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El código de policía y las violencias

Sebastián Pacheco Jiménez
30 de abril de 2019 - 03:51 p. m.

Es ya un debate añejo, la necesidad de replantear la formación sobre la cultura de paz, las competencias ciudadanas y  el respeto de las normas en Colombia, como elementos mínimos para erradicar las violencias; si bien desde la academia y el orden gubernamental se han planteado grandilocuentes intervenciones al respecto, el nivel de avance es casi nulo.      

Así, es un hecho cierto que el sistema educativo actual forma a los estudiantes en todo tipo de saberes y ciencias, pero ignora los más elementales, esto es, la capacidad de convivir en sociedad, el respeto de las leyes, el reconocimiento del otro, el manejo de diferencias, la resolución de conflictos, entre otros, conduciendo a que la mayoría de los adultos, jóvenes y niños, tengan alguna noción de matemáticas, física o química pero sean pésimos ciudadanos.

Ejemplo de ello es, como desde meses atrás se han levantado múltiples expresiones de inconformidad e indignación por cuenta del Código Nacional de Policía y las órdenes de comparendo (no multas) que se han impuesto a los vendedores ambulantes y otros ciudadanos en razón de dicha norma; y aunque indignarse por ello es fácil, ver el fondo del problema requiere de un compromiso más agudo; sin un código normativo que regule la vida social y un cuerpo de funcionarios que las supervisen, no es posible constituir sociedad. Relativizar este básico principio solo lleva seguir haciendo más difuso el límite entre lo lícito y lo ilícito y nubla la posibilidad de construir soluciones estructurales a los problemas sociales.  

En ese entendido, basta de satanizar las leyes, el código de policía y a quienes lo reglamentan, es impajaritable que se consolide una cultura por su respeto. La sensación general de anomia, es causa y consecuencia de la ausencia de una política estructural para formar a los colombianos como ciudadanos, en la integralidad de esta expresión, y no como está sucediendo en donde se tienen perfectos profesionales y “doctores” que no reconocen a la autoridad, ni hay respeto por los estándares mínimos de civilidad y relacionamiento social. Consecuencia de esto, es la manifestación de la violencia como un medio útil para la solución de conflictos.

De manera que, es necesario que en todas las áreas de la sociedad se reconozca la necesidad de normas como el Código de Policía y de quien, en virtud de la constitución, ha sido designado para actuar en pro de su regulación, concretamente la Policía Nacional; máxime cuando la opinión pública atrincherada desde las redes sociales, las feak news y los sensacionalismos, promueven relativizar  y resignificar absolutamente todo, haciendo casi imposible establecer un sistema de orden medianamente viable.

Según sea el contexto, se exige acción de las autoridades y contundencia contra determinadas infracciones, pero para otras se pide procrastinar y obviar lo establecido en los códigos y leyes. es decir, se utilitarizan las normas según el contexto y el nivel de afectación que esto tenga sobre los intereses particulares. Y esto que parece un problema intrascendente y cotidiano, se constituye en el ADN de la violencia, la cual tiene como colofón el(los) conflicto(s). así, el permanente estado de indignación y los reiterados discursos que promueven la resistencia a la autoridad, en cualquiera de sus manifestaciones, ha llevado a que se dé un desorden generalizado que pareciera imposible de solucionar, olvidando lo más obvio: no existe sociedad viable sin herramientas que regulan la convivencia y personas que las supervisen.

De manera tal que, es imperativo construir una cultura en todos los niveles de educación, que formen a la sociedad para tener un rol activo en la creación de las leyes, el ejercicio democrático, el respeto por los códigos-normas, las autoridades y sobre todo una formación en el reconocimiento del prójimo, del conciudadano como un sujeto de derechos, es decir, necesitamos ser primero buenos ciudadanos y después profesionales. La priorización de la academia y las autoridades debe estar en la de formación de personas que nunca vean las armas o la violencia como un medio para la manifestación de sus ideas e ideologías.   

jspachecoj@hotmail.com

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