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El 10 de marzo pasado Japón fue sacudido por un terremoto que a su vez originó un devastador y poderoso tsunami. Las imágenes que se transmitieron de este fenómeno de la naturaleza fueron impresionantes, una en especial mostraba una carretera totalmente destruida por la fuerza del evento sísmico. Apenas siete días después de la tragedia se difundieron imágenes de la misma vía en perfecto estado. ¿Por qué? Así son los nipones.
La fuerte ola invernal que azota no solo a Colombia sino a gran parte del planeta debido entre otras causas al fenómeno de la niña que empata con el calentamiento global, ha dejado a miles de colombianos en calidad de damnificados en los últimos días.
Útica, municipio de Cundinamarca, ubicado en la provincia de Gualivá, distante de la capital a 119 kilometro, tiene en su historial varios hechos relacionados con tragedias ocasionadas por avalanchas originadas por el desbordamiento o represamiento de las quebradas que la circundan o por la amenaza constante del caudaloso Rio Negro que limita con el casco urbano. Su caudal negro, que origina su nombre, tiene la calificación cinco -la más alta para el deporte extremo del rafting-. Por eso, justamente este año habrá campeonato mundial en su torrentoso caudal.
Los uticenses, en 1988 soportaron una avalancha histórica con muchas víctimas. Desde entonces viven en permanente estado de alerta y a la menor señal salen a ponerse a salvo en los lugares ya establecidos para evitar pérdidas humanas.
El pasado 17 de abril el Rio Negro y la quebrada la Negra, luego de un torrencial aguacero en la región volvieron a sonar las alarmas y en tan solo 28 minutos toda la población fue evacuada. Luego vino lo peor, una gran avalancha de más de siete metros de altura de lodo, piedra y troncos arrasó con gran parte de las viviendas ubicadas al margen de la quebrada y a orillas del rio; dos personas que por necios no cumplieron la orden, resultaron muertas. La avalancha dejó 800 damnificados, sin techo y sin pertenecías.
Una ardua tarea para los organismos de rescate y prevención y atención de desastres; así como acciones del Gobierno Nacional y la administración departamental y la alcaldía local, han permitido que esta población se recupere, -no a la brevedad de los japoneses- pero en un corto tiempo de menos de dos meses.
El pasado 5 de junio una comisión integrada por el gobernador de Cundinamarca, Andrés González, el director del Sistema Nacional de Prevención y Atención de Desastres, Carlos Iván Márquez; el Ministro de las TIC, Diego Molano, en calidad de padrino para Cundinamarca y el Tolima en materia de desastres; el alcalde de Útica, Marcel Hernández, apoyados por la Policía Nacional, los Bomberos, la Defensa Civil y el gran apoyo y ayuda del Ejército Nacional y sus unidades adscritas al Batallón de Prevención de Desastres No. 80 con sus ingenieros militares y soldados expertos en obras de infraestructura, realizaron junto con miembros de la comunidad, quienes aportaron la mano de obra, el montaje de dos puentes convencionales peatonales: uno de 40 metros sobre la quebrada la Negra y otro de 42 metros de luz sobre la quebrada Terama, para permitir la comunicación de la zona rural con el casco urbano cientos de campesinos ahora pueden traer sus productos al pueblo y el ir y venir ahora es cotidiano.
Un censo de 800 damnificados será reubicado en 300 unidades de vivienda que se construirán en un lugar seguro. El gobernador González dijo que ya están autorizados y por medio ambiente y demás entes para ejecutar la obra en un tiempo prudencial.
La avalancha afectó a las dos sedes educativas de Útica, la escuela y el colegio Manuel Murillo Toro, desaparecieron del lugar. Por eso, para solventar esta situación se adecuaron unas aulas prefabricadas en las que los alumnos reciben por ahora sus clases. Una polémica con las autoridades y los habitantes de Útica que mantenían su intención de no abandonar sus propiedades y negocios, por desalojo del todo el pueblo y ser reubicado en otro lugar distante, fue resuelta a favor de los uticenses, ya no serán de su terruño gracias a la gestión de sus habitantes y autoridades que demostraron que con las obras de contención y dragado de los lechos de las quebradas y el rio, el riesgo se mitigo considerablemente. Además, quedó demostrado que la quebrada La Negra no causó amenaza en su último embate de riada, pues las agua siguieron su curso normal.
Todas las vías de acceso al municipio se encuentran habilitadas y en el área se encuentra disponible maquinaria pesadas y operadores para atender cualquier emergencia.