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Derrumbe en Bello: los riesgos que evidenció la emergencia en el Granizal

Las fuertes lluvias de los últimos días provocaron la emergencia en la vereda Granizal y la comuna 1 Popular de Medellín, que obligaron a evacuar más de 100 viviendas. Este tipo de emergencias revive los debates sobre el ordenamiento territorial.

Mónica Rivera Rueda

25 de junio de 2025 - 10:05 p. m.
Hay siete cuadrillas de rescate en la zona del deslizamiento buscando a las 15 personas desaparecidas.
Foto: Alcaldía de Bello
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A Carlos Mesa lo despertó un sonido que parecía una fuerte detonación. “Sonó como si una bomba hubiera explotado por la carretera”, dice. Se levantó del susto, pero fue poco lo que pudo deducir de lo que pasaba. Eran las 3:00 a.m. del pasado martes 24 de junio y lo que ocurrió es que un deslizamiento en el sector de El Pinar, en los límites entre Medellín y Bello, causó, en la ciudad, una avalancha de lodo que afectó varios barrios de la Comuna 1 Popular, mientras que en el municipio la tierra sepultó más de 10 viviendas y con ello 11 personas murieron, así como por lo menos 15, al cierre de esta edición, seguían desaparecidas.


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De la magnitud de la emergencia solo se tuvo idea hasta que empezó a salir el sol y los habitantes, especialmente de la parte más alta de Medellín y del Granizal, comenzaron a subir videos en los que se veía cómo el agua aún corría entre las calles, mientras en la zona del derrumbe los vecinos intentaban con picos y palas rescatar a los que no lograron atender a los llamados.

Los sobrevivientes señalaron a medios locales que desde la noche, cuando empezó a caer un fuerte aguacero, empezaron a escuchar sonidos extraños en la montaña. Otros indican que en la madrugada varias personas gritaron casa por casa que había que evacuar. Lo que también pasó en la parte baja del Granizal, desde donde sí vieron cuando la tierra se vino abajo, sepultando por lo menos una decena de casas.

Aunque se trata de una zona rural del municipio de Bello, el Granizal es el asentamiento irregular más grande del Valle del Aburrá y uno de los más grandes del país, pues allí no solo se encuentran alrededor de 30.000 personas, la mayoría desplazadas del conflicto, sino que además los asentamientos se dividen en siete sectores. El más afectado por el deslizamiento fue El Pinar.

El lugar es conocido, pues, además de que han ganado pleitos judiciales en los que se pide garantizar el servicio de agua a quienes habitan la zona, recientemente el Concejo de Bello aprobó un proyecto que permitirá formalizar parte del asentamiento, el sector de Santa Rita, donde más se han consolidado viviendas. En el caso de la parte alta aún quedan temas por resolver, como por ejemplo el riesgo de la zona, ya que hace poco se había dado otro deslizamiento, aunque no de las magnitudes del más reciente.

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Carlos Mesa señala que en la mañana muchos buscaron refugio en el espacio que tiene para su proyecto de lectura, en el barrio Domingo Sabio, en Medellín. Con ayuda de otros líderes y habitantes de la zona limpiaron el lodo y tanto en hamacas como en el colegio dieron refugio en la noche a los que llegaban por ayuda. “Llegaron entre 600 y 700 personas a pedir apoyo. Las atendimos y dimos comida. Llegaron personas que lo perdieron todo, otros a los que la Policía los sacó por el riesgo, había personas que perdieron vecinos y conocidos. Hay mucha mascotica por ahí sufriendo, niños perdidos, abuelas perdidas (...) y sin saber cómo el Estado va a responder o quién los va a ayudar”, añade Carlos.

Sobre la emergencia, los departamentos de Gestión del Riesgo de Antioquia (Dagran) como de Medellín (Dagrd) indicaron que se habilitaron cinco albergues en Bello y uno en la capital antioqueña para atender a los damnificados. Del punto en el que Mesa ayudó a sus vecinos, ya fueron trasladados la mayoría de damnificados a hoteles o los lugares antes mencionados. Por su parte, la alcaldesa de Bello, Lorena González, aseguró que en la zona del deslizamiento se mantienen siete cuadrillas de personal de socorro buscando a los desaparecidos. Sumado a esto y ante los riesgos de nuevas amenazas, se activó un sistema de alarmas para hacer alertas preventivas a los socorristas, debido a que el riesgo de un nuevo deslizamiento se mantiene.


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“El equipo técnico visitó el terreno, se hicieron análisis y tenemos unos sobrevuelos con los que se determinó que hay aguas de corriente natural que estamos buscando la forma de desviar, ya que todavía están cayendo en el terreno y se corre el riesgo de que se presente una nueva emergencia”, añadió la mandataria.

La directora del Área Metropolitana, Paula Andrea Palacio, aseguró que se están haciendo los análisis para determinar las causas del deslizamiento. Sumado a ello, señaló que en los últimos días, “de acuerdo con el sistema de pluviómetros instalados en el Valle del Aburrá, hay estaciones que han superado hasta el 250 % de la cantidad de lluvias, lo que quiere decir que hay una saturación en los suelos”.


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Esto va de la mano de lo que advierte Juan Fernando Salazar, doctor en Recursos Hidráulicos y profesor de la UdeA, quien explica que van en aumento las lluvias extremas asociadas a inundaciones y deslizamientos. “No van a desaparecer de repente, sino que van a empeorar”, por lo que señala que desde las administraciones se deben emprender acciones para enfrentar estas situaciones.

Sobre lo que ocurre, el experto indica que hay dos características asociadas estos eventos. Por un lado, está el cambio climático y los efectos en esta región del mundo, en la que se prevé que las lluvias serán más extremas.

A esto añade la urbanización intensa y el desordenado crecimiento del Valle del Aburra, que incluye la canalización de ríos y quebradas, por lo que Salazar indica que se requiere prestar más atención a las condiciones climáticas, así como tomar medidas más radicales.

“Hay que darles a los ríos y las quebradas el mayor espacio que podamos y eso se puede lograr por la vía de reubicaciones, de ordenamiento territorial, de protección de zonas, de cambios de infraestructura. Hay que generar espacios, como parques lineales que, dado el caso en el que vengan inundaciones muy fuertes, se les permita a los ríos salir sin causar los desastres que ocurren cuando esas zonas están habitadas”.

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Finalmente, indica que en el ordenamiento territorial hay que evitar la impermeabilización de las laderas, que aumentan el riesgo de inundaciones en el Valle. “Vía el ordenamiento territorial, hay que ponerle límites a esa expansión urbana y hacer cumplir esos límites”.

Por Mónica Rivera Rueda

Periodista de planeación, hábitat, salud y educación. Estudiante de la maestría de análisis de problemas políticos, económicos e internacionales contemporáneos.@Yomonrivermrivera@elespectador.com
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