¿Recuerdan cuando de pequeños, jugábamos y hacíamos competencias con los niños del barrio dando vueltas a la cuadra en patinetas, bicis y triciclos? A la adrenalina de la carrera como tal, se le sumaba la acera estropeada, las piedrillas y la gente.
Varios deportes se desarrollaron a través de esos juegos inocentes, entre ellos el Drift Trike. En términos sencillos, es un deporte de inercia, en el que usan triciclos para derrapar y se modifican las llantas, poniendo PVC, para mejorar el deslizamiento en el pavimento.
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Dato: Según la revista Bakánica, “cuando recién empezaba la década del 2000, un grupo de amantes de la velocidad en Nueva Zelanda decidió salir a las calles con un triciclo modificado, prácticamente hecho a mano. Diez años después, Colombia se empezó a consolidar como un referente internacional de esta práctica”.
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Antioquia ha sido referente del deporte colombiano y en el Drift Trike, con la modalidad de Speed Trike, no se queda atrás. Un nuevo talento germina en la capital de la montaña: Felipe Echavarría, un joven de 24 años, amante a la velocidad, a la adrenalina y al Hip Hop.
En 2014 descubrió este deporte. Sin embargo, al inicio lo vio como algo recreacional, le llamó la atención ver a unos cuantos jóvenes con triciclos derrapando por algunos sectores de Medellín. En una ocasión acompañó a otro grupo de nuevos deportistas, que se tiraban en unos “trabucos” que hacían ellos mismos para únicamente hacer drift. Es decir, sólo derrapar.
Por unos meses se ausentó de la adrenalina que brindaba este deporte de inercia debido a que el grupo con el que inició se retiró paulatinamente y ya no había con quién montar. Pero su pasión era como los triciclos: sin freno.
Tiempo después, en 2015, se enteró del Festival de Carros de Rodillos y Triciclos que se realiza en Fredonia. Con las conexiones que había dejado en el pasado consiguió un triciclo, un poco destartalado, y nada que ver en comparación a los que correrían ese día; casi al unísono recibió el mismo consejo: ¡hay que comprar otro!
Una motivación más para conseguir uno de mejor calidad y apto para las competencias. Fue así como contactó a Gilberto Mejía, De la Mina, en Envigado y fue él quien hizo su primer triciclo a la medida (un Drif Trike Mina), en el que, por cierto, aún corre.
Felipe, como un niño pequeño, apenas tuvo el triciclo en sus manos se inscribió en una carrera que se realizó en Filadelfia, Caldas, en la categoría de “novatos”. Como era de esperarse, sin haber entrenado ni conocido la manejabilidad del manubrio y la calidad de las llantas, perdió.
Seis meses después y con la derrota aún en la cabeza se inscribió nuevamente como novato en lo que fue su segunda carrera, llevada a cabo en Trujillo, Valle del Cauca.
Antes de la competencia, los participantes hacen un recorrido de reconocimiento de la pista, en ese tramo Felipe se cayó dos veces, pero su instinto competitivo hizo que el reto fuera aún más grande. Inició la carrera, eran cuatro grupos, cada uno de ocho corredores. De cada grupo pasaban los primeros cuatro, el calor era agobiante, la tensión aumentaba; en la primera vuelta, Felipe iba de cuarto, pero en un movimiento astuto cogió el túnel de viento y llegó a la primera posición, repitió esa táctica en la segunda manga (o hit). Sin embargo, en la tercera, confiado, ya que mantenía su posición, y con el túnel de viento en la cabeza, pues era este el que daba más impulso para llegar a la meta, escuchó cuatro ráfagas de viento por su lado: lo habían adelantado a escasos metros de la llegada final; se recostó un poco en su triciclo para tomar más velocidad, pasó uno, dos corredores y… ¡clasificó en la tercera posición!
Llegó la final. Él ya sabía cómo funcionaba la pista y las tácticas que necesitaba para conseguir el primer puesto, hizo estrategia con otro corredor, proveniente de Anserma, Caldas. La maniobra era sencilla, disputarse el primer y segundo lugar, impedir que los demás ganaran esas posiciones y en la recta final conseguía el título el triciclo que más velocidad tomara, pero un corredor con más sed de tocar el pódium sacó a Felipe de la pista, ocasionando un pequeño accidente y, por ende, llegó a la meta de séptimo. Aun así, su primer pensamiento fue "la próxima competencia la voy a ganar y me voy a 'expertos'".
No se rindió, con esfuerzo y entrenamiento logró conquistar más pódiums de los que se le han escapado. El pasado mes de febrero en el “Festival Internacional Speed Trike La Lucha 2018" que se realiza en Costa Rica, Felipe representó a Colombia como competidor Pro Elite, su segunda vez en una competencia internacional de velocidad. Ocupó el segundo puesto y ahora se prepara para la próxima competencia, la segunda fecha del Campeonato Nacional de Speed Trike que se realizará el 31 de marzo en el Valle del Cauca y que, por cierto, es donde más corredores hay a nivel nacional.
Además de corredor, Felipe hace Rap. Su a.k.a es Echalarrima, y se atrevió a juntar sus dos pasiones. Al ser tan demorada la solicitud de un patrocinio con marcas de ropa de talla internacional, optó por apoyar a las marcas locales como Javato Jones Store, Afrosoul y This Is Hardkore e inició un proyecto que se llama DerRap3, en el que sencillamente se mezcla el gusto por el Rap y los triciclos, mostrando qué es el Trike de una manera profesional y elegante, sin dejar a un lado ese estilo urbano que tiene y convertirlo paulatinamente en un referente visual dentro del Hip Hop.
Arte, cultura y deporte, consignas que la juventud quiere seguir desarrollando; velocidad, música, unión, pasión y sana competencia como pilares de grandes proyectos que deberíamos apoyar.