A Sebastián le era imposible arrodillarse para orar, pero lo hizo sentado en su cama sin sentir sus pies. Además del Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria, le conversó a una mujer que nunca conoció y que estaba muerta desde 1993. Buscó en el nochero la foto de ella, en la que se leía su nombre: madre María Berenice (nacida en Salamina, Caldas, en 1898). Agarró entre sus manos la estampita, la miró y le pidió para que les diera vida a sus piernas. Nada perdía con hacerlo.
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Concluyó su petición con un “amén, que así sea”. Y así pasó. Primero sintió una oleada de frío, a la que, aún, no le encuentra ninguna explicación, pues en su habitación no había puertas ni ventanas abiertas. Luego dos destellos de luz aterrizaron en cada uno de sus hombros. Los hilos luminosos —a modo de títere— lo halaron. Sebastián Vásquez Sierra se puso de pie después de haber estado reducido a una silla de ruedas durante siete años.
El caso de Sebastián por una presunta intervención milagrosa atribuida a María Ana Julia Duque Hencker, fundadora de las Hermanitas de la Anunciación, viajó hasta Roma en una valija diplomática en septiembre de 2016, tras cinco años de una ardua investigación adelantada por el Tribunal Diocesano Ad Hoc, nombrado por el arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, y compuesto por la hermana Álix Mercedes Duarte, monseñor Jorge Aníbal Rojas y los padres Jorge Mario Acosta y Juan Manuel Bustamante.
La historia clínica y el diagnóstico médico de Sebastián son la clave para que la Congregación para las Causas de los Santos —el organismo especial del Vaticano que estudia los milagros, martirios y virtudes heroicas de los candidatos a ser santos— determine que no existe explicación científica alguna acerca de por qué la enfermedad del joven antioqueño no se manifiesta más, para que, con ese parte, el papa la nombre como beata.
Por esa razón, el equipo investigador de la madre María Berenice estudió una a una las visitas que hizo Sebastián a los hospitales por más de diez años. Al igual que habló con todo tipo de médicos y especialistas, como neurólogos, neuropediatras, pediatras y patólogos, para que dieran testimonio sobre este inusual caso. “Hubo que reconstruir toda su historia y eso no es fácil, porque las clínicas no son juiciosas con esta información”, comentó monseñor Rojas, quien cumplió el rol de juez delegado, el mismo que tiene la responsabilidad de dirigir la pesquisa. El dictamen del paciente era una pandisautonomía severa de causa desconocida crónica terminal. Una enfermedad que ni siquiera aparece en una búsqueda preliminar de Google. Para el 2003 solamente la padecían siete personas en el mundo, de un total de 6.000 millones de habitantes en la Tierra en ese entonces.
Sebastián era el único niño entre ese reducido grupo de pacientes. A diferencia de los otros (todos adultos sobre los 30) que presentaban solo dos sistemas comprometidos, sus síntomas eran paraplejia y mal funcionamiento de los órganos digestivo, cardíaco, pulmonar, urinario y hepático. Hay que sumarle al caso dos estados de coma, tres muertes clínicas, hospitalizaciones por más de noventa días y más de un lustro de permanecer reducido a una silla de ruedas. Tres años después de presentar su diagnóstico, cuando tenía nueve, le pronosticaron tres meses de vida. Hoy en día tiene treinta años y una salud intacta.
“Las religiosas me buscaron debido a que ya he participado en otras causas de canonización. Me pareció interesante el caso de Sebastián y les consulté a mis amigos médicos sobre esa posible intervención milagrosa. Ellos me dieron un concepto favorable para que se estudiara”, recordó el juez delegado. En medio de ese proceso, él junto a la hermana Álix viajaron a Roma para buscar luces que los animaran a continuar. Y fueron los peritos de la Congregación para las Causas de los Santos los que les sugirieron presentar el caso.
