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Desaparecidos, desaparecidos

José Obdulio Espejo Muñoz
19 de septiembre de 2019 - 06:54 p. m.

Desaparecer a los desaparecidos de la Fuerza Pública parece ser la consigna de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, CEV, y de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas, UBPD, dos de las más importantes puntas de lanza del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición, SIVJRNR.

A ninguna de las cabezas visibles de estas instancias estatales le preocupa hacer algo para visibilizar a los 266 integrantes de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional que fueron víctimas del execrable crimen de desaparición forzada mientras estaban en servicio activo.

Parece que en estas oficinas estatales existiera una especie de política no escrita al respecto ‒si así se le puede llamar‒, la cual se materializa más allá de los casos documentados sobre el fenómeno de la desaparición forzada de uniformados.

Este olvido o descuido ‒eso quiero creer‒ encuentra cierta explicación  en un hecho que es evidente en el quehacer de estos organismos de la transición. En ninguna se han dispuesto mesas temáticas con el mandato específico de abordar integralmente los asuntos de los uniformados víctimas de la guerra, como en efecto si las hay sobre otros grupos de víctimas.

La obviedad de esta afirmación se comprueba al ver el amplio catálogo de hechos victimizantes en los que se vieron involucrados los soldados y policías y sus familias. Me refiero a episodios comprobados de secuestro, desplazamiento, despojo de tierras, torturas, tratos inhumanos y degradantes  y asesinatos en estado de indefensión, por citar los hechos de mayor gravedad.

Pero volvamos al tema de la desaparición forzada de uniformados para ilustrar la tesis de estas líneas. Hace un par de semanas, la Comisión y la Unidad realizaron en plaza pública algunos eventos de memoria y reconocimiento en el marco del día previsto para no olvidar a las víctimas de desaparición forzada en Colombia. Un hecho que celebro, pues es necesario hacer justicia frente a este grave crimen que, a mi juicio, es de lesa humanidad.

En el encuentro concertado en Pasto, Nariño, se volvió a revictimizar a los militares y policías víctimas de este flagelo. La directora de la Asociación Colombiana de Militares Desaparecidos, Acomides, recibió la carga negativa de esta revictimización. Pese a ser la única representante de un colectivo que reclama verdad, justicia y reparación para  los uniformados en situación de desaparición forzada y sus familias, los organizadores la refundieron en una de las tantas mesas de trabajo previstas para las más de 200 colectivos y organizaciones pro desaparecidos que asistieron.

Superada en número por sus homólogos con similar mandato, ella ‒esposa del suboficial del Ejército que lleva más tiempo desaparecido‒ no tuvo mayores posibilidades de maniobra y fue silenciada cual convidado de piedra. Su participación en la jornada fue incómoda y poco fructífera. A tal punto fue su malestar y frustración que, pese a no ser una mujer explosiva y para nada conflictiva, se atrevió a reclamarle a Luz Marina Monzón, directora de la UBPD, el escaso acompañamiento de este despacho a su causa.

Un testigo de este episodio me entregó detalles de lo sucedido, porque cuando le pregunté a Esperanza Rojas si era cierto, sus respuestas fueron políticamente correctas, pese a que su gestualidad me decía todo lo contrario. Me queda perfectamente claro que su caso ejemplifica la ausencia de agenda en la CEV y en la UBPD para trabajar con las víctimas que dejó y deja el conflicto armado en las filas de la Fuerza Pública.

Al fin y al cabo, 147 desaparecidos en el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea y 119 en la Policía Nacional, no son nada con relación al número de desaparecidos que los colectivos y organizaciones de derechos humanos le achacan al Estado y a sus agentes. Máxime cuando muchos colombianos no ven seres humanos en quienes portan el uniforme.

En este punto, sería bueno conocer los avances de la mesa técnica que anunciaron con bombos y platillos el sector Defensa y la CEV a mediados de 2018, luego de que se conociera una desafortunada comunicación del presidente de la Comisión al entonces ministro Villegas con preguntas bastante capciosas.

 

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