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La familia que le reclama a la Fiscalía la entrega del cuerpo de un médico guerrillero

Los Paéz Quiza llevan siete años intentando reclamar el cuerpo, plenamente identificado, de su familiar que fue guerrillero de las Farc, pero las autoridades les han negado este derecho de "entega digna de restos". El caso lo acompaña el CICR.

César Augusto Muñoz M.*
05 de diciembre de 2018 - 09:54 p. m.
Everardo Paez, “Jhon Edinson Fierro”, médico guerrillero de la Columna Móvil Teófilo Forero. /Archivo particular.
Everardo Paez, “Jhon Edinson Fierro”, médico guerrillero de la Columna Móvil Teófilo Forero. /Archivo particular.

El 19 de febrero de 2011 los principales periódicos del Huila y Caquetá confirmaron “la muerte en combate”, por parte de tropas de la Novena Brigada del Ejército, de Everardo Paez, “Jhon Edinson Fierro”, médico de la columna móvil Teófilo Forero. Días después, el cuerpo del guerrillero llegó al cementerio central de Neiva. La familia Paéz Quiza, en especial su hermana Carmen, intentó reclamar el cuerpo pero las autoridades le negaron este derecho. Siete años después de un largo trasegar entre instituciones, Everardo está plenamente identificado pero la Fiscalía se niega a cumplir con el protocolo de entrega digna.

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Carmen Quiza

Carmen tiene los ojos vidriosos, quizás por el llanto que tantas veces a derramado. Su cuerpo se ha ido marcando con las cicatrices que dejan profundos dolores. Mientras conversamos ella manifiesta con voz pausada que una migraña la acompaña desde hace varios días. Afirma, reprochando que ese dolor es por los golpes que le dieron de niña, después de quedar huérfana.

Sus padres Luis Felipe Marín Carvajal y María del Carmen Quiza, llegaron al Pato en el año 77, allá fundaron la finca Manantiales. En la dinámica de la región la familia estableció relación con los guerrilleros de las Farc que pasaban por esos caminos. Según Carmen este hecho convirtió a su padre en objetivo del Ejército. En septiembre del 79, Luis Felipe junto a su hijo Alcides salieron hacía Balsillas, al rato se escucharon unos disparos. Para María era claro que habían matado a Luis Felipe. Al padre lo encontraron desmembrado y medio enterrado a la orilla del camino. De Alcides, la familia no volvió a saber nada. Treinta años después se enteraron que él había alcanzado a escapar del Ejército y que integraba las Farc. En 2011 Alcides murió en un combate.

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En el 80 la familia fue desplazada junto con otros cientos de campesinos de la región y se ubican en las gradas del Estadio Urdaneta en Neiva. Luego de lidiar con la pobreza en la ciudad, vuelven a la región. María para sostener a sus hijos, empieza a trabajar como cocinera en la finca de Jorge Eliecer Paéz. Luego, se van a vivir juntos y de esa relación nace Everardo Paez Quiza. Vuelve la violencia a la región y la familia nuevamente es desplazada. Jorge Eliecer no soporta el cambio y se regresa al campo. El 2 de julio de 1983, María muere a los 31 años de pobreza, manifestada en cáncer de cuello uterino. Carmen, mientras cuenta estos relatos dice, en voz baja, otras violencias inenarrables que sufrió de niña.

Everardo Paéz

Ella tiene contados recuerdos de su hermano. De niño cuando en medio de la pobreza lo vio partir con su padre hacía el campo. Su regreso a la ciudad a los 14 años. “Era un joven despierto que conocía bien los lugares de la ciudad donde se vendía la cosecha”. Quería “cambiar el mundo”, mezclaba el discurso con la palabra de Dios. “Un cristiano que tomaba trago e iba a culto”. Regresó al campo y ella nunca más lo volvió a ver. Se enteraron por familiares, que había ingresado a la guerrilla en el 99 con 17 años. Allá había hecho estudios de medicina y su principal tarea era el cuidado de los enfermos. En el año 2003, él la llamó y hablaron más de tres horas. Esa fue la última vez que lo escuchó. Todo lo demás lo ha descubierto después de su desaparición.

En 2011 el general del ejército William Escalante, comandante en ese momento de la Novena Brigada, hoy privado de la libertad y en proceso ante la JEP por ejecuciones extrajudiciales, afirmó ante la prensa que Everardo era “el quinto cabecilla de la Teófilo Forero e instructor, era el médico de la organización y hombre de confianza de…el Paisa y Corcho”. El periódico Extra lo definió como un “terrorista que curaba leismaniasis, enfermedades venéreas, practicaba abortos, entrenaba otros terroristas y daba cursos de ideología política". 

La muerte  

En el 2017 Carmen pudo reunirse con exguerrilleros amigos de Everardo que fueron testigos presenciales de los hechos. Según Franklin González Ramírez, conocido como “Corcho”, el 15 de febrero de 2011 un grupo de guerrilleros se estaban bañando en un río en medio de la selva, Everardo decidió salirse del lugar y bañarse en una finca ubicada en la parte alta de la montaña. En un momento, los guerrilleros se percataron del movimiento de las vacas y los pájaros y se dieron cuenta que el Ejército había llegado donde Everardo, “quisieron reaccionar” cuando escucharon el primer disparo, luego quejidos y gritos y otros disparos. La versión del periódico dice que Everardo “fue abatido en enfrentamientos con el Ejército en zona rural del Caquetá”.

