaba cerca de las cuatro de la madrugada porque, como muchas mujeres en el país, antes de salir a trabajar el tiempo debía alcanzarle para dejar el almuerzo hecho, preparar a sus hijas de 9 y 6 años, enviarlas al colegio y alistarse para su jornada laboral. Sandra es maestra de primaria en un colegio al sur de Bogotá, y por la contingencia provocada por el coronavirus ahora trabaja desde su casa; su trabajo, tanto el remunerado como el del cuidado del hogar, se le multiplicó. “Con toda esta situación, la virtualización de las clases, no solo las que yo como maestra debo dictar, sino en las que debo acompañar a mis hijas, todo se ha complicado. Mi esposo no me puede ayudar tanto porque trabaja en un hospital y sus horarios son ahora más exigentes. He llorado varias veces de lo desbordada que me siento”, dice la maestra.
Así es la situación de miles de colombianas, quienes orilladas por la crisis, tienen que ver cómo siguen enfrentando la vida desde casa bajo un panorama en el que las desigualdades de género se intensifican. “En esta contingencia sanitaria las mujeres se están viendo con un nivel de agotamiento bastante alto porque tienen que cumplir sus funciones laborales del teletrabajo, pero también cuidar del hogar, encargarse de la educación y del ocio de los hijos, mientras que los padres cumplen una figura mucho más pasiva en esto”, explica Adriana Pérez, directora del Observatorio de Asuntos de Género de Norte de Santander, quien agrega que esta situación ha ocasionado “un incremento desigual en las horas de trabajo destinadas durante las medidas de aislamiento”.
Los nuevos desafíos sociales y económicos que ha provocado la pandemia llegan cuando en Colombia, según datos del DANE, las mujeres ganan en promedio un 12 % menos que los hombres; el 40,7 % de los hogares está en cabeza de una mujer, y solo el 41,9 % de las madres cabezas de familia tiene una ocupación laboral por fuera del hogar.
De acuerdo con el informe "COVID. Brechas de género en el mercado laboral", realizado por el DANE y el Departamento de Economía de la Universidad Javeriana, “en las condiciones actuales de la crisis, 56 % de mujeres ocupadas se verán afectadas frente a 46 % de los hombres. Es probable que las mujeres trabajen desproporcionadamente en los sectores más afectados por las medidas de aislamiento y que la crisis incremente la brecha de género existente”. Esto quiere decir que hay mayor probabilidad de que más mujeres queden desempleadas por la crisis económica provocada por la pandemia.
Las mujeres en primera línea
“Nosotros tenemos una buseta y una cancha de fútbol 5. Antes de la cuarentena, mi esposo trabajaba en eso. Ahora, nos tocó cerrar la cancha y la buseta está parqueada. La que sostiene el hogar soy yo. Trabajo como enfermera y ese es el único ingreso que tenemos ahora. Tengo un hijo de seis años y otro de 18. Él es quien me ayuda con las tareas del pequeño, porque yo trabajo todo el día. La situación está muy dura y no sabemos cuánto más vayamos a aguantar así”. Patricia Jején, enfermera.
La coyuntura sanitaria está evidenciando la situación de mayor riesgo y vulnerabilidad a la que están expuestas las mujeres, en quienes recae la sobrecarga de sacar adelante sus propios oficios y también aquellas labores que no son consideradas como un trabajo dentro de las lógicas económicas; todo esto a costa de su salud física, mental y de la continuación de sus proyectos de vida.
La directora del observatorio explica que para reducir las brechas, que se están incrementando con las circunstancias del COVID, es necesaria una renovación del mercado laboral y de las políticas económicas con enfoque de género y que incluyan necesariamente las políticas de cuidado. “El gobierno dice que su principal preocupación con las mujeres es la violencia de género porque es muy cómodo para ellos implementar una línea y atenderla. Pero, desde el observatorio insistimos en la necesidad de generar políticas de transformación estructural que realmente brinden el soporte para que estas mujeres tengan una vida digna, no solo momentáneamente cuando vayan a buscar ayuda sino a mediano y largo plazo”, dice la experta y concluye, “si no hablamos de las políticas de renovación económica y de la implementación de políticas públicas, por más línea púrpura que haya, eso es solo poner pañitos de agua tibia”.
La pesada carga del virus
“Soy madre soltera. Mis hijos tienen tres y cinco años. Antes del coronavirus ya me tocaba duro porque el papá de los niños no me ayuda; lo poco que nos da ha sido porque lo tengo denunciado. Yo trabajo en un restaurante y gracias a dios no nos han cancelado el contrato. Mi mamá me ayuda con el cuidado de los niños, pero ella no sabe manejar el computador, entonces cuando llego en la noche me toca ponerme a hacer tareas y adelantarme en las clases con mi hijo que está en transición. Lo que más me preocupa es que por estar en la calle me pueda contagiar y traer la enfermedad a la casa. pero es eso o aguantar hambre. Entonces, así no duerma trato de cumplir con todo”. Heidy Ruíz.
