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Crisis, perspectiva y poder

Dejusticia
12 de abril de 2020 - 07:10 p. m.

*Por Juan David Cabrera Arocha

Llama mi atención, cuando hablo con algunas personas privilegiadas, cómo dan por sentada su salud, su sustento económico, su vida. Muchos son indiferentes al hambre que mata a millones de personas cada año, a la pobreza generalizada de la mayoría de la población mundial, a los asesinatos de personas que luchan por sus derechos. Aún aquellos privilegiados que somos críticos de las injusticias sociales, nos sentimos a salvo de las dificultades que afectan a la mayoría, excepto cuando por alguna razón, sentimos amenazada nuestra vida, nuestra salud, nuestro privilegio. Mi argumento es que la gravedad con que sea descrita una “crisis”, y la cantidad de recursos y visibilidad que se le dé en los medios de comunicación, depende de qué tanto la “crisis” afecte a quienes detenten el poder. Si la “crisis” solo afecta a los grupos históricamente oprimidos, no se movilizarán nunca la cantidad de recursos, ni se generará la visibilidad en los medios de comunicación, que sí generará una “crisis” que afecte a los privilegiados.

Ya lo señalaban Nietzsche con su perspectivismo, algunas feministas con su noción de “punto de vista”, y Santiago Castro Gómez con su “hybris del punto cero”, al mostrarnos que toda perspectiva y todo conocimiento es situado, no es universal ni objetivo. Está sesgado por la posición social o cultural que ocupa quien emite una opinión, quien produce un texto, quien crea una noticia. Pero no toda perspectiva tiene la misma fuerza, pues existe una estrecha relación entre el ejercicio del poder y el ejercicio del conocimiento, lo que lleva a la patética realidad de que la perspectiva de los grupos oprimidos sea silenciada. Desde la perspectiva de los pobres la crisis es permanente, su estado “normal” es la crisis. Pero la perspectiva que nos domina es la de los poderosos.

¿Acaso vimos en 2018 las movilizaciones de dinero que vemos hoy, hospitales de campaña, empresas volcadas a la producción de equipos médicos, y medios de comunicación alertando permanentemente, ante los 228 millones de enfermos de malaria que se dieron ese año, la mayoría en África? ¿Acaso teníamos un contador de muertes, que se presentaba en todos los noticieros del mundo, indicando cada una las 405.000 víctimas mortales de la malaria, la mayoría en África?

¿Acaso los medios de comunicación destacan la crisis económica y social permanente que vive el 71% de la población mundial que sobrevive en la pobreza? O ¿Es que solo se habla de crisis económica cuando pierden las élites, como en la “crisis” del 2008?

¿Acaso ante la crisis en la libertad de expresión y en el derecho a la vida que representan los 71 líderes sociales asesinados (solo este año), vemos una movilización contundente del estado y de los empresarios para protegerlos?

Como lo mencionó mi colega Rodrigo Uprimny en una pasada columna, es posible que después de esta coyuntura surja una sociedad más igual o una más excluyente. Espero equivocarme en mi creencia de que todos los esfuerzos que hace el capital para volver a la “normalidad”, son para continuar acumulando riqueza, destruyendo la naturaleza, e incrementando la desigualdad. Como lo dice la pensadora Noemi Klein: “la normalidad es la crisis”

¿Acaso una vida vale más que otra?

*Coordinador Legal de Dejusticia

 

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