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Murió Alfredo Molano Bravo, comisionado de la verdad y periodista

La madrugada de este jueves 31 de octubre falleció en Bogotá el periodista, estudioso del conflicto armado, excolumnista de El Espectador y sociólogo. Por su trayectoria y gran conocimiento del conflicto armado colombiano, fue designado para contar la verdad de lo que sucedió en la Orinoquia.

Colombia en Transición
31 de octubre de 2019 - 11:43 a. m.
Alfredo Molano escribió una veintena de libros sobre la realidad de la Colombia rural. / El Espectador.
Alfredo Molano escribió una veintena de libros sobre la realidad de la Colombia rural. / El Espectador.

El periodista, sociólogo, escritor, excolumnista de El Espectador y comisionado de la Verdad, Alfredo Molano Bravo, falleció en Bogotá en la madrugada de este 31 de octubre de 2019, tras luchar durante meses contra el cáncer. Esta, su casa periodística, lamenta su partida.

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Molano se había desempeñado desde hace más de un año como uno de los 11 comisionados de la Verdad, para realizar un informe que se entregaría al país en tres años sobre qué sucedió durante la guerra. En este cargo estaba al frente del esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición en la región de la Orinoquia, es decir, en los departamentos de Meta, Caquetá, Guaviare, Casanare, Vichada, Vaupés y Guainía.

"Un paro cardíaco lo sobrecogió a poco después de la 1 de la madrugada. Tenía plena confianza de que seguiría con nosotros desde el misterio que nos moviliza por la verdad, la justicia y el amor. Fue grande en la tarea hasta el último momento. Su vida hasta última hora fue la verdad de los campesinos", manifestó el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad. 

Molano nació en 1944 en Bogotá. Estudió Sociología en la Universidad Nacional. Tiene una veintena de libros sobre los orígenes del conflicto armado en Colombia. Sus relatos han atravesado la espesa selva del Guaviare, las infinitas llanuras de la Orinoquía y los muros de las cárceles donde mulas y narcotraficantes colombianos purgan sus condenas. Ha sido de los pocos escritores del país que dedicó su vida a pasear por las zonas más alejadas. También conoció de cerca y estudió en profundidad los orígenes de las Farc como una guerrilla campesina liberal, en el sur del Tolima. Su entendimiento por los problemas sociales colombianos lo llevaron a la academia, pero también a los medios de comunicación. Cromos, Alternativa, Semana y Economía colombiana y El Espectador, donde fue un columnista excepcional hasta que asumió su labor como comisionado, son solo algunos de ellos. 

Cuando ganó el premio Simón Bolívar a Vida y Obra, el jurado llegó a una misma conclusión: cuando los hechos y protagonistas de hoy sólo sean memoria, todo aquel que quiera conocer lo que sucedió en Colombia desde mediados del siglo XX al presente tendrá que leer al sociólogo, periodista y escritor Alfredo Molano Bravo. Sus 27 libros, centenares de crónicas, reportajes, documentales y columnas de opinión, realizados a lo largo de los últimos 50 años. 

En una tradicional familia de abogados y comerciantes, Molano se abrió paso en la Universidad Nacional para estudiar sociología, donde aprendió de tres maestros tres lecciones: ‘de Orlando Fals, el país real; de Camilo Torres, el país posible, y de Eduardo Umaña, la ética’. Al concluir sus estudios universitarios, el médico y defensor de derechos humanos Héctor Abad Gómez lo invitó a trabajar en la región del Alto Sinú, entre Córdoba y Sucre, y allí, en contacto con los campesinos y su resistencia por la tierra, entendió que ese era su destino. 

Molano viajó a Francia como becario en La Sorbona y permaneció hasta 1977, tuvo que aplazar 40 años su título de doctorado por discrepancias con la academia respecto a sus métodos. Así que se dedicó a lo que mejor supo hacer: ir por las zonas rurales del país, dialogando con los campesinos, los pueblos indígenas y protagonistas del conflicto armado. 

Fue así como empezaron a nacer sus libros: Los bombardeos de El Pato, en 1980; Los años del tropel, en 1985; Selva adentro, en 1987, y así sucesivamente, hasta consolidar una obra que todo colombiano debería conocer en detalle. Al mismo tiempo arrancó en el periodismo y desde entonces El Espectador fue su casa. Primero en el Magazín Dominical, después como cronista, autor de reportajes y columnista de opinión. 

Ni siquiera entre 1998 y 2006, cuando se vio forzado a vivir en el exilio por las amenazas del paramilitarismo, especialmente de la casa Castaño, detuvo su intensa producción bibliográfica y periodística. Cuando retornó del todo al país, ya tenía listo un cronograma para seguir desentrañando a Colombia.

En su trabajo recorrió los municipios más alejados y olvidados por el Estado, golpeados por un conflicto que ha dejado cicatrices sociales después de 50 años. Él escuchaba a la gente atento, con la prudencia y la sabiduría de quien conoce las desigualdades sociales en este país. Sin importar las horas de carretera y el duro calor, a sus 75 años seguía recorriendo su país, recogiendo los testimonios de vida y resistencia de las comunidades. 

El país lamenta su muerte.Organizaciones sociales han expresado sus condolencias y su tristeza ante la partida de Alfredo Molano.  El exdirector del Centro Nacional de Memoria Histórica, Gonzalo Sánchez, escribió en sus redes: "El fallecido Alfredo Molano fue la grabadora ambulante de todas las periferias colombianas. Le narró al país los territorios olvidados y atravesados por la violencia. Se le va a extrañar mucho en estos tiempos de memoria y verdad". 

 

Por Colombia en Transición

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