La desaparición

La familia se entera de la muerte de Everardo por los titulares de la prensa del 19 de febrero de 2011. En ese momento, se dirigen a Medicina Legal para averiguar por su hermano. Allá les informan que no había llegado nadie con esas especificaciones. Deciden ir hasta el cementerio central, donde son atendidos por el administrador del lugar quien les confirma que: “a ese muchacho lo acabe de enterrar porque me estaba contaminando el cementerio…La Fiscalía me dijo que lo enterrará como estuviera porque la orden es que se desintegre rápido…Venía muy maltratado”.

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En los días siguientes, Carmen hace el reconocimiento fotográfico del cadáver y se dirige a la fiscalía 7 seccional de Neiva, la fiscal era Mercedes Rocha a ella entregaron documentos de registro civil de la víctima, partida de bautismo, declaración extrajuicio y partida de defunción de la mamá. El 24 de febrero la fiscal informa que la documentación presentada “no es prueba suficiente para acreditar con veracidad, que el aquí occiso corresponde al señor Everardo Paéz Quiza”. Carmen afirma que la fiscal de forma despectiva le dijo “por acá no vuelva, búsquelo con los que lo mataron, váyase al distrito penal militar que allá tienen ese caso”.

Carmen entonces se dirige al distrito penal militar donde la atiende la teniente María Lorena Restrepo Uribe, en ese momento juez 64 de instrucción penal militar. Según Carmen, la funcionaria recogió el testimonio de los hechos y luego justificó la acción haciendo las siguientes afirmaciones: “él no era una santa paloma, era un médico que hacía abortos…” y hace la misma descripción realizada por la prensa. Durante dos meses, Carmen estuvo intentando que la juez entregará a su hermano. Finalmente, la funcionaria le prometió que lo va a hacer el 16 de abril de 2011. La familia se prepara para ese día realizar la ceremonia de entierro, pero cuando llegan donde la funcionaria ella niega la entrega porque el caso seguía aún en investigación. En cambio amenaza a Carmen que si sigue entrando y saliendo del Caquetá ella la va a tener como una informante de la guerrilla.

Después de un tiempo de no tener noticias del caso y habiendo recibido durante esos años el apoyo del CICR en la documentación y seguimiento, en 2013 una llamada anónima le advierte que “tenga cuidado con el caso”. Ese mismo día, después de salir de misa en su motocicleta se le acercan dos hombres jóvenes en otra moto y la arrastran hasta que cae, en el forcejeo uno de ellos le dice que “deje eso quieto”. Una cicatriz en el brazo izquierdo es prueba de ese momento.

Ese mismo año, Carmen intenta hacer parte del Registro Único de Víctimas RUV pero según la resolución 2013-192782 del 27 mayo de 2013 de Unidad de Víctimas “no hay suficientes elementos para determinar que el hecho se dio como violación del DIH”. En el 2015 le informan que el caso pasó al distrito militar 13 en Bogotá y de nuevo de forma despectiva los militares le recomiendan ir a La Habana, donde se adelantaban las conversaciones de paz entre el Gobierno y las Farc, a preguntar por su hermano.

En el 2017 pasan el caso a la fiscalía de derechos humanos. En 2018, en dos ocasiones esta institución ha querido realizar el procedimiento incumpliendo el protocolo de entrega digna, la última diligencia estaba programada para el 15 y 16 de noviembre, pero tanto la fiscalía como la alcaldía de Neiva y la gobernación del Huila no garantizaron un osario a perpetuidad y digno para Everardo. Argumentando que al no estar registrado en el RUV este procedimiento no se podía realizar (en ningún lugar del protocolo de entrega digna se exige este requisito). El 19 de noviembre al correo de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (Asfaddes) llega un oficio de la Fiscal 183 seccional grube, Yannette Carolina Herrera, haciendo un recuento de las diferentes acciones realizadas por esta institución en el caso y concluyendo que: “…el despacho está supeditado a que el núcleo familiar adelante el trámite ante la Unidad de Víctimas, y una vez sean incluidos en el RUV, se procederá a realizar nuevamente la gestión ante los entes territoriales para la designación del osario…” (Ver oficio completo)  

A la fecha, Carmen y su familia se encuentran a la espera de recibir dignamente a Everardo y siguen sin saber que fue exactamente lo que sucedió ese 15 de febrero de 2011. ¿Por qué los militares decidieron asesinar cuando podían capturar? ¿Por qué quisieron que se descompusiera su cuerpo? ¿Qué señales guardaba el cuerpo de Everardo? ¿Qué verdades aún guarda el calcio de sus huesos? ¿Por qué se negaron a entregarlo días después de su asesinato? Todo en el caso de él está por esclarecer. 

Por César Augusto Muñoz M.*

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