Las ollas de vicio que se convierten en galerías

El sector de Barbacoas, en el centro de Medellín, hoy parece sacado de un cuento. En las fachadas de cinco edificios se observan árboles gigantes y duendes. Es imposible no detenerse a observar la belleza y creatividad de las pinturas, que guardan también un pasado.

Según cuenta Luis Fernando Suárez, vicealcalde de gobernabilidad y seguridad de la Alcaldía de Medellín, un día mientras estaba reunido con el capitán comandante de la Policía Antinarcóticos de la Sijín, analizando la problemática de las ollas de vicio, éste le dijo: “Pintémoslas doctor, pongámosles un color bonito”. “Y ahí se me iluminó el bombillo, pensé en lo que se ha hecho en la Comuna 13 con los grafitis y quise hacer lo mismo”, afirma Suárez.

Se generó, entonces, una propuesta de un bosque encantado formado por legos, pensado de manera individual para cada una de las casas que se intervinieron porque el contexto ni la vocación comercial de la zona son los mismos, explica Diego Alejandro Marín, subdirector de Producción de Grafitis de la 5, los encargados de cambiarle la cara al sector.

Fue así como convocaron a los grafiteros de la Comuna 5 para que crearan una idea inspirada en la vida. Hasta el momento se han pintado nueve edificaciones, el objetivo es completar 20 en el centro. Pero el proyecto va más allá de dibujar en las fachadas. La Alcaldía de la capital de Antioquia quiere que el Gobierno Nacional le entregue estas construcciones, que están en extinción de dominio, para convertirlos en centros de vida.

“Lo que hemos dicho, siendo coherentes con una administración que tiene como ideal el respeto por la vida, es que lo que antes era una olla hay que convertirlo en un sitio de resocialización, rehabilitación y recuperación de habitantes de calle”, explicó Suárez.

Pero ahí no termina la tarea. A través de la Secretaría de Gobierno, se contactó a los diferentes grupos de grafiteros de Medellín para que intervinieran 50 barrios, que incluyen 16 comunas y cinco corregimientos de la ciudad. “Se capacitó primero a los artistas urbanos en temas de convivencia, comunicación y trabajo en equipo para que comenzaran a pensar en sus territorios. Cada artista se encarga de su comuna e invita a otros, habla con la población, mira las problemáticas, elabora un boceto y a pintar”, agrega Marín.

El pasado fin de semana se pintaron seis barrios y un corregimiento. Uno de éstos fue el 12 de Octubre, en la Comuna 6, una de las más complicadas en materia de orden público. En un mural en plena vía principal, “Barto” y sus amigos llenaron de color el espacio. Rostros, flores y docenas de casas apiñadas formaron parte de la obra. Los vecinos observaron desde la acera del frente el trabajo de los artistas. “Está muy bonito, se ve otro semblante, deberían seguir con los otras paredes para que sea más alegre”, comenta Carlos Mario Ríos, habitante del sector.

“Estamos cambiando el estigma de bandidos que tenemos”, dice “Barto” mientras pinta el techo de una de las viviendas. Con el programa “Medellín se pinta de vida” la ciudad será transformada en la galería urbana a cielo abierto más grande que se haya hecho. Busca cambiar esos espacios, que antes eran identificados por acciones violentas, en referentes culturales y sitios de encuentro.

El sector de Barbacoas, en el centro de Medellín, hoy parece sacado de un cuento. En las fachadas de cinco edificios se observan árboles gigantes y duendes. Es imposible no detenerse a observar la belleza y creatividad de las pinturas, que guardan también un pasado.

Según cuenta Luis Fernando Suárez, vicealcalde de gobernabilidad y seguridad de la Alcaldía de Medellín, un día mientras estaba reunido con el capitán comandante de la Policía Antinarcóticos de la Sijín, analizando la problemática de las ollas de vicio, éste le dijo: “Pintémoslas doctor, pongámosles un color bonito”. “Y ahí se me iluminó el bombillo, pensé en lo que se ha hecho en la Comuna 13 con los grafitis y quise hacer lo mismo”, afirma Suárez.

Se generó, entonces, una propuesta de un bosque encantado formado por legos, pensado de manera individual para cada una de las casas que se intervinieron porque el contexto ni la vocación comercial de la zona son los mismos, explica Diego Alejandro Marín, subdirector de Producción de Grafitis de la 5, los encargados de cambiarle la cara al sector.

Fue así como convocaron a los grafiteros de la Comuna 5 para que crearan una idea inspirada en la vida. Hasta el momento se han pintado nueve edificaciones, el objetivo es completar 20 en el centro. Pero el proyecto va más allá de dibujar en las fachadas. La Alcaldía de la capital de Antioquia quiere que el Gobierno Nacional le entregue estas construcciones, que están en extinción de dominio, para convertirlos en centros de vida.

“Lo que hemos dicho, siendo coherentes con una administración que tiene como ideal el respeto por la vida, es que lo que antes era una olla hay que convertirlo en un sitio de resocialización, rehabilitación y recuperación de habitantes de calle”, explicó Suárez.

Pero ahí no termina la tarea. A través de la Secretaría de Gobierno, se contactó a los diferentes grupos de grafiteros de Medellín para que intervinieran 50 barrios, que incluyen 16 comunas y cinco corregimientos de la ciudad. “Se capacitó primero a los artistas urbanos en temas de convivencia, comunicación y trabajo en equipo para que comenzaran a pensar en sus territorios. Cada artista se encarga de su comuna e invita a otros, habla con la población, mira las problemáticas, elabora un boceto y a pintar”, agrega Marín.

El pasado fin de semana se pintaron seis barrios y un corregimiento. Uno de éstos fue el 12 de Octubre, en la Comuna 6, una de las más complicadas en materia de orden público. En un mural en plena vía principal, “Barto” y sus amigos llenaron de color el espacio. Rostros, flores y docenas de casas apiñadas formaron parte de la obra. Los vecinos observaron desde la acera del frente el trabajo de los artistas. “Está muy bonito, se ve otro semblante, deberían seguir con los otras paredes para que sea más alegre”, comenta Carlos Mario Ríos, habitante del sector.

“Estamos cambiando el estigma de bandidos que tenemos”, dice “Barto” mientras pinta el techo de una de las viviendas. Con el programa “Medellín se pinta de vida” la ciudad será transformada en la galería urbana a cielo abierto más grande que se haya hecho. Busca cambiar esos espacios, que antes eran identificados por acciones violentas, en referentes culturales y sitios de encuentro.