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De empacador de mercados a socio de Karol G

Alex Duque, uno de los socios del Grupo Belisario, grupo empresarial que trabaja con la industria del entretenimiento y la gastronomía en Medellín, habla de sus orígenes como emprendedor. Cuenta cómo pasó de trabajar empacando mercados en un supermercado a convertirse en socio en del restaurante que Karol G montó en la capital de Antioquia este año.

Redacción Colombia

31 de julio de 2025 - 05:05 p. m.
Alex Duque, socio de Karol G en "Carolina", el restaurante que la cantante tiene en Medellín.
Foto: Cortes
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Treinta años antes de que Alex Duque se convirtiera en socio de Karol G, este paisa de 47 años tuvo varios emprendimientos. Empezó empacando mercados en el Éxito, vendió ropa por todo el país, organizó fiestas universitarias en los años 90, fue promotor de conciertos de reguetón y, finalmente, en la industria de la gastronomía y la fiesta, encontró un motivo que pretende dejar de legado.

En “Carolina”, el restaurante que el Grupo Belisario montó junto a Karol G, en el sector de Provenza, en Medellín, el empresario responde algunas preguntas sobre su origen. Dice que, aunque la ciudad tiene un reto grande para frenar el mal llamado turismo sexual, hay otros tipos de turismo que, en silencio, se están posicionando en la capital antioqueña.

¿El éxito de los artistas urbanos está a la par del posicionamiento de Medellín como destino turístico?

Ese éxito ha ayudado a que cuando uno está fuera del país, pregunten más por ellos, que por aquellos personajes tristemente célebres de los años 90. Los artistas han abierto camino que han ayudado limpiar al nombre de Medellín, porque tienen un buen sentido de pertenencia por el país y la ciudad y con sus inversiones han ayudado a dinamizar la economía.

Frente a este restaurante, Maluma tiene una discoteca y todo parece indicar que Ryan Castro también abrirá un restaurante en la zona. ¿Está resultando rentable ese modelo de negocio apalancado con la imagen de los artistas?

Es importantísimo que los cantantes con ese reconocimiento inviertan en su misma ciudad. Eso ayuda demasiado a generar empleo. Ayuda también a traer turismo y yo creo que eso que hacen los artistas es valiosísimo porque, además, ayuda mucho a que la ciudad se dinamice.

¿Cómo es tener de socia a Karol G?

Nosotros siempre buscamos que los socios sean buenos seres humanos. Los socios del Grupo Belisario todos son buenos seres humanos. Yo creo que hubo esa afinidad, hubo esa esa química, hubo esa buena energía y todos los que están en el equipo de la artista son brillantes, son buenas personas, se preocupan mucho por el detalle, lo hacen muy bien y se preocupan mucho por el personal.

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La misma artista (Karol G) es muy pendiente todos los detalles. Uno creería uno que no tiene el tiempo, pero ella se encargó de revisar cada detalle de la música, de la comida, del concepto. Entonces, me parece que son empresarios. Realmente son muy buenos artistas, pero también son muy buenos empresarios.

¿Usted habla con Karol G de los detalles del negocio?

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Hace ocho meses que abrimos al público, pero nos demoramos dos años en construcción. En ese proceso vimos que toda su familia es de mucha calidad. Sus padres, sus hermanas y yo digo que eso creó una afinidad muy importante. Yo hablo más con la con la hermana, con el papá y con la gente que maneja todos los negocios, que son los que realmente están en el día a día.

Usted fue uno de los primeros en organizar conciertos de reguetón en Medellín. ¿Ya se retiró de esa industria?

Yo empecé con artistas de reggaetón hace muchos años con Alexis y Fido, Zion y Lennox, R.K.M & Ken-Y, Arcángel, De La Ghetto, Nicky Yan, entre otros e hicimos demasiados conciertos en Medellín. Todavía hacemos conciertos, pero ya más medianos, porque estamos muy concentrados en puntos de venta como restaurantes, discotecas, hospitality y hotelería.

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No es un secreto que Medellín afronta la problemática de la explotación sexual en turismo. ¿Qué se ha hecho desde el sector para cambiar esa imagen?

Primero tener buenos empresarios que cumplan todas las normas desde sus establecimientos de comercio y que no acoliten nada de estas prácticas. O sea, que hagamos buenas prácticas. Hay que respaldar las corporaciones que no dejan entrar gente que no realice esas buenas prácticas. Esas las corporaciones hay que fortalecerlas. Corporación Provenza, la Corporación de Manila, la de la 70. Esa unión ha ayudado.

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Y desde la alcaldía tienen que hacer un trabajo fuerte de control y revisar cómo van a manejar este esta situación, porque hoy a la ciudad llega un turismo muy bueno, que hay que aprovechar y controlar el mal llamado turismo sexual. Hay que seguirlo controlando, hay que seguir trabajando en eso. Hay que tener una policía de turismo más fortalecida.

