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¡Apareció vivo!: relato de un reencuentro con un desaparecido

El hombre había salido amenazado de zona rural de Tumaco hace 13 años, y desde entonces no se había podido comunicar con su familia. Se reencontró con su hermana a través de una videollamada, debido a la pandemia por COVID-19.

Beatriz Valdés Correa
31 de mayo de 2020 - 07:00 p. m.
Las Cantaoras de Tumaco son mujeres buscadores que alzan su voz por sus desaparecidos.
Las Cantaoras de Tumaco son mujeres buscadores que alzan su voz por sus desaparecidos.
Foto: Cristian Garavito

Nelly* llevaba 13 años sin saber si podía despedir, o no, a su hermano a través del canto. Si podía cantarle un alabao para que llegara al cielo, como se hace en las comunidades afro. No sabía si entonces era mejor cantarle para que regresara a la casa sano y salvo. Pero en todo caso se decidió a alzar su voz, aunque fuera para expresar el dolor de su ausencia, y también de la ausencia de uno de sus hijos. Ambos desaparecidos en medio del conflicto armado.

Sin embargo, este mes de mayo la condición su hermano cambió. Su búsqueda de 13 años terminó, porque él apareció con vida, y a través de un encuentro virtual se pudieron volver a ver.

Esta es la primera vez que en la organización “Esperanza y paz”, un grupo de mujeres afrocolombianas buscadoras de sus desaparecidos, encuentran a uno de sus seres queridos con vida. Las cantaoras de Tumaco, como son conocidas, recobraron la esperanza que algunas habían perdido, pues llevan muchos años de sus vidas cargando el dolor y la incertidumbre que produce la desaparición forzada.

(Escuche este pódcast: Cantaoras de Tumaco: el dolor de la ausencia que reparan los alabaos)

Estas mujeres desde hace tres años han sido acompañadas por el Colectivo Orlando Fals Borda (OFB) en varios sentidos: atención psicosocial, caracterización de los cementerios del municipio y documentación de los casos. El Colectivo tiene una estrategia que es como una búsqueda a la inversa. No buscan los desaparecidos (sus cuerpos) para entregárselos a sus familiares, sino que trabajan en identificar los cuerpos y luego buscan a sus familias. Una vez tienen plenamente identificado a quién pertenece el cuerpo hallado en un cementerio, por ejemplo, incluyen la foto del desaparecido (si la tienen en la Registraduría) y la publican en muchos lugares para que su familia la vea. Fue así como Marcos* se enteró de que su hermana lo estaba buscando, y entonces se puso en contacto.

No fue fácil para él, pues 13 años atrás, mientras estaba en su finca en zona rural de Tumaco, un grupo armado lo amenazó. Le dijeron que se tenía que ir en ese momento o si no lo mataban, y le prohibieron comunicarse con su familia. Él tomó un par de mudas de ropa y se fue buscando proteger su vida y la de sus seres queridos. Sin embargo, este mes, como una manera de rebelarse contra el miedo, llamó.

Adriana Pestana, psicóloga y coordinadora del área psicosocial del Colectivo OFB, dice que “lo hizo como una forma de resistencia, de lucha, de no seguir con la desazón y la incertidumbre, permitiendo que la familia siguiera en esa tortura de seguirlo creyendo tal vez muerto. La hermana lo que creía era que estaba muerto. Él suponía que su familia lo buscaba”.

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La llamada la recibió su sobrina, hija de Nelly, quien de la emoción casi no pudo entender de quién se trataba. Inmediatamente llamó a Nury Cabezas, enlace del Colectivo OFB en Tumaco y coordinadora de las cantaoras, quien recuerda que pensaban que era el hijo de Nelly, quien sigue desaparecido. “Buscamos los registros y era el hermano (Marcos). Conseguí los datos, le hice preguntas para comprobar que era él y de ahí pude escuchar las historias y avanzar en el diálogo. La hija de la señora quería que el regalo del día de la madre fuera la noticia de que el hermano había aparecido. Me tocó sostener esa verdad en secreto para que la hija pudiera cumplir el deseo de darle esa noticia a la mamá”, recuerda Nury.

Para continuar con la sorpresa, Cabezas le dijo a Nelly que iba a tener una reunión muy importante, con pocas personas, y que necesitaba que la acompañara. Ella aceptó. Entonces, desde el Colectivo enviaron un carro a que recogiera a Nelly y otro a que recogiera a su hija. Una vez llegaron al lugar donde ocurriría el encuentro con su hermano, todo fue sorpresa y sentimientos encontrados. Encontraba a su hermano, pero no podía abrazarlo. Encontraba a su hermano, pero no encontraba a su hijo.

Sin demasiados sentimientos a flote, Nelly se limitó a decirle a Marcos que fuera a verla, un encuentro que sucederá cuando haya condiciones sanitarias y de orden público.

Como lo dice Nury Cabezas, el sentimiento saldrá con el canto. Nelly no se caracteriza por estar triste o enojada, pero canta con el alma. Para ellas el cantar es una expresión del dolor. “Estas mujeres cantan para sacar su dolor, su tristeza, su rabia, para poder expresarlo porque difícilmente pueden decirlo con palabras”, dice Adriana Pestana.

El encuentro de Nelly y Marcos también es el primero que ha propiciado el Colectivo OFB. Durante los últimos años han acompañado a alrededor de 135 familias en la entrega de los cuerpos de sus seres queridos, sin embargo, todos habían sido devueltos al seno de su familia en estado óseo, cuando llevaban muchos años muertos. “Y aunque todo esto da cierta tranquilidad, el hecho de que una persona vuelva en vida da mucha esperanza”, recalca Pestana.

*Los nombres fueron cambiados para proteger la identidad de las víctimas, pues se encuentran en una delicada situación de seguridad debido al conflicto armado que sigue activo en sus territorios.

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