En La Pradera y La Margarita renace la esperanza

En el corregimiento Las Margaritas, el más afectado por la creciente de la quebrada La Liboriana, que dejó 104 personas muertas y más de 300 damnificados, hay un contraste en el panorama. Por un lado están las ruinas que les recuerdan a los salgareños la tragedia: pocas casas en pie, desolación y destrucción, pero a la par está la reconstrucción.

Dos grandes vallas ubicadas en la carretera anuncian los proyectos: La Pradera, del Gobierno nacional, conformado por 50 viviendas y el cual avanza en casi 50 %, y Aldea La Margarita, adelantado por los dirigentes del suroeste antioqueño liderado por el expresidente Álvaro Uribe, quien pasó su infancia en estos terrenos. Las obras de las 30 casas de este proyecto están en el 87 %.

“Parece un pesebre. Qué cosa tan bonita esas casitas filadas y todas coloridas. ¡Qué belleza!”, comenta José Cuervo mientras observa detenidamente las viviendas blancas con zócalos verdes, rojos y amarillos, característicos de la zona.

En una de esas casas, lista para entregar, está Vanessa Sierra. Empuña una trapeadora y limpia el piso con esmero. Ella es una de las 30 beneficiarias de las “casas de Uribe”, como las llaman todos. “Estoy feliz. Esta casa es muy linda, muy acogedora”, comenta con una enorme sonrisa. Y es que los 70 m² que conforman la vivienda, más el patio trasero y el jardín, fueron diseñados por tres arquitectos que conocen perfectamente la zona. Una de ellas es Martha Roldán, quien nació y creció en Salgar y asegura: “Para nosotros era muy importante conservar esa casa típica, donde el campesino se sienta acogido, a gusto, y creo que lo hemos logrado. Son muy amplias e iluminadas y tienen todo para que guarden sus herramientas, su caballo o su moto”.

De la mano con la corporación Solidaridad por Colombia realizan talleres y trabajo social para restablecer el tejido social. “Ya tenemos seleccionadas las 30 familias a las que les entregaremos la casa. Los sábados hacemos convites. Los hombres trabajan y las mujeres hacen unos almuerzos deliciosos. Les hacemos talleres”, dice Roldán.

“Ellos dicen que no quieren solo entregar casas sino construir comunidad, así que conformamos grupos ambientales y de lo que necesitemos”, dice Vanessa Sierra.

La idea es entregar las viviendas dotadas. “Las familias nos dicen qué necesitan. Hay algunos que perdieron todo, así que les entregamos amueblado. Otros nos han dicho que solo una cama o una nevera. Nos pidieron tener en cuenta herramientas agrícolas; esas también se las vamos a dar”, explica la arquitecta.

Justo al frente de la Aldea La Margarita está La Pradera; las cincuenta casas están más atrasadas en sus obras. Ya se ven algunas en pie y de otras apenas está demarcado el terreno. “Tuvimos muchos problemas para conseguir tierra. Nos tocó hasta amenazar con expropiar para que nos pudieran vender, pero ya estamos en construcción”, explica Emel Cuervo, alcalde de Salgar.

El miércoles 18 de mayo, al conmemorarse un año de la tragedia, el presidente Santos asignó las primeras 179 de las 286 casas que construye el Gobierno (50 en La Pradera, 50 en La Habana y 186 en La Florida).

“La forma de mitigar el dolor de las víctimas, cuando sufren la pérdida de un ser querido, es ayudarles y reconocer su dolor. Acompañarlos y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que queden mejor que antes”, dijo el presidente en el evento conmemorativo.

En total han sido invertidos $35.000 millones por parte del Gobierno, no solo en la construcción de los tres proyectos de vivienda, sino en doce puentes peatonales y vehiculares, pavimentación de la vía de acceso, remodelación del parque y proyectos productivos. “Con el Ministerio de Agricultura adelantamos 50 proyectos para el secado de café”, explicó Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD).

La intención es que en julio se entreguen las primeras viviendas en La Habana, pues en el caso de la Aldea La Margarita y La Pradera, aunque hay varias viviendas listas, el acueducto y el alcantarillado que instalará la Gobernación de Antioquia no está listo. “La semana pasada estuvimos en una reunión y apenas van a sacar la licitación. Eso va a tardar por lo menos tres meses más. Tanto las casas de nosotros como las del Gobierno tienen el mismo problema”, dijo Martha Roldán.

Con la entrega de estas 80 viviendas volverá la vida a Las Margaritas. El corregimiento hoy está prácticamente deshabitado. Nieves Herrera, haciendo honor al nombre de su negocio, Los Recuerdos de Ella, no para de lamentar la soledad y la tristeza que hoy se respiran. “A mí me tocó quedarme porque yo vivo de este negocio. Es triste abrir la tienda y no ver a nadie, no ver las niñas. Yo como tendera tenía relación con todos, porque todos venían aquí. Esa noche de la tragedia hubo gente aquí parrandeando hasta las dos de la mañana. Se fueron a las casas y al ratico ya no estaban. Fueron 15 los que estuvieron esa noche y se murieron”, cuenta.

Y agrega: “Esto está muy solo, pero en el día hay mucho trabajador construyendo las casas y ellos nos compran mucho y de esa manera sobrevivimos. La esperanza es cuando habiten las casas, que no solo se mejoren las ventas sino que esto vuelva a tener vida, niños corriendo, por aquí jugando, porque ahora solo queda el recuerdo de los que se bajaban de la escalera cuando venían del colegio y me gritaban ‘Nieve Rosa’, porque me llamo Nieves y pinté mi casa rosada una vez, y así me dejaron”.

