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Fuerza Pública: las memorias del cautiverio

La pérdida de noción del tiempo, las ganas de morir y los lazos familiares destruidos son algunas de las marcas que les dejó el secuestro a nueve policías y siete militares. Sus relatos quedaron plasmados en el especial “Recuerdos de selva”.

Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena
31 de julio de 2018 - 11:00 a. m.
El sargento Julio César Buitrago, el infante de Marina (r) Henry López y el inspector jefe César Humberto Rincón contaron sus historias. / Mauricio Alvarado
El sargento Julio César Buitrago, el infante de Marina (r) Henry López y el inspector jefe César Humberto Rincón contaron sus historias. / Mauricio Alvarado

Henry López quiso cargar a su bebé de un año cuando salió de los nueve meses que estuvo en cautiverio. Pero su niño, al que había registrado durante un permiso que tuvo justo antes de ser secuestrado, no se iba hacia sus brazos, no reconocía la presencia de su padre. Ese momento es el que López recuerda como el más difícil que vivió cuando recobró su libertad.

López era infante de Marina de la Armada Nacional y fue secuestrado por el frente 15 de las Farc el 23 de mayo de 2010, en zona rural de Solano (Caquetá). Ese día vio morir a sus compañeros y tuvo que quedarse inmóvil en el piso para que los guerrilleros creyeran que él también estaba muerto. Luego corrió, pero miembros de las Farc lo encontraron. No lo mataron porque creyeron que era el comandante, entonces le tocó estar nueve meses secuestrado.

Conozca aquí el especial "Recuerdos de selva"

Los impactos que el cautiverio dejó en él fueron atendidos en el tratamiento psicosocial que recibió, pero los recuerdos de la selva apenas los pudo narrar cuando fue invitado por el Centro Nacional de Memoria Histórica a unos talleres con otros 15 exsecuestrados. Este ejercicio lo continuaron durante un año y medio.

El proceso fue complejo. Casi todos los participantes habían continuado su vida normalmente, intentando dejar atrás la experiencia que les había partido su historia en dos, pero en ese momento se enfrentaron a la necesidad de contar lo que les dolía, de saber que no estaban solos en lo que les pasó.

Y encontraron puntos comunes sobre el cautiverio: la radio, la familia, la esperanza, la pérdida de la noción del tiempo o las ganas de morir. Esta experiencia que compartieron nueve policías y siete militares quedó plasmada en el especial Recuerdos de selva, realizado por el periodista del CNMH Mauricio Builes, y financiado por la Embajada de Suiza.

Este es el primer esfuerzo de memoria en el que se aborda el secuestro de miembros de la Fuerza Pública. Esto es significativo porque, según el Observatorio de Memoria y Conflicto del CNMH, en Colombia 1.214 militares y policías fueron secuestrados por las Farc y el Eln entre 1976 y 2017. Henry López lo dice ahora, cuando conversamos justo antes de que él mismo le cuente a un público bogotano su historia: “Nos estamos dando cuenta de que no estábamos en el olvido”.

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La imposibilidad de olvidar

Las sesiones en las que se encontraron estos militares y policías estuvieron encaminadas a resolver una pregunta: ¿es posible olvidar las marcas del secuestro? El sargento mayor de la Policía Julio César Buitrago Cuesta niega con la cabeza y se atreve a decir: “De pronto se perdona, mas no se olvida. Quedan las cicatrices”. Entonces asemeja el cautiverio a una herida profunda en la piel, que parece sana, “pero que cada vez que la miras, recuerdas lo que pasó”. Y luego lanza una frase personal: “A mí a raíz de eso (del secuestro) se me acabó el hogar y es algo que queda marcado para toda la vida”.

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Buitrago estuvo secuestrado 9 años, 10 meses y 29 días, y fue rescatado en la Operación Jaque, en 2008. ¿Lo más duro?, se pregunta. “Además de la familia, el tiempo. Pasa el tiempo y usted se va envejeciendo en la selva. Y usted allá se muere en vida”.

Sin embargo, él continuó viviendo al salir y en el momento de la presentación del especial seguía portando su uniforme verde.

López, de pie al lado de Buitrago, lo ratifica y agrega que en la selva todos los días son iguales. “Igual, igual, igual, igual”, repite. Luego dice que el olvido es imposible. “Va uno por la calle y no falta el que pregunta. Perdonar se puede, olvidar no”. Entonces pregunto: ¿Ustedes perdonaron?, y apenas asienten con la cabeza.

La cotidianidad de la selva

Builes encontró puntos comunes en el relato, detalles que se traducen en la necesidad de continuar con la vida y de hacerse a actividades cotidianas que atajaran la esperanza que se escapaba en el verde de la selva.

Es ahí donde aparece la radio, “una ventanita al cielo”, la llamaron. El único medio para escuchar a sus familias mediante el programa Voces del secuestro, o para escuchar noticias, incluso para ubicarse geográficamente en las largas caminatas que todos hicieron. “La radio, a veces, era nuestro GPS, porque en la medida en que lo iban moviendo a uno, le entraban emisoras que en otras partes no, entonces uno se iba ubicando”, dijo Buitrago en uno de los talleres. En el especial además se muestra un mapa probable de los territorios recorridos, de acuerdo con el relato de cada uno.

Esas marcas físicas y psicológicas que les dejó la selva pueden narrarlas a nombre de otros de sus compañeros, quienes hoy permanecen desaparecidos o murieron en cautiverio.

La verdad de lo que pasó en la selva

Ninguno deja de pensar en el dolor de las familias que aún hoy no saben qué pasó con sus secuestrados. Eso es lo primero que piden: saber dónde están.

“La verdad es lo que uno más desea. Estuve secuestrado con el teniente Luis Hernando Peña Bonilla, él fue asesinado en cautiverio y nunca le han entregado los restos a la familia. Su mamita todavía tiene ese dolor, esa incertidumbre sin saber nada de su hijo”, dice el sargento Buitrago, que cuenta varios compañeros muertos durante sus casi 10 años de secuestro. Unos murieron por enfermedades, otros intentaron fugarse y fueron encontrados y asesinados, otros fueron fusilados. Entonces se pregunta: “¿Cómo estaría mi familia, mis padres y mi hermano, si yo hubiese sido desaparecido en la selva?”.

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Y ahí coinciden de nuevo: ven una oportunidad en la Jurisdicción Especial para la Paz, que ya abrió el caso de las retenciones ilegales a manos de la guerrilla de las Farc, a la que se les endilgan 6.162 casos de secuestros y desapariciones. Sin embargo, todavía no ven tan cercana la posibilidad de hallar los cuerpos de sus compañeros, pues la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas no ha podido empezar a funcionar.

Todo esto forma parte de la verdad. Entonces el intendente jefe de la Policía de Cúcuta César Humberto Rincón rompe su posición rígida y mueve sus brazos larguísimos para recalcar: “Necesitamos que se sepa qué fue lo que nos pasó a quienes vivimos este conflicto”.

Por Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena

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