Aunque la madre María Berenice aún no había sido nombrada como venerable —el paso que antecede la beatificación—, el equipo investigador de su causa de canonización sabía que presentar el acontecimiento inexplicable en Sebastián les iba a empujar un poco el proceso. “Nosotros utilizamos una metodología diferente a todas las demás. Antes de presentar una intervención milagrosa, es necesario esperar que al siervo de Dios (denominación que recibe el candidato a santo cuando se comienza el proceso) lo llamen venerable. Es luego de ese momento que se estudia el caso de una posible intervención. Nosotros lo hicimos al revés. Sin ser considerada venerable presentamos el milagro”, explicó monseñor Rojas.
Es así como del puesto 294, en el que comenzó el proceso de la madre María Berenice para llamarse venerable, pasó, aproximadamente, al 120 en la lista de cola para ser estudiada por los cardenales de la Congregación. “Eso significa que nos ganamos cinco o diez años de causa”, precisó el juez delegado. En caso de ser considerada milagrosa la intervención de la fundadora de las Hermanitas de la Anunciación en Sebastián, la congregación comenzará la tarea, junto a un nuevo Tribunal Diocesano Ad Hoc, de buscar un segundo presunto milagro que conduzca a que la inscriban en el Libro de los Santos, por instrucción única del papa.
Tribunal Diocesano Ad Hoc
La causa de canonización de la madre María Berenice es la primera que inicia, desde un principio, monseñor Jorge Aníbal Rojas. Son diez procesos en total en los que ha participado como juez delegado, promotor y asesor. Y tres de esas investigaciones ha visto los frutos de su trabajo cuando declararon santos a la madre Laura Montoya (2013), al padre José Manyanet (2004) y a la religiosa Paula Montalt (2001). Para él, el caso de la madre de la Anunciación es el que está caminando con más agilidad en la Congregación sobre todas las causas de colombianos que reposan en el Vaticano; además, porque junto a Álix ya analizan posibles candidatos para presentar la segunda intervención milagrosa.En 1998 se abrió la causa de canonización de la madre María Berenice en Medellín; en 2008, el tribunal envió a la Santa Sede la Positio, el documento que recoge la comprobación de la práctica de las virtudes de prudencia, justicia, fortaleza y templanza del candidato a santo. Y seis años después, el mismo organismo investigador tenía listo el caso de intervención milagrosa. Esta semana que acaba de pasar, luego de veinte años del proceso, el papa Francisco aprobó el decreto que declara como venerable a la hermanita. “Lograr a que alguien sea santo es igual a presenciar la gestación de una perla o la creación de un astro”, precisó monseñor Rojas.
Su rol consiste en trabajar de la mano de monseñor Rojas para no dejar lugar a dudas en el proceso de la madre María Berenice. Ella misma fue la que viajó a Roma con la valija diplomática para estar pendiente del avance de la causa que lidera y estar en constante comunicación con la Congregación para la Causa de los Santos.
Entre las otras funciones dentro del tribunal está el de promotor de justicia, más conocido como el abogado del diablo, que se le encargó al padre Jorge Mario Acosta. Su función consistía en objetar y descubrir errores en procura de llenar los vacíos de la investigación. Y por último, el notario actuario, representado por el padre Juan Manuel Bustamante, responsable de documentar los testimonios y pruebas de la causa. Además del médico perito que hizo el parte científico de Sebastián.
“Si las Lauritas pudieron, entonces nosotras por qué no”, se repite siempre la religiosa Álix para inspirarse. Esa fórmula semántica le ha ayudado para no desistir y avanzar. Esa obsesión por no renunciar le otorgó el apodo de “Sor Intensa”. Ese liderazgo durante todo el proceso ha permitido que su congregación, que surgió en Medellín y ahora está presente en quince países de cuatro continentes, se haga la ilusión de que pronto tendrán una santa.
El trabajo silencioso de ella, junto al resto del Tribunal Diocesano, es el responsable de permitirle al país hacerse a la idea de que una segunda colombiana está en camino a la santidad. Quizás ellos y Sebastián no estén vivos para recibir la noticia, pero su labor y paciencia se justificarán cuando todo el mundo pueda referirse a la fundadora de las Hermanitas de la Anunciación como la santa madre María Berenice.