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¿Somos dueñas de nuestro destino?

El ser humano vive dignamente si maneja las riendas de su destino. Pero las reglas del mundo patriarcal se encargan de camuflar el hecho de que para que una mujer logre autonomía y respeto de sus derechos, sentirse dueña de su destino, se requiere un ejercicio heroico. Y determinar aquello que un hombre debe hacer para sentirse digno, es decir tener poder.

El Espectador
07 de marzo de 2020 - 02:32 a. m.

En consecuencia, en el universo patriarcal, ni nosotras ni ellos somos verdaderamente dueños de nuestro futuro. Para la prueba dos botones: las mujeres, hasta hace tan solo un siglo, no podíamos ni manejar nuestras finanzas, ni votar, ni educarnos y menos ser dueñas del propio cuerpo, y los hombres, aunque sí tienen derechos, son nominales, pues su ejercicio depende de su estatus socioeconómico. Increíble, pero cierto, el único derecho incuestionable que viene con el cromosoma “Y”, y que no depende del estatus es el de dominar el cuerpo, la mente y las finanzas de las mujeres de su propio ámbito.

Esta creencia forma parte de nuestro inconsciente colectivo a un punto tal que, en estos momentos, en nuestro país, se discuten dos temas: ¿tienen las mujeres derecho de decidir sobre los hijos que quieren y pueden traer al mundo, asumiendo la tarea de acompañarlos en la vida?, y, ¿si han recibido maltrato y abuso por parte de sus parejas tendrán derecho a recibir una compensación económica?

Hay quienes afirman que defender la vida del que no ha nacido es una prioridad, es un valor. Sin embargo, y paradójicamente, muchos de los que defienden esta tesis son los mismos que no dudarían en llevar a esos mismos niños a pelear y morir en una guerra defendiendo intereses y privilegios que nunca han tenido.

El corolario es obvio, las mujeres que no son dueñas de su cuerpo no pueden decidir su destino, ni tampoco van a recibir del mundo patriarcal apoyo significativo para la crianza y educación de esos niños y niñas. Una vez que nazcan serán abandonados a su suerte.

Esto a un extremo tal, que solo en febrero de 2020 hemos despertado a la conciencia de que mujeres maltratadas no tenían derecho a una compensación por el daño recibido, “curiosamente” la ley no lo exigía ni lo consideraba delito.

Aunque la gesta heroica de llegar a ser dueñas de nuestro cuerpo y mente se está dando, todavía los hijos que vienen a través del cuerpo de la mujer tienen padres sin compromisos ni obligaciones, las mujeres maltratadas no tienen derecho a compensaciones económicas ni emocionales.

La equidad, condición necesaria para la dignidad como un derecho humano, ha de ser un propósito social que nos comprometa por igual a hombres y mujeres.

Por El Espectador

 

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