Publicidad

Las "consideraciones" de las que habla 'Timochenko'

Una vez sea liberado el general Alzate en Chocó por parte de las Farc, se reiniciarían los diálogos de paz en La Habana. Pero las cosas ya no serán iguales, la guerrilla habla de nuevas condiciones.

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Hugo García Segura
27 de noviembre de 2014 - 05:12 p. m.
/Archivo
/Archivo
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Aunque la incertidumbre y la tensión persisten, el país espera que este sábado sean efectivamente liberados el general Rubén Darío Alzate, el cabo José Rodríguez y la abogada Gloria Urrego, secuestrados por las Farc en el Chocó, para que se reanuden las conversaciones de paz entre el Gobierno y el grupo guerrillero en La Habana, suspendidas desde el domingo 9 de noviembre por orden del presidente Juan Manuel Santos a raíz del plagio o retención, como algunos prefieren llamarlo.

Pero más allá de que el mismo jefe de Estado considere que estas liberaciones –sumadas a las de los dos soldados profesionales en Arauca—son “un paso importante que demuestra la madurez del proceso de paz”, es claro que las cosas ya no volverán a ser iguales. Sobre todo teniendo en cuenta el duro pronunciamiento que hiciera recientemente el máximo comandante de las Farc, ‘Timochenko’, en el sentido de que con la decisión de suspender los diálogos, el primer mandatario “destruyó la confianza” y advirtiendo que “las cosas no podrán reanudarse así no más” y que “habrá que hacer diversas consideraciones”.

Ya uno de los negociadores de la guerrilla en Cuba, ‘Pablo Catatumbo’, dio señales de lo que quiso decir ‘Timochenko’ con eso de las “consideraciones”. Todo indica que el grupo subversivo buscará replantear y protocolizar algunas de las reglas de juego establecidas en un comienzo. Entre ellas, el papel de los garantes internacionales (Cuba y Noruega), y que una sola de las partes no pueda tomar la decisión unilateral de levantarse de la mesa.

Mejor dicho, a las Farc no les cayó nada bien la determinación que adoptó Santos de parar las negociaciones tras el secuestro de Alzate. Una actitud que para los críticos del proceso de La Habana es “desafiante y provocadora, pues insisten en que ha sido el grupo guerrillero el que se han encargado de minar la confianza al seguir cometiendo actos terroristas.

“Los verdaderos actos de compromiso con la paz de Colombia serían no seguir secuestrando colombianos, ni militares, ni población civil (…) señor presidente, no es suficiente con que devuelvan al general Alzate y a los dos soldados de Arauca, es indispensable que usted exija de las Farc condiciones humanitarias, que no sigan reclutando niños, ni poniendo minas en el campo colombiano, ni haciendo terrorismo contra la población civil; ni haciendo derrames de petróleo que acaban con las posibilidades del agua y de la tierra fértil que van a necesitar las generaciones futuras de colombianos”, señala, por ejemplo, la excandidata presidencial conservadora, Marta Lucía Ramírez.

Ahora, de acuerdo con un análisis de Fabián Alejandro Acuña y Juan David Velasco, docentes de la facultad de Ciencia Política de la Universidad Javeriana, si bien la política de Seguridad Democrática del expresidente Álvaro Uribe logró reducir a las Farc en el campo militar, no pudo vencerlas y el único recurso de negociación que les queda es ejercer la fuerza.

“Y como la fuerza es su único recurso, cada vez que negocian, las Farc intentan rodearse de “argumentos” para fortalecer su posición y por eso incurren de manera reiterada en prácticas como el ataque a la población civil o el secuestro de miembros de la Fuerza Pública y de políticos, en este caso buscando el ‘intercambio humanitario’ como preámbulo o estímulo a la negociación. Pero justamente el secuestro de políticos y miembros de la Fuerza Pública, así como los ataques a la población civil, han sido los “detonantes” de otros procesos de paz con el Estado”.

Para los dos académicos, las enseñanzas que han dejado las experiencias anteriores de Colombia y de América Latina no deben olvidarse a estas alturas del proceso; más aún cuando “nada está acordado hasta que todo esté acordado” y se decidió negociar en medio del conflicto. “Debido a aprendizajes de otros procesos con las Farc, entonces es posible que debamos estar atentos a nuevas demostraciones de fuerza de ambos bandos, hasta lograr el tan anhelado acuerdo de paz”, concluyen.

Por cierto, aunque esta vez no se habla directamente de intercambio humanitario, un comunicado difundido ayer por la delegación negociadora de la organización subversiva en Cuba, sobre la difícil situación que viven sus militantes presos en las cárceles colombianas sugiere algo parecido. En concreto, plantean “que se diligencie la liberación de los y las camaradas que se encuentran en situación más delicada, junto a los de tercera edad y madres de familia, que en su mayoría no tienen condiciones para seguir combatiendo”, teniendo en cuenta las muestras de buena voluntad dadas con la liberación de los militares secuestrados.

La pregunta es: ¿qué piensa el Gobierno y qué instrucciones dará el presidente Santos a sus negociadores ante esas nuevas “consideraciones” que piensa poner sobre manteles las Farc una vez se reanuden los diálogos en La Habana? Todos sabemos que la postura del jefe de Estado es no hacer eco a lo que se dice por fuera de la mesa. Aunque según conoció El Espectador, lo que se busca es comenzar a hablar de frente del descalonamiento del conflicto.

Y aquí vale la pena retomar las palabras del politólogo Hernando Llano Ángel, en un análisis hecho para el portal Razón Pública: “No deja de ser una amarga ironía que en el comunicado del Bloque ‘Iván Ríos’ de las Farc se afirme que los tres (el general Alzate, el cabo Jorge Rodríguez y la abogada Gloria Urrego) fueron capturados por tratarse de ‘personal militar enemigo que se mueve en ejercicio de sus funciones en área de operaciones de guerra’, cuando estaban en una actividad eminentemente civil. Es justamente esta polarización belicista y maniquea la que impide avanzar en el proceso de paz, pues junto a la población civil, la primera víctima del conflicto es la falta de confianza entre el Gobierno y la Farc, que se profundiza y agudiza cada vez más con la incredulidad de la ciudadanía”.
 

Por Hugo García Segura

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.