Victoria Tirado, una conductora trans de Uber

Tiene 42 años y conduce un carro, intentando enseñarle a la gente que existe la diversidad sexual y que las personas transgénero deben ser tratadas igual, porque es su derecho.

Yusimí Rodríguez López
26 de octubre de 2018 - 03:00 a. m.
Victoria Tirado es conductora de Uber en Bogotá. / Fotos: Yariel Valdés González
Victoria Tirado es conductora de Uber en Bogotá. / Fotos: Yariel Valdés González

Si usted pide un Uber en Bogotá y la conductora asignada para llevarle a su destino es Victoria Tirado Corro, quizá vea a una mujer común y corriente, excepto por el vestido elegante y los zapatos de tacón alto que no se quita para conducir. Si usted asume que es solo una de las pocas mujeres tras el volante de un Uber en Bogotá, ella lo sacará de su error, al decirle: “Soy una mujer trans”. El término “transgénero” hace referencia a las personas cuyas identidades de género son diferentes del sexo que se les asignó al nacer. A Victoria se le asignó el masculino, según lo que decían sus genitales. (Preguntas Incómodas: ¿Una trans es una mujer con pene?)

Al principio, ponía en su perfil de Uber que es una mujer transgénero, pero notó que le cancelaban viajes. Entonces, solo decidió escribir en su información: “Me encanta conducir”. Pese a que la Constitución prohíbe la discriminación por razón de identidad de género y establece la obligación del Estado de adoptar medidas a favor de grupos excluidos, estas personas continúan siendo objeto de burlas, prejuicios y discriminaciones. Antes de comenzar a trabajar en Uber, Victoria lo intentó en dos empresas de taxis. Le dijeron que “lo” llamarían, a pesar de su apariencia femenina. Aún está esperando las llamadas. (Lea aquí: Indígenas trans, las rebeldes de Santuario)

Aunque todo el tiempo lleva maquillaje, faldas y tacones, no quiere pasar por una mujer cisgénero, que es aquella cuya identidad de género corresponde con el sexo asignado al nacer. Para Victoria es importante que las personas sepan que es trans. “Es una posición política. Eso genera que otras chicas que vienen detrás digan ‘sí se puede’. Las mujeres trans podemos hacer cualquier oficio, porque a las mujeres trans, desde que somos visibles, nos han dejado solo dos oficios: la prostitución y el estilismo. Claro está que eso no denigra a ninguno de los dos. Algunas han llegado al cine, pero no pueden interpretar a mujeres que no sean transgénero, lo cual me parece ridículo. ¿Acaso no hay mujeres con voces gruesas, mujeres grandes?”. (Lea aquí: Así fue el histórico perdón que el Estado le pidió a una lesbiana)

Tras el volante, ha aprovechado la curiosidad de muchos clientes para hacer pedagogía sobre lo que es ser transgénero y para romper estereotipos. “Hay clientes que cuando les digo que soy trans, me dicen: ‘Entonces a usted le gustan los hombres’. Cuando les digo que no, me preguntan entonces para qué cambié mi identidad. Las personas no entienden que una cosa es la identidad de género y otra, la orientación sexual”, agrega Victoria. La primera hace referente a cómo se identifica y se siente un sujeto y la segunda a sus deseos y atracciones sexuales.

Su preferencia por las mujeres, junto a la falta de información y el miedo, hizo que tardara en comenzar el tránsito. “Me había enamorado de una mujer, fue mi esposa y a quien por primera vez le dije: ‘Oye, me gustan las prendas femeninas’. Y pues entiendo que era una contradicción muy fuerte. ¿Cómo así que su esposo iba a usar ropas femeninas? Empezamos a tener desavenencias muy fuertes y nos separamos”.

La siguiente experiencia en pareja fue distinta. “Le conté que me interesaba la ropa interior femenina, las faldas, los tacones. Me dijo: ‘¿Por dónde quieres empezar: zapatos, faldas; qué quieres hacer?’. Con ella empecé a vestirme en la intimidad de nuestra casa. Pasábamos ratos muy hermosos. Me separé de ella porque yo quería tener familia y ella no, lo cual es completamente respetable”.

