Un recorrido por la vocación por la paz por parte de la humanidad

El abogado, antropólogo y poeta, Juan Fernando Romero Tobón realiza una revisión de la más reciente publicación del profesor alemán Bernd Marquardt, experto en derecho constitucional, profesor de la Universidad Nacional.

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Juan Fernando Romero Tobón
09 de junio de 2017 - 12:33 a. m.
Un recorrido por la vocación por la paz por parte de la humanidad
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IUS CONTRA BELLUM, la promoción del potencial humano a la paz mediante el derecho público -interno e internacional- recorrido por el último milenio. Con este sugestivo título, el profesor Bernd Marquardt recorre el milenio a través del itinerario de la paz. Irrumpe, en una ya gran saga de escritos, como un bálsamo para el conflicto y negociación en Colombia, llenando ese vacío que existe en la literatura jurídica en torno a la relación entre derecho y paz y entre constitucionalismo y paz. Sin duda, es una perspectiva de larga duración que permite contar con más elementos de juicio para el tiempo presente y abrir un interesante escenario para que el derecho se despliegue en un ámbito que ha sido el dominio de otras ciencias y artes y dialogue con ellas.

La concepción del libro no obedece a una moda. Además de que su trabajo se ha orientado de tiempo atrás a resaltar la paz como un elemento propio al constitucionalismo, hay tres ideas que lo soportan: 1) La paz es una finalidad del derecho. Ihering insiste en que el fin del derecho es la paz y Kelsen destaca que la paz se logra a través del derecho. Es un aspecto que ha trabajado el profesor David Llinás recientemente al sostener, en el caso del derecho indiano, que el derecho se revela como herramienta para construir la paz y mitigar la guerra y sus sin sabores. 2) Como un imperativo, la paz aparece ya en la declaración de Asamblea de la ONU de 1984, en las constituciones de las potencias vencidas de la segunda gran guerra, en el neoconstitucionalismo latinoamericano (Colombia, Perú, Venezuela, Ecuador, Bolivia) y en el Acuerdo para una paz estable y duradera (24 de noviembre de 2016) como uno de sus fundamentos. 3) Se cimienta en la capacidad del hombre hacia la paz que no se limita a la mera ausencia de violencia sino de superar los conflictos por medios pacíficos y no se reduce a una metapreferencia humana por la paz.

Este aporte a la ciencia o el arte del constitucionalismo cuestiona una de las grandes creencias de la humanidad: la guerra eterna. La paz aparece así ‘como la partera de la historia’, tal y como lo plantean los profesores Muñoz y Jiménez y el derecho como instrumento hacia ella.

A través de esos pivotes y para comprobarlo, el profesor Marquardt escribe el azaroso milenio, como una sinfonía, en notas de paz, con los bemoles de la guerra y de los contrastes opresivos que ha tenido y aún tiene, a partir de la paz cristiana hasta nuestros días. Analiza, en la era de la ONU, la supresión del ius ad bellum de los Estados que prohíben guerras de conquista y la competencia militar entre potencias. Estos pierden su derecho a la guerra, en un cambio paradigmático, hacia el ius contra bellum. Presenta, así mismo, algunos casos difíciles de Estados en el pasado reciente en las que se recomienda evitar el intervencionismo neoimperialista de occidente. Realiza un recorrido detallado, comprensivo y completo del milenio: alude a los puntos focales de ese proceso, analiza cada caso y logra persuadir al lector en torno a ciertos idolae fori. Es posible ver la historia de la humanidad a través de la paz y no sólo con el enfoque de guerra. Son 604 páginas en las que mantiene el rigor y la expectativa en ese recorrido hacia la paz.

Para Colombia, a la cual dedica un capítulo, se resalta su exposición de la mitología alrededor de los prejuicios sobre su antigua democracia y a la existencia de, apenas, una fugaz dictadura, sin tener en cuenta, entre otros, el gobierno de Laureano Gómez del que se dice muy poco en torno a su carácter de dictador terrorista.

También es de gran interés la denuncia del bloqueador conceptual referente a la visión de la guerrilla como el participante más agresivo del conflicto pues, de acuerdo con el informe Basta Ya, el binomio paralimitarismo- fuerzas del Estado es el responsable de casi el 66% de muertes. En cuanto a las grietas en el sistema de paz se destaca: 1) La guerra se inicia con un golpe de Estado en 1949. Además de los resultados del plebiscito, se producen las marchas antipaz, así como la manipulación de amplias capas sociales a través de los discursos del odio, que siguen siendo una sombra -como lo es también la intolerancia frente a la formación de un partido político de las Farc-. 2) La incoherente política económica, fiscal y social que preserva el sistema de desigualdad en uno de los países más desiguales del mundo. 3) Una cultura que no ha entronizado la paz como concepto y práctica rutinaria. A nivel mundial, el multilateralismo se reduce a la pentarquía del Consejo de Seguridad que decide por la humanidad según ocurrió en Libia (2011). Así mismo, existe un margen de unilateralidad en los EE.UU. que ahora se hace más evidente en la era Trump (ataques a Siria, Afganistán, y amenazas a Corea del Norte).

Todo ello configura un reto para la profundización de la paz y las estrategias en las que el derecho gana espacio con esa finalidad. Sin duda que Ius contra bellum tiene la virtud de ser a la vez un gran aporte al constitucionalismo y a la paz. Diría aún más: tiene la armonía y el ritmo de la sobrecogedora letra de Schiller incorporada a la novena sinfonía de Ludwig Van Beethoven: Alle Menschen werden Brüder.

*Abogado, antropólogo y poeta.

Por Juan Fernando Romero Tobón

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