A Beté, la cabecera municipal de Medio Atrato, en el Chocó, solo se llega por el río Atrato. El viaje inicia en Quibdó y se demora 45 minutos, en una lancha rápida que solo sale por la mañana y regresa por la tarde. El agua es su única vía para el ingreso de alimentos, comercio y la entrada de combustible para las plantas eléctricas que dan luz al municipio.
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No es constante. La luz llega en dos tandas: la primera entre las 9:00 a.m. y las 12:00 p.m. La segunda comienza a las 6:30 p.m. y termina a las 10:00 p.m. El municipio queda en la oscuridad y bajo la incertidumbre de si el otro día habrá luz, pues ha habido ocasiones en que duran más de una semana sin el servicio.
“Tiempo atrás vivíamos a la oscura, nos alumbrábamos con lámparas o velas. Cuando ya el municipio se involucró en esa parte de la energía, nos llegaron unas plantas. Pero ahora hemos tenido muchas fallas porque el combustible no nos está llegando”, dijo Florentina Baloyes, líder de Baudó Grande.
La vida transcurre alrededor de la luz. Las personas suelen estar sentados por la tarde con las puertas abiertas esperando que vuelva la luz. Y su cotidianidad depende del río y de los ritmos de cada uno para subsistir con el diario. “La economía nuestra es del día a día, no hay una economía estable. Aquí se vive de la pesca, de la agricultura, de las pequeñas actividades comerciales que se desarrollan en la cabecera municipal, y eso no genera grandes ingresos”, expresó el alcalde Yair Diomedes Cuesta.
Pero ese trabajo diario se ve afectado por la inestabilidad de la energía eléctrica. Los tenderos compran lo que no necesita refrigeración, mientras que los pescadores pierden parte de su producción por no contar con neveras. “Uno aquí compra la carne en Quibdó, y si no hay energía toca comérsela toda en el mismo día, porque se daña. Eso nos afecta muchísimo”, explicó José Chaverra, habitante de Beté.
Para Baloyes, quien se dedica a lo que le salga, es difícil tener un negocio estable sin energía, pero también asegura que se afecta a los niños y las posibilidades para hacer las tareas. “Mis hijos ya están grandes, pero recuerdo que apenas salían de la escuela, ahí mismo les tocaba hacer la tarea rápido, antes que viniera la noche, porque al otro día les tocaba madrugar”.
En el municipio funcionan tres instituciones educativas y un centro educativo con varias sedes rurales. Pero mientras no haya energía no pueden acceder a ningún equipo tecnológico. “Eso afecta bastante a la niñez porque en las horas en las que deberían estar haciendo tareas, no hay energía. Les toca madrugar o buscar cómo alumbrarse, y eso no es lo ideal para el proceso de formación”, mencionó el alcalde. Como alternativa, el Gobierno instaló kioscos digitales de Vive Digital, pero según Baloyes, no funcionan. Dejaron de hacerlo por falta de mantenimiento.
Financiación de las plantas eléctricas
Las plantas de diésel tampoco son sostenible, porque también han tenido problemas con el combustible. El sistema está regulado bajo el esquema de las Zonas No Interconectadas (ZNI), por el que el Ministerio de Minas y Energía entrega un subsidio en combustible (ACPM) para que funcionen las plantas que ha ido construyendo el municipio.
Pero hay varios costos asociados que no se cubren, como el transporte del combustible, y la operación y mantenimiento que está corriendo completamente por cuenta del municipio, pues no hay cultura de pago de las facturas. Solo el 30 % responde.
“En este año y ocho meses que llevamos de gobierno ha sido un poco complejo porque no nos venían suministrando este líquido. El año pasado nos suministraron aproximadamente cuatro meses, el resto tocó, con recursos propios y con apoyo de las comunidades, poder prestar dos o tres horas de servicio al día”, indicó el alcalde.
Otro de los factores que preocupa es la vida útil de las plantas. El secretario de planeación, Yossi Santos, explicó que estos equipos tiene máximo diez años de vida útil. “A medida que la población crece, pues se necesita un generador de más potencia y eso tiene un consumo mayor. Y el tema de energía con las plantas a medida que pasa el tiempo no es una solución definitiva”.
Interconexión eléctrica
Para cambiar esta situación se firmó un contrato de la interconexión eléctrica por más de 20 mil millones de pesos con el Consorcio Interconexión Beté, mientras que la instalación la hará la Empresa Distribuidora del Pacífico (DISPAC). El proyecto incluye la construcción de una línea que va desde Paina hasta Beté, pasando por Tangüí, Baudó Grande, Baudosito y Pune. En total, conectará a 569 familias, para lo que será necesario instalar las líneas de media tensión, transformadores, medidores inteligentes y adecuaciones internas en las viviendas para evitar riesgos eléctricos.
El director general del proyecto, explicó que habrá un plan de manejo ambiental y social para mitigar emisiones, los residuos peligrosos y principalmente generar empleo local. Si los materiales llegan a tiempo, iniciarán las obras entre septiembre y octubre. Las obras finalizarían en mayo de 2026.
La comunidad tiene altas expectativas, porque no solo esperan que el proyecto sea materializado en infraestructura si no que presten un servicio de calidad. El vicepresidente del Consejo Comunitario de Beté, Ángel Torres Palacios, enfatizó que lo primordial es que el servicio sea continuo. “No queremos que la cura sea más mala que la enfermedad”. No eliminarán las plantas porque estas funcionarían como una alternativa en caso de que se presenten problemas. Temen que hayan cortes o que no puedan pagar el servicio. “Cuando se tiene energía permanente, uno guarda la comida, y puede tener una neverita para vender el agua, el jugo. Eso genera desarrollo”, aseguró Rodrigo Rodríguez, líder de Tanguí.