En el corregimiento Las Margaritas, el más afectado por la creciente de la quebrada La Liboriana, que dejó 104 personas muertas y más de 300 damnificados, hay un contraste en el panorama. Por un lado están las ruinas que les recuerdan a los salgareños la tragedia: pocas casas en pie, desolación y destrucción, pero a la par está la reconstrucción.

Dos grandes vallas ubicadas en la carretera anuncian los proyectos: La Pradera, del Gobierno nacional, conformado por 50 viviendas y el cual avanza en casi 50 %, y Aldea La Margarita, adelantado por los dirigentes del suroeste antioqueño liderado por el expresidente Álvaro Uribe, quien pasó su infancia en estos terrenos. Las obras de las 30 casas de este proyecto están en el 87 %.

“Parece un pesebre. Qué cosa tan bonita esas casitas filadas y todas coloridas. ¡Qué belleza!”, comenta José Cuervo mientras observa detenidamente las viviendas blancas con zócalos verdes, rojos y amarillos, característicos de la zona.

En una de esas casas, lista para entregar, está Vanessa Sierra. Empuña una trapeadora y limpia el piso con esmero. Ella es una de las 30 beneficiarias de las “casas de Uribe”, como las llaman todos. “Estoy feliz. Esta casa es muy linda, muy acogedora”, comenta con una enorme sonrisa. Y es que los 70 m² que conforman la vivienda, más el patio trasero y el jardín, fueron diseñados por tres arquitectos que conocen perfectamente la zona. Una de ellas es Martha Roldán, quien nació y creció en Salgar y asegura: “Para nosotros era muy importante conservar esa casa típica, donde el campesino se sienta acogido, a gusto, y creo que lo hemos logrado. Son muy amplias e iluminadas y tienen todo para que guarden sus herramientas, su caballo o su moto”.

De la mano con la corporación Solidaridad por Colombia realizan talleres y trabajo social para restablecer el tejido social. “Ya tenemos seleccionadas las 30 familias a las que les entregaremos la casa. Los sábados hacemos convites. Los hombres trabajan y las mujeres hacen unos almuerzos deliciosos. Les hacemos talleres”, dice Roldán.

“Ellos dicen que no quieren solo entregar casas sino construir comunidad, así que conformamos grupos ambientales y de lo que necesitemos”, dice Vanessa Sierra.

La idea es entregar las viviendas dotadas. “Las familias nos dicen qué necesitan. Hay algunos que perdieron todo, así que les entregamos amueblado. Otros nos han dicho que solo una cama o una nevera. Nos pidieron tener en cuenta herramientas agrícolas; esas también se las vamos a dar”, explica la arquitecta.

Justo al frente de la Aldea La Margarita está La Pradera; las cincuenta casas están más atrasadas en sus obras. Ya se ven algunas en pie y de otras apenas está demarcado el terreno. “Tuvimos muchos problemas para conseguir tierra. Nos tocó hasta amenazar con expropiar para que nos pudieran vender, pero ya estamos en construcción”, explica Emel Cuervo, alcalde de Salgar.

El miércoles 18 de mayo, al conmemorarse un año de la tragedia, el presidente Santos asignó las primeras 179 de las 286 casas que construye el Gobierno (50 en La Pradera, 50 en La Habana y 186 en La Florida).

“La forma de mitigar el dolor de las víctimas, cuando sufren la pérdida de un ser querido, es ayudarles y reconocer su dolor. Acompañarlos y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que queden mejor que antes”, dijo el presidente en el evento conmemorativo.

En total han sido invertidos $35.000 millones por parte del Gobierno, no solo en la construcción de los tres proyectos de vivienda, sino en doce puentes peatonales y vehiculares, pavimentación de la vía de acceso, remodelación del parque y proyectos productivos. “Con el Ministerio de Agricultura adelantamos 50 proyectos para el secado de café”, explicó Carlos Iván Márquez, director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD).

La intención es que en julio se entreguen las primeras viviendas en La Habana, pues en el caso de la Aldea La Margarita y La Pradera, aunque hay varias viviendas listas, el acueducto y el alcantarillado que instalará la Gobernación de Antioquia no está listo. “La semana pasada estuvimos en una reunión y apenas van a sacar la licitación. Eso va a tardar por lo menos tres meses más. Tanto las casas de nosotros como las del Gobierno tienen el mismo problema”, dijo Martha Roldán.

Con la entrega de estas 80 viviendas volverá la vida a Las Margaritas. El corregimiento hoy está prácticamente deshabitado. Nieves Herrera, haciendo honor al nombre de su negocio, Los Recuerdos de Ella, no para de lamentar la soledad y la tristeza que hoy se respiran. “A mí me tocó quedarme porque yo vivo de este negocio. Es triste abrir la tienda y no ver a nadie, no ver las niñas. Yo como tendera tenía relación con todos, porque todos venían aquí. Esa noche de la tragedia hubo gente aquí parrandeando hasta las dos de la mañana. Se fueron a las casas y al ratico ya no estaban. Fueron 15 los que estuvieron esa noche y se murieron”, cuenta.

Y agrega: “Esto está muy solo, pero en el día hay mucho trabajador construyendo las casas y ellos nos compran mucho y de esa manera sobrevivimos. La esperanza es cuando habiten las casas, que no solo se mejoren las ventas sino que esto vuelva a tener vida, niños corriendo, por aquí jugando, porque ahora solo queda el recuerdo de los que se bajaban de la escalera cuando venían del colegio y me gritaban ‘Nieve Rosa’, porque me llamo Nieves y pinté mi casa rosada una vez, y así me dejaron”.