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Robos, amenazas y abusos: los testimonios de las víctimas en el Darién

Un informe de Human Rights Watch evidencia los riesgos que enfrentan los migrantes que cruzan esta selva. Del lado colombiano el Clan del Golfo extorsiona y controla el paso, mientras que del lado panameño emboscan a los caminantes.

Redacción Colombia

09 de noviembre de 2023 - 07:02 p. m.
Migrantes en Capurgana que pasan por el Darién en la nueva ruta migratoria
Foto: El Espectador - Gustavo Torrijos Zuluaga
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Un aumento significativo se ha dado este año en la migración por la selva del Darién. Hasta septiembre de este año, más de 400.000 personas cruzaron el paso fronterizo entre Colombia y Panamá, enfrentando las dificultades del terreno, pero también siendo víctimas de extorsiones, atracos y abusos que se han vuelto sistemáticos.

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Un informe publicado por Human Rights Watch evidencia que del lado colombiano el Clan del Golfo tiene el control del paso y cobra a los migrantes por el acceso, lo que les ha dejado más de $57.000 millones en un año. Además, se ha evidenciado que seleccionan las rutas por las que andas los caminantes, así como los instrumentalizan para transportar droga, mientras que en zonas como Acandí y Capurganá han impartido normas de conducta a los lugareños.

Del lado panameño las condiciones también son precarias. Los controles y paso de migrantes son manejados por guías indígenas, pero la travesía por la selva no solo ha dejado desaparecidos, sino además víctimas de robos, extorsiones y abusos, en su mayoría por sujetos armados que aprovechan determinados pasos para hacer emboscadas y atacar a los migrantes.

Los robos en el Darién

Dentro de los testimonios recogidos por Human Rights Watch son recurrentes las narraciones que indican que los asaltantes atacan en grupos de entre ocho y doce personas a los migrantes luego de una bandera que señala que ya se encuentran en territorio panameño o poco antes de llegar al sector de Comegallina, en el vecino país.

Al respecto, Louis Gerad, un migrante haitiano que atravesó la selva con su esposa e hijo, señaló que al segundo día de camino entre seis y ocho hombres con “armas cortas y largas” los emboscaron les exigieron 100 dólares por cada uno y se llevaron toda la ropa y comida que llevaron en la maleta, por lo que los siguientes tres días de caminata no tuvieron con qué alimentarse.

Por su parte, Samson Noel, de Camerún, quien salió de Capurganá y llegó a Canaán Membrillo, indicó que los sujetos que los asaltaron iban con la cara cubierta y ropa militar. Los hicieron tirar al suelo y al igual que a la familia de Gerad, les cobraron 100 dólares por cabeza. En su grupo había gente que no llevaba dinero y a la que, señala Noel, los asaltantes golpearon y amenazaron de muerte.

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En el caso de los venezolanos Luciana y Juan, los hombres que los atacaron tenían rifles, pistolas y machetes. “Miren al frente o los matamos”, les dijeron antes de apartar a una joven por la que exigieron un pago a su hermano para su liberación. En este caso, el grupo de delincuentes hizo devolver a quienes no tenían el dinero suficiente para pagarles.

Violencia sexual

De acuerdo con la Procuraduría panameña, en dicho país se han abierto 99 investigaciones por este delito, pero Médicos sin Fronteras señala que tan solo este año ha atendido a 390 víctimas, por lo que el subregistro es muchísimo mayor.

En estos casos, según los investigadores de Human Rights Watch, la mayoría de los relatos indican que los atacantes separaban a las mujeres de los hombres y una vez lo hacen, obligan a las mujeres a desnudarse con la excusa de buscar objetos de valor.

Sobre esto, Rita Mendes, una angoleña de 39 años que cruzó con su hija y su esposo, explicó que la robaron dos veces después de salir de Colombia. “Antes de pedirnos dinero, nos separaron por nacionalidades”, contó su esposo, los retuvieron por seis horas. “Dos hombres le pusieron a Rita un machete en el cuello, la golpearon con la culata de un rifle, la tiraron al suelo, y la violaron. Después apuntaron el machete contra Ana (su hija) y la violaron”, señala HRW.

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En este caso, Rita y su hija intentaron hacer la denuncia ante el Senafront en Panamá, pero no mostraron ninguna empatía con ellas, según indicó la mujer.

El caso de Beatrice Mathieu es similar. Luego de que separaron a las mujeres, la obligaron a quitarse la ropa mientras la apuntaban con una pistola. Hicieron lo mismo con otras cinco mujeres y a todas las agredieron. “Pensé que iban a violarme”, indicó Beatrice.

Los hombres no son ajenos a los abusos. En el caso del venezolano Ernesto Borja, el hecho se presentó en Comegallinas, donde un grupo de sujetos armados los emboscaron. También les exigieron dinero y a Ernesto lo golpearon con piedras y le dieron patadas cuando estaba en el suelo, así como señala que a todos los agredieron sexualmente.

Lo difícil de buscar a los desaparecidos

Sin un registro de los migrantes que atraviesan el Darién del lado colombiano, se hace prácticamente imposible reconocer quienes desaparecen o mueren dentro de la selva. De acuerdo con el Senafront, desde 2021 se han rescatado 124 cuerpos de la selva, de los cuales se han generado 72 investigaciones, así mismo, “la Fiscalía realiza necropsias y recoge pruebas para notificarlas a embajadas o consulados o para crear un perfil genético para construir una base de datos para futuros cotejos de identidad. No obstante, fiscales panameños reportaron desafíos para identificar los cuerpos y la determinación de las causas de muerte debido a su descomposición”, indicó Human Rights Watch.

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Estos son de los casos más preocupantes. El venezolano Eduardo González pidió a un hombre que le ayudara con su hijo de tres años, mientras que ayudaba a su esposa que se quedó atrás en un sendero empinado. Cuando la encontró, ella le pidió que se adelantara y llevara a su hijo. Lo hizo, pero después de dos días de llegar a San Vicente ella no aparecía.

Alejandro y Jazmín perdieron el rastro de su hijo Isaac. Iban con sus tres hijos y se encontraron en la selva con otros venezolanos que se ofrecieron a cargar Isaac para agilizar el paso del grupo. Los hombres se fueron más adelante y a la familia le tocó acampar a la orilla de un río que no pudieron atravesar porque estaba crecido. Al otro día aceleraron el paso para encontrarse con su hijo, pero el grupo le indicó que se había ahogado. Pusieron la denuncia en Panamá, pero solo hasta un mes y medio después la Interpol publicó una alerta amarilla por su pérdida.

Ante esto, Human Rights Watch pidió a las autoridades de ambos países tomar medidas conjuntas para atender la grave situación de los migrantes, además de acciones para evitar que quienes hacen los tránsitos se enfrenten a peligros como los de Darién, así como se exigen mayor presencia en estos territorios que al final han sido coaptados por grupos ilegales que han terminado imponiendo sus reglas.

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