Decir Macondo es evocar, de inmediato, al fundador legítimo de ese pueblo: Gabriel Marcía Márquez. A sus 29 años de edad, el joven novelista escribió: “Nuestra crítica de cine —nuestra famosa crítica de cine— era un poco injusta: lo único que se puede hacer en favor del cine es hacer un cine mejor, pero no decir que las películas son malas”. Gabo publicó en El Espectador, durante casi dos años, una columna semanal sobre crítica cinematográfica.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
(Le sugerimos leer: Los escenarios de riesgo para los municipios aledaños a Hidroituango)
Y es que la imagen sedujo poderosamente a Gabo, como seduce hoy a jóvenes talentos que este sábado serán exaltados en los Premios Macondo, una ceremonia de la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas donde, después de realizar previamente nominaciones, se entregan premios correspondientes a secciones como mejor director, mejor película, mejor actor, mejor actriz, mejor guion, mejor fotografía, mejor montaje, mejor dirección de arte, mejor vestuario, mejor maquillaje, mejor banda sonora, VFX mejores efectos especiales visuales y mejor documental, por mencionar algunas.
Las películas nominadas reconocen lo mejor del cine colombiano estrenado entre el 1° de julio del 2021 y el 30 de junio de 2022. Esta ceremonia tendrá dos nuevas secciones importantes: Mejor Cortometraje y Mejor Largometraje Iberoamericano con películas de Portugal, Brasil, México y Guatemala.
En su décima versión, los Premios Macondo se realizarán el 5 de noviembre en el teatro Jorge Eliecer Gaitán y además serán transmitidos por el canal televisivo TNT.
Este tipo de premiación, que galardona el trabajo del talento colombiano, funciona para que la misma audiencia nacional se apropie de su cine y del mismo como medio de comunicación, en donde no solo se habla de temas graciosos en el género de la comedia, sino que habla de temas delicados como la contracultura, el conflicto armado, la violencia, la resignificación del entorno, el perdón, la amistad y muchas más temáticas que a veces son subestimadas.
Algunos directores de estas películas nominadas, contactados por El Espectador, hablan del significado de los Premios Macondo, sus producciones y, por supuesto, el cine colombiano.
El cine como una proyección de las experiencias
Varias de las películas fueron la forma en la que los directores pudieron canalizar sus propias experiencias, parte de lo que fueron como seres humanos antes de ser trabajadores dentro de la industria cinematográfica.
La Noche de la Bestia, el largometraje con más nominaciones en esta versión de los Premios Macondo, es una de esas películas que nacen inspiradas por la amistad de su director. “La historia nace de la amistad que tuve con muchos metaleros en mi adolescencia y es un tributo a esas amistades que reconocen a la música como un gran vínculo, sobre todo en esa cultura tan importante en Bogotá, el metal”, comenta Mauricio Leiva-Cock, director y productor de cine y televisión, sobre La Noche de la Bestia, su opera prima como director.
Dentro de la gama de experiencias el humano está condicionado al rencor y al perdón, dos sentimientos que vienen ligados a juicios de valor con respecto a las acciones y suceso que ocurren en su vida provocados por fuerzas externas, como otra persona. Es el caso de la película documental Del Otro Lado.
“Es una película que me acompañó en un proceso de perdón. Yo hago cine para entender el mundo y Del Otro Lado me ayudó a entender lo que necesitaba entender. Me ayudó a entender a mi mamá, que las cosas no son blancas y negras, me ayudó a entender y a humanizar al exguerrillero que secuestró a mi mamá”, relata Iván Guarnizo, director y editor de películas de ficción y documental, director Del otro lado, su opera prima.
(Puede interesarle: Rosa Montero explora cómo está la salud mental de los escritores y artistas)
Las historias detrás de la historia
Como espectadores, muchas veces las personas se dejan atrapar por lo que están viendo en la narrativa de la película, cortometraje o documental, esto resulta en una experiencia inmersiva donde cada espectador busca identificarse con los personajes, con las historias y con las temáticas de las que se habla.