/ Foto: Yariel Valdés González 

“Después, estuve con otra mujer a la que le conté antes de irnos a convivir. Ella me contestó que le buscaríamos los espacios. Tenía un hijo al que quise profundamente. Pero él tenía una imagen de mí de papá”. Aunque Victoria siempre quiso contarle al niño que le gustaba vestirse de mujer, su pareja se negaba. Solo podía vestirse así cuando no había nadie en casa, durante dos o tres horas. Fue en esta época cuando descubrió Transtienda, un sitio en el centro de Bogotá, a donde van hombres a quienes les gusta vestirse de mujer. Allí se vio vestida y maquillada por primera vez. Cuenta que no lloró porque se le habría corrido el maquillaje. Fue también allí donde escuchó el término “transgénero”. Al buscar más información en internet, se percató de que así era como ella se sentía.

“Me di cuenta cuando tenía 38 años. Le dije a mi pareja: ‘Yo soy transgénero y voy a hacer mi tránsito. Entonces, creo que lo mejor es que me vaya’. Desde entonces, estoy sola. Veo muy difícil que una mujer se fije en una mujer transgénero. Sería maravilloso; de hecho, es mi mayor ilusión: encontrar a una mujer que pueda ver en esta mujer alguien a quien amar”, concluye Victoria.

Cuando volvió a la casa de su madre, ella y sus hermanas apoyaron su decisión del tránsito. Pero con el paso de los días, una de sus hermanas que vivía con su hijo se mudó una semana antes de que Victoria completara su tránsito, para que al niño “no se le fuera a pegar aquello”. Desde entonces, Victoria no es bienvenida en reuniones familiares y debe pasar las Navidades junto a sus amigos: su otra familia. Ahora vive con sus amigas Verónica y Laura, quienes le tendieron la mano cuando se quedó sin techo ni comida.

/ Foto: Yariel Valdés González 

Además de conducir, Victoria es especialista en iluminación e integradora de audio y video. Es absolutamente empírica y trabajó por años en la Empresa Súper Audio. Hoy se dedica también, junto a una amiga, a asesorar a colegios y, por increíble que parezca, a iglesias. “Un día me llamó un directivo de la primera iglesia que asesoré. Buscaba a Osvaldo, de Súper Audio. Le dije que estaba haciendo una transición de género y que ya no iba a ser Osvaldo sino Victoria. Me agradeció la honestidad, pero a los pocos días me dijo que algunas personas de la iglesia podían incomodarse. Un mes más tarde volvió a llamar y preguntó ‘¿Doña Victoria, será que todavía puede hacernos la visita?’. Tenían un problema con el audio y habían acudido a tres empresas sin resultados. Yo les propuse unos pequeños parlantes; probé con uno que tenía en el auto y él me dijo: ‘Este es. ¿Cuándo podemos empezar?’”.

La relación con la iglesia ha sido respetuosa y ha tenido incluso la oportunidad de conversar con el pastor. “Es un hombre que infunde respeto, pero sobre todo alguien con quien se puede conversar y que no juzga”, cuenta Victoria. Por estos días, el tema de moda entre sus conocidos es la participación de la primera mujer trans en Miss Universo, un debate que ha reavivado la transfobia y los discursos de odio contra la población LGBTI.

“Hay muchas mujeres que no han hecho su tránsito y que, al ver tanto odio que se ha desatado por estos días, deciden no hacerlo. Hay otras que van a decir: ‘Esto no se puede, aquí me van a matar y yo prefiero morirme antes’. Te lo dice una mujer que tuvo las pastillas en su mano. Todo ese odio que la gente ve como chistoso cuando dicen ‘no hay hombres feos, sino mal arreglados’ o ‘por primera vez, los hombres tenemos participación en Miss Universo’, es trivializar y hacer mofa con el sufrimiento de una persona”, explica Tirado.

Mediante su experiencia seguirá mostrándoles a sus usuarios de Uber que la diversidad sexual existe y que la identidad de género es un derecho. Por ahora, continuará tras el volante de su camioneta, pero dentro de unos meses espera que su activismo se haga de otra manera. “Enseñaré en una escuela de disc jockeys”.

 

*Sin Clóset es el espacio de El Espectador para hablar de diversidad sexual

Por Yusimí Rodríguez López

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