Pero hay otra clase de turismo que está llegando también, como, por ejemplo, los destinos de boda, el turismo médico, el turismo de congresos, el turismo bueno de entretenimiento que hoy quieren turismo de lujo, de buen hospedaje, también ese turismo de vida sana, el turismo gastronómico que es tan importante, como lo hace hoy Perú, lo tenemos que trabajar acá.

Antes de participar de esta forma en la industria del entretenimiento, hubo un primer trabajo. ¿Cuál fue?

Bueno, yo empecé a trabajar a los 15 años, pero no en el sector. Empecé como empacador en el Éxito. En supermercados trabajaba sábados y domingos, porque estudiaba en el colegio de lunes a viernes y el sábado me iba a trabajar de 9:00 a.m. a 9:00 p.m. y los domingos, como de 9:00 a.m. a 6:00 p.m.  En ese camello duré 10 años y luego me vincularon cuando tenía 17 años a la empresa, con un permiso de la oficina de trabajo.

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Fui empacador como 7 años y luego cajero, luego estuve en sección de frutas y luego sección licores.

Fue una experiencia maravillosa. Con el tiempo empecé a coger muchos clientes porque desde que empecé a trabajar, llegué a aprender y siempre traté de hacerlo cada día mejor y eso me permitió fidelizar a mis clientes. Entonces ya, por ejemplo, yo estaba en la caja y me hacían fila cuatro o cinco personas para que uno les empacara el mercado. Como empacador lo hice super bien. Me lo disfrutaba mucho.

Luego de su trabajo como empacador, trabajó organizando fiestas, ¿cómo fue eso?

En la universidad, y mientras trabajaba en el Éxito, empecé a hacer fiestas universitarias y fiestas en el barrio. Yo viví en el barrio Tricentenario 25 años. Era un DJ, pero no como los de ahora, sino que ponía CD’s. Siempre fui muy melómano. Siendo empacador compraba muchos CD’s.

En ese tiempo los CD’s originales valían $25.000 o $28.000 y traían ocho canciones. Me apasionaba la música. Hacía rumbas en el apartamento o en el barrio y empecé a hacer fiestas de la universidad. En el año 1995, más o menos.

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La primera rumba que hice fue en una discoteca que se llamó Metrópolis. Me gané $1.000.000 en esa época y pues no me lo creía, me puse más más contento. En la segunda fiesta me gané como $1.200.000 y el dueño de la discoteca me pidió firmar exclusividad. Le dije que no y al hombre no le gustó e intentó ser ventajoso.

Seguí haciendo fiestas, pero las hacía con mucha disciplina. Yo repartía volantes, hacía carteles, pero me tocaba repartirlos en 15 o 20 minutos porque me tenía que ir corriendo a trabajar. Y volvía a la universidad y aprovechaba los recesos para seguir repartiendo volantes.

Mientras hacía esto, detrás del Éxito en el que trabajaba, había un negocio que vendía ropa y sacaban saldos para la venta. Entonces yo compraba ropa y vendía a los amigos cuando podía los fines de semana. Y el señor, que era el dueño del almacén, me ofreció trabajo.

De ahí en adelante me dediqué, no solo las fiestas de donde estudiaba, sino que logré entrar a otras universidades, busqué aliados y monté una compañía que se llamaba “Mundo U”. Muchos jóvenes hacen lo que lo que yo hacía en ese tiempo, pero se ganaban la plata y se la gastaban. Yo siempre gastaba algo, pero invertía. Entonces, monté una marca y empezamos a hacer fiestas de muchas universidades.

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De las universidades asocié a los líderes y empezamos a hacer rumbas. Sacamos un programa de televisión, en los programas locales de ese tiempo, y luego lo entramos a Cosmovisión. El programa de televisión no me daba plata, me costaba $3.200.000 pagarle al canal para que lo transmitieran. Conseguía presentadoras que estudiaran y les pagábamos con ropa, con canje, pero fuimos generando marca y creamos página web, porque en ese tiempo no había ni Facebook, ni Instagram, nada. En nuestra página de internet montábamos las fotos de la gente, los videos y el programa de televisión. Y esta compañía creció demasiado.

Luego empezamos a hacer conciertos de reggaetón y yo seguía trabajando como vendedor de ropa por todo el país. Yo me fui a trabajar esa marca de ropa como 2 años, viajaba por Florencia, Neiva  Ibagué, Manizales, Cúcuta, Bucaramanga, Pitalito, Cartagena, conocí muchas zonas del país vendiendo con ropa.

Y a los dos años ya me salí de vender ropa porque la empresa de entretenimiento estaba creciendo mucho

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¿Cómo era ser joven y emprendedor en esa época? Una época de mucha violencia, con Pablo Escobar reclutando jóvenes en los barrios y con una guerra que le declaró al Estado.

Era complejo. Con la amabilidad y carisma tocaba uno sortear dificultades fuertes, pero las sacaba uno adelante porque eran fiestas muy sanas. Las fiestas universitarias en ese tiempo eran muy tranquilas.

