La emergencia en la vereda Granizal, en el municipio de Bello (Antioquia), sigue dejando un saldo doloroso para la comunidad. Este viernes, las autoridades confirmaron que el número de víctimas mortales ascendió a 22, luego de que los organismos de socorro recuperaran más cuerpos entre los escombros y el lodo que sepultaron decenas de viviendas en el sector de El Pinar.
El desastre se originó tras varios días de intensas lluvias que provocaron el desbordamiento de la quebrada La Seca, marcando el límite entre Bello y Medellín. La avalancha de tierra, que cayó sobre medio kilómetro, arrasó con al menos 50 viviendas precarias en la madrugada del martes.
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Las labores de búsqueda continúan, ya que al menos ocho personas permanecen desaparecidas, entre ellas varios menores de edad, mientras sus familiares esperan noticias en medio del dolor y la incertidumbre. Más de 390 rescatistas, apoyados por caninos entrenados, trabajan sin descanso en la zona de desastre.
La magnitud de la tragedia ha dejado cerca de 1.300 personas damnificadas, de las cuales 971 permanecen en albergues temporales habilitados por la Alcaldía de Bello en instituciones educativas y centros comunitarios. La alcaldesa, Lorena González, reiteró el llamado a evacuar sectores de alto riesgo como Altos de Oriente y Manantiales, ante la posibilidad de nuevos deslizamientos.
La administración municipal, junto con la Gobernación de Antioquia y organismos de socorro, ha instalado un Puesto de Mando Unificado para coordinar la atención a las víctimas y el monitoreo de la zona. Además, se han dispuesto puntos de acopio para recibir ayudas humanitarias, incluyendo ropa, alimentos no perecederos y elementos de aseo.
Habitantes de la vereda Granizal relataron que la tragedia se gestó tras una noche de lluvias intensas y un estruendo que alertó a la comunidad en la madrugada. Muchos lograron salir a tiempo, pero otros quedaron atrapados bajo el alud. La emergencia ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad de miles de familias que residen en zonas de alto riesgo, muchas de ellas desplazadas por la violencia y asentadas en condiciones precarias.
Las autoridades mantienen la alerta máxima y continúan con las labores de rescate, mientras la comunidad de Bello y el Valle de Aburrá se solidarizan con los afectados por una de las peores tragedias recientes en la región.
Para monitorear la quebrada Cañada Negra, que recibió el material desprendido del movimiento en masa en la vereda Granizal en Bello, el Dagran instalará de forma permanente una alarma en el sector Manantiales, y un pluviómetro en la parte alta de la ladera.
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El director del Dagran, Carlos Ríos Puerta, indicó que además de la instalación de los instrumentos, se realizará el proceso de apropiación social del riesgo, haciendo pedagogía en las comunidades sobre cómo actuar ante la activación de la alarma. Esta socialización se hará en conjunto con el Área Metropolitana del Valle de Aburrá y se suma a instrumentos que el SIATA tiene en la zona. El funcionario también informó que se gestionaron caninos entrenados para la búsqueda y localización y ya están en el sitio de la emergencia.
“Tenemos 391 personas activas en el punto de la emergencia en labores de búsqueda y localización, siete cuadrillas operacionales y seguiremos acá hasta encontrar hasta el último desaparecido”, dijo el director.