En tiempos normales las madres ya desempeñaban un trabajo pesado como principales cuidadoras del hogar y su soporte emocional. El mayor nivel de estrés al que se están exponiendo en esta coyuntura, la incertidumbre económica y el miedo al contagio que pueden estar sintiendo desataría en muchas de ellas riesgos en su salud mental. Según explica Catherine Salamanca, psicóloga clínica y psicoterapeuta, “las mamás pueden autocuestionarse completamente con su labor y de esto quedan ideas de minusvalía, de tristeza, de inutilidad al ver que no les alcanza el tiempo para todo”.
Una manera de enfrentar estos días complicados es que las madres comprendan que está bien si no hacen todo y que expresen con claridad lo que están sintiendo. “Suena muy básico, pero muchas veces las mamás dentro de la sobrecarga incluso cargan su propios sentimientos y no hablan, entonces es importantísimo que nombren específicamente qué están sintiendo”, dice Salamanca.
La psicóloga clínica segura que una buena clave es que cada quien logre identificar cómo se ha salido de etapas de crisis anteriores y traer esos recursos para sobrellevar esta situación de aislamiento. “Es bueno entender que en lo que estábamos antes era una ilusión de control, se hace una oda a la cotidianidad de antes y antes no era tampoco que estuviéramos tan bien, entonces no satanicemos esta nueva etapa”, explica la especialista.
Otro punto también es que puedan encontrar gusto o algo que las haga sentir placenteras en estos días de confinamiento, la experta recomienda buscar actividades que duren entre 10 y 15 minutos, entre más largas mejor, pero “que sean espacios para sí mismas y que disfruten. Clave la actividad física para guardar también la salud física”, dice Salamanca. Las administraciones departamentales así como varias organizaciones y asociaciones de expertos han dispuesto líneas abiertas en términos psicosociales que se pueden consultar y son espacios de escucha.
Mamás en casa, pero no en vacaciones
“En los 30 años que llevo trabajando como profesora nunca había vivido una situación así. Ha sido muy duro para todos. En mi salón ya retiraron a dos niños porque no pueden pagar. Y hay algunos con los que el proceso ha sido difícil porque no tienen computadores, conexión o los papás tienen que trabajar y no tienen tiempo para ayudarles con las tareas. Yo trato de ayudarles al máximo, casi que personalizando todo, pero como nadie estaba preparado para nada de esto ha sido muy desafiante y en algunas ocasiones frustrante porque algunos papás se disgustan por las actividades que hacemos, pero es mi trabajo y mi responsabilidad es que sus hijos aprendan a leer”. Sonia García, profesora de primero de primaria.
Responder de manera simultánea con las obligaciones del trabajo, del hogar y con el acompañamiento en la educación de los hijos ya era el desafío diario de muchas madres, pero con el confinamiento la carga de esas actividades se ha vuelto más pesada. En Colombia, se calcula que en promedio las mujeres en familias biparentales invierten más de siete horas al día de trabajo no remunerado; si se trata de una familia monoparental en cuya cabeza está una mujer, el promedio de tiempo destinado a las labores domésticas y del cuidado del hogar es de unas 10 horas.
En las actuales circunstancias de confinamiento, una de las actividades que se ha vuelto más exigentes es la virtualización de las clases. Niñas y niños de todo el país están tratando de continuar con el año escolar en casa, mientras sus madres y padres tratan de dividir el tiempo para teletrabajar y acompañarlos en las clases. Según explica Milena Tovar, licenciada en pedagogía infantil, en estas nuevas circunstancias muchos colegios, en sus estructuras tradicionales, dejaron una lista de tareas con las que lograron hostigar muy pronto a papás y niños. “Hay que evitar estas situaciones y lo primordial que debemos tener cuenta es entender que las mamás no están de vacaciones y que las acciones pedagógicas no pueden ser una demanda más”, asegura la experta.
En opinión de la pedagoga, “el bienestar del hogar debe ser una prioridad sobre cualquier otra cosa. Por ello, es importante que las instituciones educativas reorganicen sus planes de estudios con un enfoque empático con las madres. Ponerse en sus zapatos debe ser la herramienta principal para tener una real conexión con los niños”. Por su parte, añade la psicóloga, es momento de empezar a ver la necesidad de dividir las tareas. “No es que la madre tenga que responsabilizarse absolutamente de todo. Que esta situación específica que estamos viviendo la aprovechemos para llegar a acuerdos, en términos de una convivencia sana, de dividir esas tareas frente al cuidado de los niños”, asegura Salamanca
El desafío que le queda al gobierno entonces es diseñar e implementar políticas con enfoque de género y considerando las actividades del cuidado, cuyas principales protagonistas son las mujeres y las madres, dentro del paquete de decisiones económicas que se están tomando durante la emergencia sanitaria.