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Homenaje: Pierre Raymond, un campesinista terco e inquebrantable

Pierre Raymon (Paris, 24 de enero de 1946 – Bogotá, 31 de mayo de 2025). Francés y colombiano, sociólogo y economista. Antes de llegar a Colombia, en 1975, fue obrero agrícola en Francia y profesor de inglés en Argelia.

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Jaime Forero Álvarez*, especial para El Espectador
12 de junio de 2025 - 05:16 p. m.
Pierre Raymond con Don Luis Carvajal, campesino, constructor de molinos y herrero. Socotá 2017.
Pierre Raymond con Don Luis Carvajal, campesino, constructor de molinos y herrero. Socotá 2017.
Foto: Cortesía de Mónica Ramírez.
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En los años ochenta Pierre Raymond y otros compañeros ruralistas de la Javeriana pasábamos días y días, horas y horas discutiendo, a partir de nuestras observaciones, en las parcelas roturadas con bueyes o tractores, sobre el campesinado de Boyacá, de Santander, de Colombia y del mundo; discutíamos sobre las cooperativas rurales y sobre los métodos que inventábamos al margen de los marcos teóricos, para hacer investigación con los hombres y mujeres del campo.

No contento con haber producido obras como Hacienda Tradicional y Aparcería, y El lago Tota Ahogado en Cebolla, sobres la cuales Orlando Fals Borda decía que eran dos libros fundamentales de los estudios rurales latinoamericanos y mundiales, como también Mucha Tela que Cortar, su libro sobre los tejidos artesanales de algodón, y el acabado de publicar, sobre la historia del trigo y del pan en Colombia, que son textos imprescindibles para la historia agraria, artesanal y alimentaria de este país.

No contento, decía, con éstas y otras publicaciones, Pierre dedicó parte de su vida a dejar una obra material valiosísima: El Museo del Algodón y del Lienzo de la Tierra, en Charalá, en donde un grupo de más de setenta mujeres se reúnen a trabajar, a recrear técnicas y diseños, a transmitir conocimientos a las más jóvenes. Creó también El Museo del Algodón y Fábricas, de San José de Suaita, como un corolario de su investigación, realizada entre 1999 y el 2006, sobre un fantástico (el quimérico) proyecto agro industrial, montado en este remoto poblado santandereano.

Más recientemente impulsó una agrocadena por la cual circulan harinas y panes artesanales. Al final del circuito, los panaderos, con orgullo, les hacen saber a sus clientes que parte de la harina que utilizan no es importada, sino que viene de los campos colombianos.

Yo conocí esos pequeños trigales campesinos y esos maravillosos molinos de piedra y agua, hace unos cuarenta años. Nadie apostaría un centavo por su supervivencia. Pero Pierre, con su épica terquedad, dedicó los últimos años de su vida a rescatarlos. Y lo logró, con la ayuda de sus amigos campesinos y panaderos.

Pierre, antes de venir a Colombia, en 1979, vivió varios años entre árabes y bereberes. Me imagino ahora, que allá, este Quijote de las causas rescatadas, tuvo que haber impulsado la restitución de la confección artesanal de alfombras voladoras.

Hace año y medio, aparentemente vencido por una enfermedad terminal, y desahuciado por los médicos, negoció con La Parca un rato más de vida para poder ver publicado su Pan Nuestro, Trigo Ajeno, hermosa y contundente obra que fue lanzada en la pasada Feria del Libro de Bogotá, en un bello y amoroso evento al que asistimos una buena parte de su gran familia: panaderos, panaderas y molineros artesanales; lideresas campesinas, agraristas, académicos; sus parientes.

Pero Pierre, con su inquebrantable terquedad, comenzó a mamarle gallo a la Muerte.

- Necesito un rato más para sacar adelante el otro Museo. Ya tengo claro el proyecto, le dice.

Y la cosa iba en serio: Pierre, en el año y medio que obtuvo de plazo, entre los muchos lugares y amigos que visitó fue a Ibagué a buscar ideas para montar El Museo Vivo de los Cultivos de Cereales y el de Los Molinos artesanales, en Boyacá.

− No, Pierre, no me enredes más -le contesta ella− porque si seguimos así, quién sabe con cuantos cuentos más me vas a salir. Recuerda, hombre, lo que sabes desde antes de nacer, desde hace catorce mil millones de años: que polvo cósmico eres y en polvo cósmico te convertirás.

Se cumplió, entonces, lo pactado, y hace pocos días ella se lo llevó, tranquilamente, en medio de su último e indescifrable sueño.

Te veremos pasar, querido Pierre, por encima de nuestras cabezas, montado en un lienzo volador, tejido por las virtuosas manos de las mujeres de Charalá que tanto te aman y fabricado con la asesoría experta de los gitanos de Macondo. Pasarás impulsado por un sutil viento cósmico; sutil como el sonido de tu flauta. Porque tú sabes que no estoy fantaseando, sino que así es este mundo mágico que tanto contribuiste a construir.* Profesor emérito de la Universidad Javeriana y tratadista rural.

Por Jaime Forero Álvarez*, especial para El Espectador

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CEHJ(93960)13 de junio de 2025 - 04:47 p. m.
Un gran homenaje para Pierre Raymond, quien contribuyó de manera formidable en la conservación de saberes campesinos recientes y ancestrales, porque aunque el trigo fue traído, el algodón es nativo. Que bello artículo.
Watasabi(56195)12 de junio de 2025 - 10:30 p. m.
Qué buen personaje, no sabía de él, gracias por recordarlo
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