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“Katharsis” en medio de la guerra

Resistiendo al control de los paramilitares, un grupo de amigos de la biblioteca de La Hormiga fundó una revista literaria para que las víctimas de la guerra hicieran catarsis de su dolor. Hoy trata también temas culturales y de medio ambiente.

Beatriz Valdés Correa @beatrijelena
05 de septiembre de 2017 - 12:10 a. m.
Presentación de la octava edición de la revista “Katharsis”. / Cortesía Grupo Amigos de la Biblioteca
Presentación de la octava edición de la revista “Katharsis”. / Cortesía Grupo Amigos de la Biblioteca

Por la puerta de la Biblioteca Pública Luis Carlos Galán Sarmiento, en La Hormiga (Putumayo), entró una ama de casa. Le pidió a Gloria Nupán, la bibliotecaria, que le diera una hoja y un lápiz, luego se sentó en una mesa y trató de escribir. Lloró y escribió: “No lo lea hasta que yo cruce esa puerta. Eso es muy mío, pero lo entrego para que otros lo sepan”, le dijo a Gloria. La bibliotecaria obedeció, no leyó y no lloró hasta que estuvo sola en el lugar.

Este tipo de escenas se empezaron a repetir en la biblioteca en diciembre de 2004. Se dieron en respuesta al llamado que hicieron Gloria y el grupo “Amigos de la biblioteca”, para estimular la lectura y la escritura entre los habitantes de este municipio. Sin embargo, la real intención era otra: estaban convencidos de que la escritura podría ser una estrategia para no guardar el dolor y quitarle espacio a la guerra.

Esta resistencia escrita empezó incluso en los peores momentos del conflicto. La gente iba a escribir mientras sufría por el asesinato y la desaparición de pobladores, de los que nadie daba razón. Nadie se atrevía a peguntar, “porque a los cinco minutos tenías a una persona esperándote en la puerta de la casa”, recuerda Gloria Nupán.

Los días de horror de ese año se parecen, a veces, a la soledad de la biblioteca, aunque ya casi nunca está sola. Desde 1996, la gente del municipio de Valle del Guamuez (Putumayo) resistió la victimización sistemática por parte de las Farc y de los paramilitares (bloque sur de las Autodefensas Unidas de Colombia) y la casi total ausencia del Estado (hacían presencia los militares). Entre los años 2003 y 2006 se registró un aumento de homicidios del 40 %. El índice de muertes violentas por cada cien mil habitantes llegó a tener una tasa de 99,7 en 2006 (un muerto por día).

La idea de la bibliotecaria, y sus amigos Andrés Cancimance, Martha, Ítalo, Ligia, entre otros, fue recopilar estos escritos espontáneos de las víctimas en una revista literaria. Gestionaron recursos con la Alcaldía Municipal y con actividades como bazares y venta de empanadas. Mostraron la publicación como una actividad más de la biblioteca y difundieron la convocatoria sin hacer alusión directa a lo que querían denunciar a través de la escritura. Los grupos armados, legales e ilegales, no se dieron cuenta de lo que estaba ocurriendo. Estaban ocupados en la guerra. Por esa época los paramilitares ejercían el control del territorio, pero la guerrilla y los militares intentaban ganar terreno.

Luego de innumerables amanecidas en la biblioteca, uno de los pocos lugares donde contaban con electricidad y un computador, en abril de 2005 ya tenían la publicación. Le llamaron Katharsis. Eso es: catarsis y resistencia.

Gloria Nupán fue la encargada de recibir los escritos de las víctimas: madres y padres de los ausentes, campesinos despojados de sus tierras, niños que veían horrores y sufrían las pérdidas; los más pequeños dibujaban la guerra. Gloria recuerda lo difícil que fue: “Llegaban muchas personas. Unos lloraban, otros ni siquiera eran capaces de poner en palabras todo lo que sentían”.

El experimento funcionó, cuenta Andrés Cancimance, doctor en antropología de la Universidad Nacional y amigo de la biblioteca. “Los paramilitares nunca se interesaron por la literatura. No era una amenaza para ellos que la gente leyera o escribiera. La gente no se quedaba con los nudos en la garganta, con las lágrimas reprimidas, con el dolor, sino que escribía”, narra Andrés.

Katharsis logró abrir un escenario distinto en medio de la guerra, pero a ese espacio le faltaba la conversación. Fue entonces cuando se iniciaron las tertulias, las convocatorias públicas y la vinculación de instituciones educativas. También para la segunda edición de la revista se sumó la Universidad Nacional de Colombia e hizo posible la impresión hasta la quinta edición.

La publicación se enfocó, entonces, en mostrar otra cara de Putumayo, no sólo el horror, sino también la valentía de sus pobladores y sus memorias locales. Por esa razón, ahora incluye secciones para hablar de la diversidad, de la naturaleza y de otras estrategias culturales en el departamento.

Ahora que la guerra se fue…

La revista literaria de Putumayo este año lanza su novena edición. Quienes la hacen posible se sienten orgullosos de haber mantenido un escenario de resistencia, a pesar de algunos años en los que no ha podido circular. El lanzamiento se hace en la región y asisten los autores. Andrés Cancimance cuenta que los escritores llevan a sus familiares y es un orgullo decir “Yo publiqué en esa revista, yo publiqué mi texto”, aunque sea de manera anónima.

Ahora, cuando ya no hay un control paramilitar y el territorio se transformó, Katharsis hizo cambios. Ya no es únicamente la revista para descargar la tristeza, ahora se plantea seguir recogiendo los relatos de los 13 municipios de Putumayo, así como seguir estimulando la promoción de la lectura y la escritura. Ese último objetivo lo ha venido desarrollando Gloria Stella Nupán en las zonas rurales con una biblioteca móvil. Y, con la revista, quiere continuar llevando la biblioteca como un proceso social.

Precisamente el último logro de ese proceso fue que se sumaran los excombatientes de las Farc que estaban en la zona veredal de La Carmelita. “Ya me han llegado escritos de los artistas, de los escritores, de los poetas que hay allí. Estamos pensándonos tener una sección donde se recopilen estas historias. Desde el poeta que le escribe a un animalito que se encuentra en el camino, a su campo, a sus recorridos”, dice Gloria.

Katharsis sigue el camino hacia las letras libres y la resistencia “para que la muerte no tenga la última palabra”, dicen en la revista.

Por Beatriz Valdés Correa @beatrijelena

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