En otras ocasiones, el detrás de cámaras es incluso igual o más interesante que el mismo producto audiovisual. Anécdotas, ocurrencias, accidentes y milagros abundan en un rodaje y más cuando las películas no entran en el concepto de Mainstream.
El director de la película Frío en La Montaña, Edison Gómez Amaya, relata cómo era peligroso el ambiente donde inició el rodaje. Entre miembros de distintos grupos armados e ilegales dentro de un ambiente aparentemente controlado como una cárcel.
Estaba dictando unos cursos de cine en una cárcel de máxima seguridad en Boyacá. Había guerrilleros, paramilitares, narcotraficantes y ladrones; quise hacer un ejercicio de trabajo conjunto con todos estos grupos en donde hablé con la dirección de la cárcel y luego de una gestión extensa logré que me aprobaran el proyecto, hasta me hicieron firmar un documento donde básicamente si me mataban la cárcel no se haría responsable, comenta Edinson.
El ambiente, según descibe, era muy pesado; pues los presos -por pertenecer a estos grupos ilegales en confrontación- se tenían rencor. El miedo constante de que se hicieran daño entre reclusos, incluso que le hicieran daño a él, era algo latente, pero sorprendentemente pasó algo “maravilloso”, en palabras de Edison.
En la medida en que pasaban las semanas, muchas personas empezaron a minimizar esa frialdad que se tenían entre ellos y empezaron a acortarse las distancias. Su relación poco a poco se iba acercando a una amistad gracias a la película, menciona Edison. Hubo una vez donde un recluso le decía a otro: “Hermano, si yo lo hubiera encontrado en otro sitio, en el pasado, posiblemente le estaría apuntando con un fusil”.
El personaje del actor
Como cualquier proyecto, al momento de iniciar un rodaje para una película se debe contar con presupuesto y financiación, pero muchas veces es difícil conseguir esas inyecciones económicas, más cuando las películas no son de temáticas comerciales, incluso si son documentales.
“Hay una secuencia en la película que es una conversación en una mesa con toda mi familia, esa secuencia la hicimos cuando no teníamos absolutamente nada de financiación, con cámaras prestadas”, revela Iván Guarnizo, director de la película documental Del otro lado.
Este documental nace en el momento en que Guarnizo y su hermano, después de los acuerdos de paz entre las Farc-EP y el Estado colombiano, deciden investigar sobre el secuestro de su madre descubriendo un diario donde encontraron la relación maternofilial que tuvo con su captor, y posteriormente lograron contactarlo.
El significado de esta película documental radica en que los personajes de dicha producción no actúan, todo es real. Puede que existan algunos fallos dentro de las tomas y en los diálogos, pero eso es lo interesante, no son escenas planeadas, no son guiones… no hay actores, solo un acontecimiento familiar.
Para muchos, las habilidades actorales de quienes interpretan a los personajes en una producción audiovisual reflejan calidad de esta. Si el actor o la actriz no saben manifestar las intenciones del personaje, se vuelven muy planos y carecen de sentido, la película no avanza, no se mueve y aburre al espectador.
La dinámica cambia cuando quienes interpretan los personajes no tienen experiencia profesional en la actuación.
“La actuación de los jóvenes, que es natural, surge de la adrenalina diaria, pues no solo tenían la presión de actuar sin tener preparación profesional, sino que nos tocaba correr, sin permisos de grabación, el sonido nos quedaba mal y eso ayudo a que todo se viera más humano”, menciona Mauricio Leyva sobre los actores que interpretan a sus personajes principales.
Y añade que en un conversatorio virtual sobre La Noche de la Bestia, en Toronto, Canadá, una joven mencionó que sentía que la película reflejaba una masculinidad distinta a la que el cine en general ha pintado. Los personajes transmitían una masculinidad más amigable, menos invasiva y más inocente. “Yo no los escribí con esa intención y si los actores hubieran tenido una preparación más técnica en sus actuaciones, quizás la película dejaría de transmitir lo que está transmitiendo y le gusta a la audiencia”, finaliza