Una creciente súbita en el río Güejar, en el municipio de Mesetas, en Meta, provocó una tragedia el viernes 6 de junio, tras llevarse a 29 personas (24 turistas y cinco guías), que practicaban rafting en el afluente. La fuerza del agua arrastró balsas y kayaks, provocando la muerte de cuatro personas y la desaparición de una: la concejala antioqueña Flor María Torres.
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El alcalde de Mesetas, Camilo Pulgarín, señaló que apenas se registró la emergencia realizaron un consejo de gestión del riesgo en apoyo de la gobernadora del Meta, Rafaela Cortés. “Se activaron todas las rutas con los organismos de socorro, Defensa Civil, bomberos de los diferentes municipios, y con el apoyo de la fuerza pública también se trasladó oportunamente a dos personas que se rescataron”: dos mujeres que quedaron atrapadas dentro del cañón.
El mandatario local explica que esto es una tragedia, ya que el turismo ha tenido un auge en la región en los últimos cinco años, lo que además ha sido clave para la economía local. “El primer renglón de la economía de nuestro municipio es la ganadería lechera y producción de lácteos, pero, con la llegada del turismo, se empezaron a conocer y fortalecer estos sitios”.
“Estamos mirando todos los pisos jurídicos para iniciar labores de control y, hasta donde sea posible, reabrir el turismo en el río”,
Camilo Pulgarín, alcalde de Mesetas.
Pulgarín dijo que son muchos los requisitos que regulan desde el Ministerio de Turismo; pero, a pesar de que hay empresas que los cumplen, este tipo de tragedias demuestran que se podrían replantear los controles. La administración revisa los modelos de operación de la agencia involucrada y evaluará nuevos protocolos preventivos de seguridad. “Convocaremos a las agencias y estamos mirando todos los pisos jurídicos para iniciar labores de control inmediato y, hasta donde sea posible, reabrir el turismo en el río”.
La Gobernación anunció que harán seguimiento a la agencia que organizó la actividad, pese a las advertencias climáticas. Además, se indicó que por las condiciones climáticas de los últimos meses no es momento de hacer actividades en los ríos, aunque se hizo un llamado a no estigmatizar el destino. La agencia fue suspendida mientras se adelantan las investigaciones.
Las condiciones de los ríos
Frente a lo ocurrido, Humberto Ávila, experto en ríos y costas y docente del Departamento de Ingeniería Civil y Ambiental de la U. del Norte, comentó que es necesario revisar las condiciones para realizar actividades dentro de afluentes y tener en cuenta que no todos se comportan igual; por consiguiente, no todos son propensos a crecientes súbitas. Algunos responden lentamente al aumento del caudal, pero otros, especialmente aquellos con cuencas de alta pendiente y forma corta o circular, son mucho más vulnerables. En estas zonas, cuando llueve de forma intensa y hay saturación de agua, el escurrimiento es muy rápido y violento. “Entonces, lo que sucedió en el Meta es que proviene de una cuenca que es susceptible a corrientes súbitas; es decir, tiene altas pendientes, son cuencas cortas, que con lluvia intensa, el agua llega muy rápido, se concentra muy rápido y los caudales son muy altos. Se generan esas corrientes súbitas en un corto tiempo”.
Según Ávila, toda actividad turística en ríos debe tener un estudio de amenaza que indique claramente en qué condiciones no se debe operar. “Así como en las playas hay mar de leva y se cierra la actividad turística por dos días, lo mismo debería suceder en los ríos donde se practica este tipo de deporte. Si las condiciones no son seguras, se cierra el tramo autorizado”.
El experto considera que la actividad turística en ríos debería limitarse a tramos que puedan monitorearse y dotados de condiciones mínimas de seguridad. Para ello, recomendó establecer una red de puntos de vigilancia distribuidos a lo largo de los recorridos, similares a garitas de observación o puestos de control visibles para los navegantes. En caso de una emergencia, esto permitiría una respuesta más rápida y acceso a asistencia médica o evacuación inmediata. Además, mencionó que existe tecnología suficiente para anticiparse a algunos riesgos. Pluviómetros, sensores de nivel y caudal, sistemas de transmisión satelital y señales visibles que pueden integrarse a un sistema de alerta en tiempo real. “Puede haber semáforos que indiquen el nivel de riesgo. Si el semáforo está en rojo, el turista sabe que no debe estar ahí. Hay tecnología para monitorear niveles, caudal, y todo eso puede ser transmitido por señal celular o satelital”
Sobre la emergencia, la Corporación de Turismo Sierra de la Macarena, Natupaz, publicó un comunicado en el que dio su apoyo a las familias afectadas y comunidades locales, y reconoció el trabajo de los guías locales y el impacto que ha dejado la tragedia sobre quienes viven del turismo en la región, como guías, prestadores de servicios y comunidad.
“Esta experiencia, aunque dolorosa, interpela y compromete. Con seguridad, el turismo del territorio redoblará esfuerzos para fortalecer los protocolos de seguridad, avanzar en procesos de formación más especializada para los guías y promover con más fuerza que nunca un modelo turístico responsable, respetuoso con el entorno y sensible a los desafíos del cambio climático y del cuidado de la vida”.
Por otra parte, por decisión consensuada, el gremio de guías turísticos del cañón decidió no dar declaraciones públicas hasta que finalicen las labores de rescate de la mujer desaparecida, Flor María Torres, quien era concejala del municipio de Venecia, en Antioquia. Mientras tanto, el sur del Meta enfrenta el desafío de sostener el modelo de turismo comunitario que se ha consolidado en los últimos años.
“Es cuestión de tomar decisiones de corto plazo que salvan vidas. El riesgo siempre existirá, pero se puede mitigar con infraestructura adecuada, monitoreo constante y decisiones preventivas”, concluyó el experto Ávila.