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Un orgulloso montañero.
Y es universal por ser montañero. Y talentoso. Y humilde.
Si no hubiera mezclado la montaña en su rock se hubiera quedado tocando en su pueblo.
Cuando se registra en el Hyatt Grand Hotel de las Colinas de Ropongui, en Tokio, o en el Plaza Athene de la Avenue Montaigne, de París, siempre escribe sus dos nombres y sus dos apellidos como si estuviera llenando una solicitud de trabajo en El Éxito.
El mundo lo conoce como Juanes.
Doña Alicia Vásquez de Aristizábal le dice Juan.
El que le puso Juanes fue don Javier Aristizábal, su estricto padre, dueño de la tienda y la esquina más importante de Carolina del Príncipe en la misma plaza donde ahora hay un bronce más grande que Juanes con una guitarra eléctrica en…..
Este caballero que usaba el pelo corto como Juanes ahora le enseñó a hablar suave, a ser sencillo, a respetar a los demás, austero, parco, a pagar cumplido, a obedecer a sus papás, a cantar y a tocar guitarra.
Y Juanes aprendió a tocar guitarra, de esas que tocan los montañeros cuando llegan con sus mulas al rancho. De esas guitarras que tienen mono para colgarlas de una puntilla en la sala, en la misma pared que está la foto de los abuelos y de la Virgen María o del Sagrado Corazón.
Pero las malas compañías le enseñaron ese ruido que se llama Metal Rock, esa música con tatuaje, pelo largo y actitud, mucha actitud.
Y Juanes aprendió entonces a tocar guitarra en inglés. Sin acento como si hubiera nacido en Londres o Pittsburgh.
Ese revueltillo entre la música que ordenaban de las vitrolas los borrachos con sombrero, bigote y peinilla, con la música que oían los muchachos play de Medellín en los antros lo hizo universal. Único.
La influencia de los Hermanos Visconti, Vicente Fernández, Octavio Meza, Gardel, Metallica, Iron Maiden y Slaver más el arte de Juanes crearon un producto único con calidad de exportación.
Nadie sabe a ciencia cierta cómo clasificar su arte. Los críticos más importantes de música del mundo lo llaman the Colombian Rocker, pero para algunos ortodoxos criollos su música es Pop. La verdad es que en pop, rock o típico siempre se gana todos los premios.
El alma de montañero le enseñó que no hay caminos muy largos ni lomas muy duras o que si existen hay que caminarlas para poder llegar, no importa que la trocha esté llena de barro o que el río esté crecido, hay que darle pa delante y sin rezongar ni tirárselas de mucho.
Habla sucio, reza y baila como los montañeros. Bogotá le pica.
Le parece que en Medellín todo es mejor, más divertido, más rico y más bonito.
Los paisajes de suiza o el país Vasco no son más bonitos que los de Medellín, las discotecas de Madrid o Amsterdam no son más divertidas que Mangos, los restaurantes de Bruselas no son mejores que los de El Poblado, El Tesoro es mejor que Bal Harbor, las mujeres de Estocolmo no son mas bonitas que las del parque Lleras.
En su tierra, la carne, el pollo, el arroz, los tomates, la lechuga y el pan saben más bueno que en cualquier parte. No hay mejor médico en el mundo que el Dr. Aníbal, que lo examina, le manda recetas y chistes verdes por internet.
Algunos placeres y privilegios han logrado penetrar su cerrado gusto nontañero. Prada, Primera Clase de Lufthansa, Fender, Mac y el Sushi con un nuevo sabor al que se arriesga en cada viaje.
Pero todavía anda tranquilo y feliz en moto por El Poblado como cuando tenía el pelo hasta la cintura y 500 pesos en el bolsillo, almuerza en Las Cazuelitas, monta a caballo con zamarros, le pide la bendición a la mamá, besa el crucifijo cada que algo bueno le sucede (es un crucifijo bien besado), lee, le cree y le preocupa lo que dice El Colombiano, baja al río a ver el alumbrado, come perros en el carrito de El Poblado y todo lo que no sea lo suyo le parece charro.
Todos los montañeros son paisas pero no todos los paisas son montañeros. Juanes es de los primeros. Montañero y paisa.
Por todas esas razones y por su alma tan sensible, es el Montañero Universal, el más universal de todos los montañeros. •
* Manager de Juanes.