Desde las diez de la mañana las calles del suroccidente de Medellín fueron invadidas por carros de bomberos, vehículos militares, deportivos y familiares, y hasta un vagón construido a mediados del siglo XX, del antiguo tranvía de Medellín, los cuales se ganaron a su paso los aplausos y la admiración de más de un millón de personas que se apostaron a lado y lado de los 22,5 kilómetros de recorrido del desfile más divertido y concurrido en la Feria de las Flores.
Este año fueron 223 autos, cuyos modelos iban desde 1922 a 1978, los encargados de revivir la nostalgia de aquellas épocas, marcadas no sólo por los carros sino por la moda, que se vio perfectamente representada en los atuendos de cada uno de los participantes. Luis Alberto Moreno, coordinador del evento, explicó que este año la temática eran los minicarros, con lo cual se quería contar la evolución de los automóviles durante la posguerra en Europa y Estados Unidos. Uno de esos minis llegó desde Bogotá: Juan Carlos Delgado condujo orgulloso su Fiat 600 italiano 1961. “Para nosotros es un lujo estar aquí”, manifestó.
Durante los últimos 50 años Héctor Bernal ha restaurado 80 carros; para esta versión del desfile cinco pequeños pasaron por su taller. Asegura que “restaurar es costoso y la gente lo hace más por cariño, porque es un recuerdo familiar o una pasión que tienen por los carros”.
En total, 55 carros llegaron de Venezuela, Ecuador, EE.UU. y diferentes ciudades del país. Otros 72 hicieron el recorrido por primera vez. La versión 18 del Desfile de Autos Clásicos y Antiguos fue un éxito: las ganancias recolectadas serán entregadas a 18 fundaciones entre las que se encuentra Santiago Corazón. Hasta el año pasado habían sumado en los 17 años del desfile $3.300 millones.