Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.

El paisa que da cátedra sobre daño cerebral

De campeón de judo pasó a doctor en psicología con más de 35 reconocimientos mundiales, incluidos tres premios de la Asociación Americana de Psicología. Tiene 120 publicaciones en revistas científicas.

Gloria Castrillón/Especial para El Espectador

14 de febrero de 2011 - 05:27 p. m.
PUBLICIDAD

El accidente que sufrió su hermano menor y que lo dejó en coma durante dos meses, le cambió la vida. Antes de esta penosa situación, Juan Carlos Arango era un estudiante promedio en la Facultad de Psicología de la Universidad de Antioquia. Su única señal particular, hasta ese momento, era ser campeón nacional de Judo durante varios años consecutivos y haber representado a Colombia en unos Juegos Panamericanos.

A pesar de que no tenía las mejores notas, durante sus años de estudiante Juan Carlos se empezó a interesar por el funcionamiento del cerebro y su relación con la conducta humana y se integró al grupo de científicos, liderado por Francisco Lopera, que estudiaba los casos de Alzheimer en una numerosa familia de Yarumal. Pero solo cuando se enfrentó a la repentina muerte de su papá y a la condición de coma de su hermanito adolescente por un accidente automovilístico, se dejó atrapar por una pasión: la rehabilitación de personas, que como su familiar, sufrían de daño cerebral.

Semejante calamidad no solo le ayudó a encontrar su verdadera vocación, también le impidió hacer uso de una beca de postgrado en Cambridge, Inglaterra, que se acababa de ganar. En su condición de hijo mayor debía responder económicamente por su familia y asumió como suya la recuperación de su hermano. En honor a él y a los miles de pacientes que eran diagnosticados y no recibían ningún tipo de ayuda, Juan Carlos se propuso convertirse algún día en un experto en rehabilitación de personas con trauma cerebral y hacer parte del pequeño grupo de científicos que en el mundo estudiaban la posibilidad de recuperar las capacidades cognitivas de estos pacientes.

En medio de la desgracia, la historia tuvo un feliz desenlace. El doctor Arango es hoy una reconocida autoridad en el área y gracias a su dedicación y la de su familia, su hermano logró rehabilitarse, estudiar Educación Física, trabaja y lleva una vida plena, a pesar de un recibir un diagnóstico desalentador.

Read more!

No ad for you

“El cerebro humano es un misterio”, repite.  “A pesar de los avances científicos, sabemos muy poco sobre su funcionamiento y la forma de rehabilitarlo y recuperarlo cuando se lesiona”, explica. Por eso su trabajo de investigación se ha enfocado en encontrar terapias de rehabilitación eficaces para mejorar la memoria, la atención, el lenguaje y los problemas emocionales de los pacientes. “Sabemos que una persona con daño cerebral no será la misma que era antes del accidente, pero en muchos casos es posible reintegrarla a la sociedad, lograr que tenga una vida productiva, que vuelva a trabajar y estudiar”.

Y fue esa obsesión la que lo llevó a no desfallecer. A medida que se acercaba el grado dejó de ser el estudiante promedio y obtuvo el título de psicólogo con las mejores notas de la universidad. En vista de la apremiante situación económica sus profesores le ayudaron a conseguir trabajo como maestro y así logró sostener a su familia, mientras seguía trabajando en la rehabilitación de su hermano. Un año y medio después se ganó otra beca de doctorado, en la Universidad Autónoma de Madrid, a la que estuvo a punto de renunciar.

Read more!
No ad for you

Sus alumnos, conmovidos por su situación, organizaron un congreso y recogieron fondos para que Juan Carlos le  dejara  a su familia y se pudiera ir a Madrid. Allá estuvo cinco años, haciendo el doctorado en Psicología con especialidad en daño cerebral y desempeñando los oficios propios de inmigrantes (mesero, cuidando ancianos).

Y allá también conoció el amor. Heather Rogers, una psicóloga norteamericana que se enamoró de las ganas de salir adelante de este paisa. Una vez terminó sus estudios viajaron juntos a Estados Unidos para casarse. Allá él podría seguir su sueño: hacer un postdoctorado en rehabilitación de personas con daño cerebral. “Mi objetivo era estudiar con dos de las diez personas más importantes en el mundo en ese tema. Pero tenía un problema: no sabía inglés”.

Obstinado, insistente, casi obsesivo, decidió trabajar, a pesar de llevar encima un título de doctorado, como empacador en supermercados y mesero en restaurantes y bares para aprender el idioma y seguir ayudando a su familia. Un año y medio duró su lucha hasta que encontró la oportunidad y aplicó para realizar estudios al lado de John de Luca y Michael Rosenthal.

No ad for you

“Para presentarme al postdoctorado tuve que ir al Kessler Institute of Rehabilitation en New Jersey a dictar una conferencia y a presentar unas  entrevistas. Como no manejaba bien el inglés, le pedí a mi esposa que me tradujera la conferencia, las preguntas y las respuestas y me aprendí todo de memoria”, recuerda sin pena. Al mes y medio lo llamaron para decirle que había ganado el cupo pero no le entendió a su interlocutor en el teléfono. Fue otra vez Heather quien logró averiguar que efectivamente se había ganado la posición de en el departamento de Medicina Física y Rehabilitación, de la Universidad de New Jersey.

Sin falsa modestia y justo cuando acaba de completar sus 37 años, Juan Carlos habla de sus logros: no solo entró a la élite del mundo científico en rehabilitación de daño cerebral, sino que se ha ganado más de 35 reconocimientos internacionales, incluidos tres premios de la Asociación Americana de Psicología, ha publicado más de 120 artículos en revistas científicas, viaja por todo el mundo dictando conferencias y seminarios y hace parte de grupos de investigación en varios países de América Latina, donde es considerado un verdadero gurú.

No ad for you

Desde 2007 es profesor asociado e investigador del departamento de Medicina  Física y Rehabilitación de la Universidad de Virginia, uno de los mejores del mundo. “Aún nos falta mucho. En esta área llevamos apenas 30 años de estudios, que en el mundo científico no es nada”.

Gracias a su trabajo y el de su equipo han determinado que con una adecuada terapia, el 40% de los pacientes norteamericanos vuelve al trabajo después de cinco años. “En Colombia y América Latina creemos que ese porcentaje no llega al 5%. Muchos se logran reintegrar nunca a la sociedad, algunos quedan jubilados, mientras otros quedan totalmente discapacitados”.

Lo peor de esta situación, dice, es que Colombia es uno de los países con mayor número de personas con daño cerebral por accidentes automovilísticos, actos violentos y caídas, pero no cuenta con centros de rehabilitación especializados. “El Estado no se ha dado cuenta de los años de vida productiva y los miles de millones que le cuesta a la sociedad tener una persona en estas condiciones. Es importante que se creen programas de prevención y de rehabilitación, asociaciones de pacientes y familiares, que las universidades financien grupos de investigación para mejorar la calidad de vida de los pacientes y sus familiares”.

No ad for you

 

Por Gloria Castrillón/Especial para El Espectador

Temas recomendados:

Ver todas las noticias
Read more!
Read more!
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.