Dialogar para re-existir

Fundación Foro Nacional por Colombia
26 de mayo de 2021 - 08:05 p. m.

29 días de paro nacional, 29 días de movilización ciudadana; más de 800 municipios en efervescencia ciudadana; un pliego de pliegos de peticiones, varias agendas emergentes, muchas ideas latentes, angustias que se guardaban en las conversaciones del barrio y en la intimidad de la casa. Y como consecuencia, el rostro de la tragedia, según los informes de la ONG Temblores*: más de 43 asesinatos en el marco de las protestas, 46 víctimas agredidas en sus ojos, 22 hechos de violencia sexual y basada en género, 1388 detenciones arbitrarias. Desgaste de la institucionalidad, fractura de la confianza.

Las grandes y constantes movilizaciones ciudadanas muestran la magnitud del descontento, así como la desconexión de los gobernantes con la ciudadanía que se ha expresado en los crecientes reclamos expuestos, en su mayoría, desde la voz de los más jóvenes. Preocupa y aterra la incapacidad de la institucionalidad para escuchar y entender que se están expresando, como en muchas otras ocasiones, las frustraciones, el descontento y la ausencia de oportunidades. Muchas razones están en la calle. La democracia esta vez no está en las urnas, está en la calle. Pero allí también se clama por el encuentro, por el diálogo. En las calles se manifiestan el poder de insistir y resistir ante la inequidad, pero el diálogo da la oportunidad para re-existir.

Tendrían que ser múltiples diálogos democráticos, sociales y políticos, donde la ciudadanía que está en las calles, las organizaciones sociales, pero especialmente, quienes se representan a sí mismas y están interpelando a las autoridades nacionales y locales, sean reconocidas desde la diferencia como actores válidos interesados en construir salidas a la confrontación y a la indiscutible agenda que exige justicia social y la garantía para el ejercicio de los derechos civiles a participar, protestar y denunciar. Pese a que hoy no parece posible lograr un diálogo efectivo entre sectores tan diversos y hasta opuestos, no obstante, si bien los diálogos parecen improbables, son la única salida probable.

El peligro de no asumir el diálogo es muy alto. La movilización corre el riesgo de agotarse, pero a la vez es el entusiasmo que impulsa a lograr nuevas victorias, como el retiro del proyecto de reforma tributaria o el hundimiento de la reforma al sistema de salud. Sin embargo, es difícil creer que puede permanecer por mucho tiempo, especialmente cuando el riesgo asociado es y hasta ahora ha sido, enfrentar la protesta con el uso excesivo y abusivo de la fuerza como respuesta institucional del Estado. O, lo que es peor, endurecer las posturas que reclaman más mano dura y que el Gobierno Duque es proclive a obedecer.

Habrá que imaginarse formas novedosas y ágiles de recoger todo el descontento social, la multiplicidad de agendas e, incluso, la falta de claridad al respecto.

Es evidente que no se puede ignorar la justeza del descontento social, que no es viable aplazar las respuestas a esos reclamos, que no se puede seguir de paro en paro. En la protesta de estos días los jóvenes nos han estremecido con su fortaleza. Exigen respuestas, resultados y ante la brutalidad policial el camino es persistir y resistir en la movilización hasta lograrlo. Y, además, exigen que no haya impunidad frente a los graves excesos de la fuerza pública porque en la ciudadanía crece el justo reclamo de asumir, de una vez por todas, la reforma a este cuerpo armado. Levantar a la fuerza los bloqueos y militarizar las ciudades no es la salida. Ya se han visto esfuerzos por parte de las organizaciones y sectores del paro de abrir corredores humanitarios que no impliquen acallar las voces de la protesta.

Muchas voces han sumado ideas y propuestas tendientes a la imperiosa necesidad de considerar que el diálogo debe ser un proceso efectivo para la negociación y la construcción de acuerdos; los cuales a su vez se deben expresar en tiempos, recursos, responsables y mecanismos de verificación. Seguro cada momento del proceso exigirá sus propios tiempos y actores.

En medio de las propuestas algunos criterios y condiciones se van destacando. En primer lugar, este diálogo parte del reconocimiento y el respeto hacia el otro. Un reconocimiento que vaya más allá de las categorías clásicas de “representante” y “organización”, por ejemplo. El proceso le irá dando la forma a las mesas de diálogo, los liderazgos y las vocerías irán surgiendo. En segundo lugar, el espacio para iniciar es lo local, incluso lo comunal; la dimensión de las problemáticas surge del territorio, de lo endógeno, de lo propio. Solo así se irá configurando lo nacional. Entonces, en tercer lugar, son las autoridades locales y la ciudadanía centrales en este proceso. Así, la dinámica de este primer acercamiento irá dándole un orden a la diversidad. Seguramente en un primer momento contribuirá de manera positiva contar con un tercero que oficie como mediador, que facilite la identificación de los mínimos requeridos por cada una de las partes, la remoción de los inamovibles e incluso los puntos comunes entre los diversos. Las Universidades, sus campus y sus profesores podrán acoger esta conversación e incluso sumar saberes.

Para dar este primer paso seguramente será necesario acordar las garantías básicas para construir confianzas. De parte del gobierno y las autoridades, de manera urgente y oportuna, iniciar por rechazar, además de investigar y sancionar, todos los hechos relacionados con el asesinato, las desapariciones, las agresiones sexuales y los abusos de la policía y el ejército. Igualmente, aceptar la visita de verificación de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Por parte de los manifestantes, suspender los bloqueos y garantizar la movilidad.

Esta puede ser nuestra única posibilidad de re-existir bajo otros – mejores – parámetros.

*Foro Nacional por Colombia es un Organismo Civil no Gubernamental sin ánimo de lucro, creado en 1982, cuyos objetivos son contribuir al fortalecimiento de la democracia en Colombia.

**Cifras al 25 de mayo de 2021, fecha de cierre de la columna.

Por Fundación Foro Nacional por Colombia

 

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