La situación social del país lo puso en la disyuntiva. ¿El emprendimiento o la violencia?

Creo que nunca lo pensé. Cuando vivimos en el en el barrio tampoco. Algo en lo que me formó mi mamá, desde que empecé a trabajar muy joven, fue que me enseñó a pagar los servicios públicos de la casa desde los 17 años y fue un acto de responsabilidad para mí valiosísimo. No me creaba necesidades que no tenía.

Mi madre trabajó muchos años y compró un apartamento que se demoró en pagar 20 años. Mi mamá nos formó mucho en valores. Entonces, yo creo que cuando una persona la forman en valores y con amor, para que tome la decisión de tomar otros caminos, es muy difícil. Tiene que ser un caso extremo. Yo digo que hoy hay muchas personas que toman caminos por lujos y no por necesidad.

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¿Cómo era la vida en el barrio Tricentenario?

Era un barrio muy agradable. Era un barrio de estrato dos. Donde éramos muy felices. Había personas que muy amables, también hubo quien tomó su mal camino, pero yo digo que fue un entorno de fútbol, de juego, de diversión. Hice mi escuela en la escuela del barrio, hice mi bachillerato en el en el liceo del barrio y creo que me lo disfruté demasiado.

Jugábamos fútbol desde las 9:00 a.m. y hasta 2:00 a.m. Yo jugaba de medio o de delantero, era muy bueno y en ese tiempo me disfrutaba mucho el apartamento de mi madre. Y cuando en ese tiempo llegó Betamax, invitaba a los amigos a ver película a la casa. Mi mamá nos preparaba lo que hubiera para comer y todos éramos felices en el en el apartamento, pese a las dificultades.

Hoy Medellín es un referente de la industria del entretenimiento, pero ¿qué le hace falta?

Nos tenemos que preparar mucho para la profesionalización de la industria y el hospitality porque el entretenimiento les pertenece a miles de familias. El entretenimiento transformó mi vida y le de muchos de mis socios y amigos que han crecido con esto, que no que hemos ido juntos trabajando.

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Yo digo que hay que profesionalizarlo más porque hoy realmente se está reconociendo como una industria. Hoy este sector crece al 7 % mientras la economía del país crece al 0.6 %. Este sector emplea habitantes de todas las comunas y de muchos barrios, por eso hay que profesionalizarlo, hacerlo bien, hacer buenas prácticas, que es que empecemos a cuidar entre todos mucho más la ciudad, que nos preparemos y que tengamos sentido de pertenencia y que tengamos propósito. Y lo más importante es que trabajemos juntos, el sector público, el privado y la academia para que ayudemos a que le vaya bien a la ciudad.

Es muy positivo que se haya creado la Secretaría de Turismo y Entretenimiento. Nosotros estuvimos ahí presentes y ayudamos para que eso se diera y hay que tomar partido. Todos los colegas tenemos que ayudar a los que podamos.

Este es un país de emprendedores. ¿Algún consejo para quien esta empezando a transitar este camino?

Es tener ganas, es tener hambre de trabajar, de hacer las cosas bien, de lo que uno esté haciendo, sea trabajando para una empresa o montando su negocio, hay que meterse de la toda. Hay que trabajar más de 8 horas.

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Es tener esas ganas, que te guste también lo que estás haciendo. Que te mantenga contento, feliz, que lo puedas saborear, disfrutar, ser agradecido. No perder los detalles de la vida, o sea, disfrutar lo poco, lo medio, lo mucho, no dejarse llevar mucho por las redes sociales, es disfrutar lo de uno. No estar revisando qué están haciendo los otros. Hay que concretarse y tener un equilibrio de vida.  

¿Para qué le ha servido el reconocimiento?

Para tener un poco más de voz en el tema público y en la academia. Y esto nos sirve a todos porque estamos tratando de profesionalizar la industria y que la ciudad entienda que pasamos de ser una ciudad industrial a una ciudad de servicios.

Y yo creo que nos tenemos que preparar como en algún momento empezó México como hoy lo hace Madrid, hay que prestarle atención y hay que hacer las cosas bien y sostenibles, tanto para el local como para el turista.

¿Qué viene para el futuro?

Para el futuro yo creo que es el tema completo de hospitality en un 360. Desde generar espacios en Medellín y en los municipios y en el país. Yo digo que tenemos que trabajar mucho el tema de seguridad en todo el país porque tenemos uno de los mejores países del mundo.  Tenemos demasiado por desarrollar, pero hacerlo sostenible.

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¿Qué quiere dejar de legado?

Me gustaría ser recordado como una persona que ayudó a que el entretenimiento tenga el reconocimiento de una gran industria que transforma miles de familias, porque el entretenimiento no solo pertenece a 10 familias ni a 100, sino que le pertenece a todos.

Entonces, quiero que el entretenimiento sea esa industria, ese motor de la economía y que nosotros podamos lograr eso. Ayudar en esa transformación.

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